1

5921 Words
Un año después… —¿Iras a mi partido de ésta noche? —las manos de Jeremy están entrelazadas con las mías, obligándome a mirar sus ojos de color miel. Porque sabe que es la única forma de poder convencerme. —Jeremy. Ya te he dicho que no me interesan ese tipo de partidos —lo miré con suspicacia. Esperaba zafarme de ésta. —Pero quiero que estés presente…quiero que me apoyes. Sabes que no tengo novia, y es por eso que te lo pido. Si no, no estuviera aquí. ¿Por favor? —una de las razones por la que Jeremy está pidiéndome que asista a su partido, es por qué no tiene a quien acudir. Puesto que yo soy su única mejor amiga. Claro, tiene muchos amigos más con los cuales habla de cosas de hombres, pero con lo que respecta a sus sentimientos solo lo conozco yo (al menos eso creo). Su segundo mejor amigo sería Pepe. —Vamos Jeremy, ¿hablas enserio? nunca haz querido salir con una chica desde que te conozco ¿Cómo piensas conseguir novia? —no me gustaba la idea de él saliendo con otra chica. Me causaba… —¿Enserio? A hora me vas a dar clases de cómo conquistar a una chica. —sus ojos muestran lo divertido que le está causando esta situación. Teniéndome aquí parada contra mi casillero, en contra de mi voluntad. —Si tú también te rehúsas a salir con alguien —aquí era diferente. Él no salía con otras chicas, porque hace unos meses había terminado su relación con Selene y se había propuesto que la chica con la que volviera a salir sería a una que amara, que hasta ahorita no la había encontrado, en cambio, yo no salía con nadie a causa de un corazón muy lastimado, junto con una carga de secretos.   —No pienso darte ninguna clase de cómo conquistar, porque yo no soy la más adecuada para decirte como conquistar a una chica. Solo te estoy diciendo que si te dieras la oportunidad de conocer a alguien podría ser tu alma gemela, de otro modo no veo cómo vas a llegar a conocerla si no te das ésta oportunidad. Y hoy tendrías una novia a la cual le encantaría asistir a tu dichoso partido, y no me tendrías aquí en contra de mi voluntad pidiéndome que fuera yo quien asistiera. —Le doy una mirada cansada. Se me está acabando el tiempo para recoger mis libros e ir a la siguiente clase. No soy la clase de chica que le gusten los partidos de fútbol, aunque la única razón por la cual lo hago es porque él me lo pide. —Vale —es la palabra con lo cual dice: “cuando quieras algo no vengas a mi” y sé que yo tengo la culpa por llegar a que diga esa palabra. Hace ademan de irse, pero lo retengo del brazo y lo obligo a mirarme. —Iré a tu dichoso partido. Pero espero que ganes —su mirada se llena de un brillo despampanante y me muestra esa sonrisa suya que tanto me encanta ver en su rostro. —Si gano. ¿Me darás el beso? —alza sus cejas insinuantes y sonrió ante su descaro. —Sabes muy bien que siempre que ganes, te daré el beso en la mejilla. —habíamos acordado que yo iría a sus partidos, a cambio de que él ganara el juego de fútbol, y yo le daría un beso en la mejilla como premio. Y ni sabía por qué le gustaba tantos mis besos, si solo era en la mejilla. —Es por eso que eres la mejor amiga del mundo —me da un rápido beso en la mejilla y sale corriendo por los pasillos. La palabra “mejor amiga” ronda en mi cabeza, eso es lo que somos y no sé por qué me molesta que me considere así. Disipo mis pensamientos antes de entrar a clase. Cuando entro a la clase de Cálculo y me siento a lado de mi otra mejor amiga, Nayeli. Lo primero que observo es que se está retocando el maquillaje con su estuche de pintura. Trato de animarla preguntándole si es nuevo el labial que usa o es que yo me he equivocado. Me da una de sus habituales sonrisas mostrando sus dientes blancos y perfectos. —Pasé ayer por una de las tiendas de Make Up. Así que lo vi y lo compré. Junto con otras cosas —sigue sonriendo, pienso preguntarle si irá conmigo al partido de Jeremy, como la veo de buen estado de ánimo, decido soltárselo. —¿Jeremy, te lo volvió a pedir? —gira todo su cuerpo hacia mi asiento para poder verme mejor. —Paso por ti a las 7:40 —sabiendo que le iba pedir que me llevara. Le sonrío y le digo gracias, mientras entra el profesor Morse. Cuando nos sentamos en el comedor de nuestros amigos que está formado por: Jeremy; Quarterback, Pepe; mejor amigo de Jeremy y corredor del equipo de fútbol americano, Adi; receptor del equipo. Aracely; amiga de todos, es decir, tiene amistad con todos los estudiantes del instituto. Al igual que con los maestros, suele ser la consentida de estos. Amayrani; hija del director del instituto, Ariana; mejor amiga de Amayrani, Dulce; capitana del equipo de porristas. Pero a pesar de todos esos amigos solo encontramos sentados a Jeremy, Pepe y Aracely. —Hola, chicos —me siento junto a Jeremy. Mientras que Nayeli se sitúa a lado de Aracely, para hablar sobre los nuevos chismes de Hollywood. —Les estaba contando a los chicos que iremos después del partido a la casa de Adi. Sus padres salieron de viaje y vuelven hasta el lunes. —Me informa Jeremy. —Así que tenemos toda la casa el fin de semana para nosotros —Sonríe, mientras coloca su brazo en el respaldo de mi silla. —¡Paso! —dije de antemano. Nunca me ha gustado el rollito de los jugadores de irse a embriagar a casa de un amigo todos los viernes. Para luego despertar con tu amiga la resaca en las mañanas. Pero puesto que yo era la única aguafiestas de mi grupo de amigos. Nadie se sorprendió de que rechazara la invitación. Siempre terminaba con miradas de fulminación de parte de mis amigos, excepto Jeremy. Pero al parecer, ya se habían acostumbrado. —¿Enserio? —Era la voz de Adi detrás de mi espalda y eso significaba problemas. Tomó asiento a lado mío. —¿Por qué nunca vas a las fiestas después del partido? —Me clava su mirada interrogante, esperando una respuesta que no iba a responder o al menos no con la verdad. Todos saben que las evito debido a mi depresión por la muerte de mi padre, pero en realidad no es así. A veces suelo ir debes en cuando, pero es debido a que Nayeli me obliga. —Es solo que no me gustan. Estar con borrachos y la música alta es algo que no se me da —me encojo lo hombros como si no me importara en lo más mínimo. —Vamos, es solo una fiesta más a la que no voy asistir. —Hermosa, estas equivocada. No es una fiesta más de tu lista a la que no asistirás ¡Mírame! estás hablando con el rey de las fiestas. —Se señala así mismo para poner un poco de drama a su comentario. —Tienes que asistir a ésta fiesta. Casi todo el instituto irá. —Tú los has dicho. Todos quieren ir, pero yo no —le di una sonrisa desdeñosa. —Como quieras —alza las manos para darse por rendido. Y me doy 10 puntos por ganar esta pequeña pelea de fiestas con una sonrisa de satisfacción. —¿En dónde están “Las chicas A”? —le da una mordida a su manzana saboreándola debido a que Aracely lo miraba, se lame los labios lentamente haciendo que ésta se sonrojara. Puse los ojos en blanco por tener que ver esa escena tan embarazosa. Sé desde hace mucho que Aracely está babeando por Adi. Y éste lo sabe también, pero solo se limita a coquetearle, de ahí no pasa nada. Aunque ella sabe que él jamás tendría una relación porque está acostumbrado a tener chicas solo para una noche, por lo contrario, ella quiere una relación donde el chico le lleve flores, se hablen hasta la madrugada por teléfono, se digan cosas tiernas. Y puesto que Adi no es ese tipo de hombres, nunca van a pasar de coqueteos y sonrisas con Aracely. —Deja de decirles así —le reprendo. Adi suele llamar Amayrani y a Ariana; “Las chicas A”. Puesto que el nombre de ambas empieza con A y son las mejores amigas. Él decidió nombrarlas así, según para no tener que mencionar sus nombres y optó por uno más corto. —A ti qué te molesta —arrugó la frente. —si no están aquí. —Pero son mis amigas, mejor dicho, nuestras amigas. Y no se merecen que les llames así, puesto que a ellas tampoco les gusta —comienzo a morder mi sándwich. —Sí que eres un poco dramática. —Tuerce la boca —Es solo un apodo… a nadie le molesta —da una mirada rápida a los de la mesa para ver si uno se opone, pero nadie lo hace. Estoy sola en esto. —¡Ja! Me lo dices tú que acabas de montar una escenita con lo de mi inasistencia en las fiestas y te nombraste a ti mismo “El rey de las fiestas” —hago comillas con mis dedos en lo último. Veo como mira a Jeremy y pepe en busca de que lo ayuden. Oigo risitas bajas de nuestros amigos. —¡Ya basta! Aquí termina su discusión. —Interviene Jeremy reprimiendo una sonrisa para aparentar serio —Son amigos, no pueden estar peleando. —Nos mira a mí y a Adi en forma de que nos serenemos. Suelto un bufido y esto hace que Adi suelte un gruñido. —Díselo a él. Que no hace más que molestarme. —Suelto a Jeremy. Él me da una mirada de advertencia. —¿¡Que!? Tú eres la que me saca de mis casillas —lo fulmino con la mirada irritada. Adi siempre trata de dejarme el paquete a mi sola para salvarse. Menudo cabrón. —Idiota —murmuro. *** Cuando abro la puerta de mi casa lo primero que huelo son especias, tomate, un rico aroma impregnado en el aire que significa que mi mamá está terminando de hacer la comida. Subo a mi dormitorio, tiro la mochila en la cama, y bajo a la cocina. —¡Mamá! —Entro a la cocina y me envuelve ese aroma delicioso que hace que mi estómago gruña de hambre. —¡Estoy aquí, cariño! —dice mientras sale de la despensa donde guardamos comida para invierno. —¿Qué haces allí dentro? —me recargo en el borde de la puerta de la cocina. —Buscando unos pimientos para el pollo de hoy —camina hacia la estufa donde tiene el pollo marinando y le pone pimientos, luego la introduce en el horno. Lleva puesto unos pantalones anchos, blusa con cuello redondo, y mandil que le regalé en navidad. —Huele rico. —Cierro los ojos, mientras dejo que mis fosas nasales huelan el aroma y sonrió. —Como siempre tienes la mejor sazón —Se vuelve hacia mí para poderme mirar con sus ojos color avellana y su pelo color castaño oscuro. —Gracias, cariño. —Te quería pedir permiso para ir al partido de Jeremy —me cruzo de brazos esperando a que me dé el permiso. —Y…—alza una ceja. —¿Y? solo eso —frunzo el ceño. —¿No vas a ir a la fiesta que hacen después del partido? —se seca las manos en su mandil y se acerca hacía mí. —Cariño, me preocupas —me toma de la mejilla. —Deberías divertirte, salir más a las fiestas. —Por favor —le supliqué para que no comenzara con lo mismo. —No me interesan las fiestas, son algo ruidosas, eso es todo. A cualquier madre le gustaría que su hija no saliera en las noches a las fiestas. Y aquí estas tu pidiéndome que asista a una. Además ¿Cómo sabes que hay fiesta después del partido? —si ella supiera mi motivo de no asistir a las fiestas me entendería y no me pediría que fuera a una. Aunque sé que nunca tendré el valor de confesarle lo que me pasó hace dos años. —Recuerda que fui joven y cuando tenía tu edad, yo iba a esas fiestas que organizaban los populares. —sonrió. —Solo me preocupo por ti. Sé que cualquier mamá quiere lo mejor para su hija, quiero que estés bien y te diviertas. No es malo divertirse a tu edad. ¿Cuánto ha pasado desde la primera vez que fuiste a una fiesta? Si es por la muerte de tu padre, deberías de superarlo. Solo te haces más daño. —Necesitaba parar esta conversación con mi mamá. —Mamá…confío en ti, por eso te conté lo que pasó con Josh —le había contado a mi mamá que Josh me fue infiel y por eso rompimos, ni se acercaba a la verdad lo que le había dicho. —Y eso no te concede derecho a que me sigas diciendo que hacer con mi vida. Por favor, dejemos las cosas como están —parecía que a mi madre no le afectó tanto la muerte de mi padre de hace un año, al menos ella no se encontraba en casa cuando todo sucedió. Un nudo se formó en mi estómago. Las lágrimas picaban en mis ojos, amenazando a salir. Ella vivía en una burbuja de mentiras que yo había creado para ella, era mejor que viviera en la ignorancia respecto a los sucesos. —Donde quedó la niña feliz y divertida que tenía en casa ¿eh? —Suspiró —sé que no tengo derecho a decirte que hacer y qué no. Pero lo único que quiero es que estés feliz y vuelvas hacer la misma Lenny que eras hace un año. Bueno, hace un año estaba saliendo con Josh, y él era la persona que se encargaba de hacerme feliz. Ahora no tenía a nadie quien hiciera eso. —Tu niña feliz y divertida desapareció. Y nunca va volver. ¡No lo entiendes! —Salí corriendo hacia mi habitación, donde me tumbé en mi cama y comencé a llorar. No quería recordar lo miserable que era antes. Y mi mamá se encargó de que volviera hacer esa persona. ¿Qué no le dolía lo que le pasó a papá? Mi cuerpo se sacudía más fuerte cuando mis sollozos aumentaban. La canción Wait On Me de Rixton sonaba en mi habitación. Abrí los ojos para encontrar mi celular, busqué en la cómoda, pero no estaba. El sonido estaba cerca pero no veía de dónde provenía. Miré mi mochila tirada debajo de la cama y recordé que no había sacado el celular de ella. —¿Hola? —respondí somnolienta. —¿Por qué no contestabas el teléfono? Tengo horas llamándote mujer ¿Dónde te metes? —¿Naye? —No podía reconocer muy bien su voz, porque todavía no me había despertado bien. —¿Ahora ni reconoces a tus amigas? ¿Lenny? Llamando a tierra, llamando a tierra ¿Hola? —Ok. Ya me desperté —Me froté los ojos —¿Qué pasó? Me levantaste de una muy buena siesta. —¿Ya estás lista? ¿verdad? —Su voz era preocupación. —¿Lista para qué? —ahogué un bostezo. —Nena son las 7:30. En media hora comienza el partido de Jeremy y tenemos que llegar antes para buscar asientos para tener una buena vista. —Me quedé un rato en silencio. —Se te olvidó ¿Verdad? —Lo siento. Es que me quedé dormida… Pero en 10 minutos estoy lista. Ven por mí… —estaba a punto de decirle la hora a la que vendría a recogerme, cuando ella me dijo que ya estaba en camino. Mierda. Salté de la cama, me metí al baño y 5 minutos más tarde ya estaba en toalla enfrente de mi armario viendo que ponerme. Y para mi mala suerte no sabía que llevar. No tenía el “don” de la moda. Porque según mi mamá saber vestirte adecuadamente a los eventos que asistes es tener un “don”, desafortunadamente yo no tenía el dichoso “don” como mi mamá.  Ella me ha ofrecido su ayuda para comprar mi ropa, pero yo le he dicho que no. Y hoy no será el momento en que le pida su ayuda para decirme que ponerme, después de la discusión que tuvimos en la cocina. Me miro al espejo, y no sé si estar orgullosa de mi misma o enojada. No tenía ganas de ir, pero le había prometido a Jeremy que iría. Veo mi reflejo; una chica con ojos verdes esmeraldas, pelo ondulado castaño claro. Que lleva puesto unos shorts de mezclilla que hacen relucir sus piernas largas, una playera que reza en frente: “EL AMOR APESTA” y unos converses negros. Escucho la bocina del auto de Naye. Tomo dinero y me lo meto en mis bolsillos traseros. Salgo corriendo por las escaleras, menos mal que me puse tenis. Antes de que salga de la casa, mi mamá me llama. —Vas a necesitar las llaves —tiene colgando de un dedo en alto las llaves de la casa. —Pero llegaré temprano, –—refunfuño —después del partido vengo a casa. —¿Segura? Digo… por si al caso cambias de opinión. —Suspiré. No quería volver a discutir con mi mamá, tomé las llaves y salí de la casa. —Eres rápida —dijo Naye, ya estando dentro de su Mercedes —, yo no podría en 10 minutos estar lista. Mejor dicho, me encontrarías en el baño todavía —sonrió para sí misma. —Me quedé dormida. No quería venir, pero Jeremy se enojaría conmigo. —encendí el estéreo poniendo una canción de los Twenty One Pilots. Nayeli es fan de ellos y yo también, aparte de los Imagine Dragons, Kodaline, John Newman, Rixton, y John Legend.   Cuando llegamos al aparcamiento de la escuela, solo quedaba un lugar junto al auto de Alan: el ex novio de Naye. Ella había terminado la relación con él, porque lo encontró besándose con una chica de primero del instituto. Después de esto ella no quiso saber más de chicos. Nos miramos para saber si estábamos de acuerdo en aparcar allí y después nos estacionamos. Me bajé del auto, a la vez que ella miró mi playera. —¿Es enserio? —frunció el ceño —Nena, así no conseguirás novio hoy. —No quiero conseguir novio. Lo que quiero es alejarlos de mí ¿Porque crees que me puse la playera? —cerré la puerta y caminé a lado de ella. —A veces pienso que tienes un grave problema con los chicos. —¿Tú crees? —Dije sonando lo mejor posible inocente. —No soy la única. Jeremy tampoco quiere estar en una relación ahora, todos tenemos nuestras razones. —Ah, eso sí lo sé. —Nos adentramos al campo del instituto. —Tal vez la zorra de su ex novia lo traumó y el pobre ni quiere salir con una chica —hizo una mueca al pensar que le pudo hacer Selene. Nos dirigimos a nuestros asientos. —No es eso —le digo —, es solo que aún no está listo para otra relación. —le aclaré. —Pues no tardará mucho tiempo soltero. Un bombón como él necesita atención y no tardará en buscarla —me dice mientras llamo al señor de los hot-dogs. Después de mi pelea con mi mamá no tuve tiempo de comer y ahora estaba muriéndome de hambre. —Él no es como los otros chicos. —Lo dudo. Todos son iguales. —Me enojaba que ella pensara de él así. Ni lo conoce. —Hazme cambiar de opinión. Cuéntame. —No quería que ella pensara de esa forma de Jeremy. Me estaba desafiando. —Es un buen amigo, divertido, sabe escuchar a una chica…—tomé mi hot-dog y le pagué al señor —respetuoso, y caballeroso. —le doy una mordida a mi perro caliente. —Si no fuera porque soy tú amiga. Cualquier otro diría que Jeremy te gusta. —El hot-dog se me queda atorado en la garganta. Trato de tragármelo a la fuerza, porque no puedo escupirlo. Nayeli se daría cuenta que me afectó lo que me dijo. —¡Estás loca! —digo después de que mi trozo de hot-dog pasara por mi garganta dejándola irritada. Trato de ver a alguien que venda agua, pero no consigo nada —Jeremy, es mi mejor amigo… aparte de ti —puntualizo después de ver su mirada penetrante. —Ok. No te pongas así —Los jugadores comenzaron a salir —, era solo una sugerencia —ladeó una sonrisa malvada, que decía que no me creía. La audiencia se levantó y aplaudió a nuestro instituto de Georgia. Las porristas comenzaron animándolos, entre ellas estaba Dulce, una de nuestras amigas. Después salieron los del equipo visitante, y los abucheamos. Nayeli y yo tratábamos de saber quien llevaba más ventaja. Pero no sabíamos cómo funcionaba el juego. Cada vez que los estudiantes de Georgia se levantaban, nosotras hacíamos lo mismo, gritábamos el nombre de Jeremy apoyándolo para que supiera que estábamos allí. Como nos encontrábamos cuatro filas arriba, era fácil para Jeremy localizarnos, nos enviaba besos al aire. Nosotras jugábamos a que atrapábamos el beso y nos peleábamos por él. A él le causaba risa cada vez que hacíamos eso. Al final del partido nuestro equipo ganó. —¡Hola, chicas! —Me dijo Jeremy al encontrarnos en la salida. Siempre lo esperábamos después del partido a fuera, para darle lo prometido. —Hola. —Le di una sonrisa ladeada —Tuviste un buen juego ahí —señalé con la cabeza donde hace un momento había jugado. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla. —Tu premio, —le susurré al oído y vi sus ojos brillosos. —Ustedes y sus niñerías. —Nayeli puso los ojos en blanco e hicimos como si no la hubiéramos visto lo que hizo. —Gracias ¿Irán a la fiesta de Adi? —Me miró esperanzado y tuve el deseo de decirle que sí pero no podía ni quería ir. —No —respondí al momento que Nayeli decía Sí. Arrugo la frente en modo de no saber a quién creerle. —Si iremos —concluyó Nayeli y la fulminé con la mirada. —¿Que? —Responde a mi mirada —, necesitas divertirte nena. —No creo poder ir. Mi mamá me dijo que fuera a la casa después del partido —mentí. —No seas una mentirosa, yo vi que traías la llave de tu casa en la mano y eso solo significa una cosa: te dio permiso de ir a la fiesta —le di otra mirada de que se callara, pero me ignoró. —Nayeli —murmuré apretando mis dientes fuertemente. —¿Vas a ir Lenny? —Me preguntó Jeremy —Me encantaría que fueras. Casi no te veo en las fiestas —esta me las pagaría Nayeli. —Estaremos ahí —le sonreí forzosamente y sus amigos llegaron por él. —Nos vemos entonces —dijo él despidiéndose con la mano. —Te voy a matar. —le dije a Nayeli entrando a su Mercedes —Esta no la paso por alto —lo decía enserio. —Relájate, Lenny. Es solo una fiesta —puso en marcha el motor para irnos de aquí. —Si tú lo dices. —Traté de calmarme. —Pero no pasaré por alto esta —Ella sonrío, le causaba gracia hacerme enfadar. —Me gustas cuando te enojas. Eres adorable. —No soy lesbiana. De una vez te lo digo, —bromee. —No eres mi tipo. —Arrugó la nariz como un conejo. Aparcamos en la entrada de la casa de Adi a las diez. Los estudiantes entraban a la casa de montones y se escuchaba la música hasta el auto. Me bajé a regañadientes, mientras Nayeli se situó a mi lado esperándome. —¿Crees que al menos puedes sonreír? —Se posó una mano en la cintura —Sé que no quieres entrar, pero finge para que no se den cuenta. Por favor. —Le doy una grande sonrisa enseñando mis dientes, que demuestra lo mal que estoy. —Mejor no sonrías. Espantarás a todos. —Se asustó. —¿No crees que tu falda es muy corta? —Examiné la minifalda de leopardo que tapa solo lo esencial. Pero hace resaltar sus piernas definidas con una blusa de cuello V. Su cabello pelirrojo está suelto y sus rizos están definidos, sus ojos azules hacen que parezca una diosa griega. Tiene la misma estatura que la mía y es muy segura de sí misma. A lo contrario de mí. —Nena, estas piernas necesitan lucirse, no cualquier chica podrá tenerlas —me da una sonrisa coqueta y nos adentramos a la casa que está llena de estudiantes embriagándose. —Voy por unos tragos —Se mete a la cocina, dejándome a mi sola en la sala de estar. La casa de Adi es grande con un buen estilo. Tiene muebles de piel color café, una mesita de centro de vidrio, de las paredes cuelga cuadros que parecen muy caros, sus padres pertenecen a una firma importante de abogados y trabajan la mayor parte del tiempo fuera de la casa. Aracely se acerca a mí frunciendo el ceño. Lleva unos pantalones ceñidos con una blusa de color lavanda que le favorece bien a su tono de piel morena. —¿Qué haces aquí? —Me pregunta confundida. Hubiera esperado un ¿Cómo estás? O ¿te diviertes?, pero recuerdo que había dicho que no vendría a la fiesta y se extraña de verme aquí. Tal vez piensa que ni yo misma tomo enserio lo que digo. —Nayeli me obligó a venir y ahora la estoy esperando con nuestras bebidas. —explico —¿Te la estás pasando bien? —le pregunto para hacer conversación. —No está mal —Se encoge de hombros para restarle importancia. —¿Has visto a Adi? –Mira a sus alrededores para ver si está por ahí. —No, no lo he visto. Si ves a Nayeli, le puedes decir que fui al baño, por favor —me dirijo escaleras arriba para buscar algún baño disponible. Subiendo las escaleras me encuentro a parejas besándose y fajando, cosa como estas es la que quería evitar. Intento abrir una puerta, pero está cerrada, me imagino que será la habitación de los padres de Adi. Después intento con una que está al fondo, por suerte está sin llave, me introduzco en la habitación que es grande y tiene una cama que ocupa casi todo el espacio, hay una pantalla plana que está enfrente de la cama, en una cómoda grande están perfumes y cosas de hombres. Algo que me dice que estoy en la habitación de Adi. Abro una puerta que me imagino que es el baño, y me encuentro con un baño demasiado grande para solo una persona. Tiene un lavabo grande con un espejo rectangular, una tina demasiado lujosa, unas toallas blancas de algodón. Abro el grifo y me lavo la cara, me la seco con una toalla y salgo del baño. Al abrir la puerta alguien entra… —¿Qué estás haciendo aquí? —me pregunta Adi aún perplejo por mi aparición. —Estaba en el baño. —Cierro la puerta —no encontraba uno y esta era la única puerta abierta. —Adi se introduce en la habitación. Lleva todavía el uniforme del equipo. —Me refiero a ¿Qué haces en mi fiesta? Pensé que no vendrías…parecías muy segura de que no asistirías, ¿Qué te hizo cambiar de opinión? —Abre su armario y saca unos vaqueros oscuros con una playera blanca. —Nayeli me obligó a venir. Siempre lo hace, rara es la vez que me pueda zafar de ella —Me cruzo de brazos —¿Qué estás haciendo? —le pregunto al ver que se estaba desvistiendo. —Me voy a cambiar de ropa —Dice tan simple como si cambiarse de ropa enfrente de mí fuera lo más normal. —¿No puedo? —alza una ceja interrogativa hacia mí. —Sí, si puedes. Pero no delante de mí —Descruzo los brazos. Y veo que se forma una sonrisa pícara en sus labios —¿Qué te causa gracia? —¿Nunca has visto a un hombre desnudo? —Mi cuerpo se tensa ante su pregunta. Y miro hacia otro lado que no sea él. —¿Qué te hace pensar que no lo he visto? —Mírate. Tu cuerpo está tenso y haces todo lo posible para no verme a los ojos —Tragué saliva y enfrenté su mirada —¿Y? —digo sin mostrar que mi voz suene alterada. Claro que había visto a mi ex novio desnudo, pero no se lo iba a decir. Solo que me incomodaba ver a hombres desnudos. —Eres muy obstinada. —Se quitó la playera, dejando al descubierto su tonificado cuerpo; tenía un abdomen marcado y bien cuidado. Sus bíceps se contraían con cada movimiento que hacía. No me di cuenta que me había quedado mirando su cuerpo demasiado tiempo, hasta que me habló. —Siempre causo ese efecto en las chicas. —Me dio una sonrisa ladeada —jamás creí que también lo causaría en ti. —, me sonrojé que me atrapara mirándole. Se puso la playera blanca, haciendo que ésta remarcara cada centímetro de su esculpido cuerpo. No podía creer que tuviera estos pensamientos de Adi. Sé que él es guapo; tiene un pelo castaño entre rubio muy sedoso, ojos grises, pestañas espesas, de estatura alta y un cuerpo perfectamente esculpido. Era el chico con el cual te saltarías las clases, porque te asegura diversión y peligro. Pero no podía pensar de esa forma con él, ya que siempre se encargó de molestarme desde el primer día que me senté con ellos en su mesa y aunque no teníamos una buena amistad, lo consideraba un amigo. —No causaste ningún efecto en mí. Es solo que admiro a los chicos que trabajan duro en su cuerpo. —Me quise golpear con la pared por haber dicho eso ¿enserio lo había alagado? El idiota sonreía enseñando su dentadura perfecta —…no es lo que quería decir…es que…—Comencé a tartamudear ¿Por qué aún seguía aquí? ¡A solas con Adi! Se bajó las mallas y me giré inmediatamente, no podía seguir viéndolo desnudándose delante de mí. Escuché una baja risa de él. Idiota cretino. —Ya te puedes girar —dijo después de unos segundos —, ya estoy vestido. —¿Seguro? –mi voz tembló. Y me di la vuelta lentamente, no quería ver algo de lo cual me causaría trauma el resto de mi vida. Él ya se encontraba vestido con sus vaqueros negros y ahora se estaba poniendo unas botas de cuero. —¿Qué es eso? ¿Qué dice tu playera? —Miraba mi playera tratando de descifrar lo que decía, pero mantuve mis brazos a la altura de mis pechos para que no lo viera. —El amor…a...pe... —Balbuceaba. Irritada por saber que no lo descifraba le dije: —Dice: “EL AMOR APESTA”.  —descrucé mis brazos para dejarlo ver. Frunció el ceño y después de unos segundos dijo: —¿Tienes problemas con el amor? —se amarro las agujetas de las botas —¿Quién fue el desgraciado? ¿Quién te hizo una bruja? —Sonrío caminando hacia mí. Su estúpida sonrisa hizo que me enojara, quería borrársela de la cara. —Eres un estúpido —respondí enojada. —¿Enserio? Pues no parecía estúpido hace unos minutos, cuando me estaba desvistiendo y tú lo disfrutabas. —Abrí la boca para protestar, pero la volví a cerrar. Un lado de sus comisuras se elevó en una sonrisa pícara. —Ustedes los hombres piensan que las mujeres somos una especie de satisfacción que usan a la hora que quieren ¿no es así? —le lancé mi mirada más furiosa que tenía. —Espera. —Alzó sus manos —Yo no pienso de esa forma. —¿Enserio? Si solo sales con chicas que sean demasiado caliente para ti y tiendes a tener solo relaciones sexuales con ellas. ¡Tú encabezas la lista de ese tipo de hombres! —lo señalé. —¡Ja! Te tengo —Me miró cómo si supiera cual era mi Talón de Aquiles. —¿Tu ex novio te fue infiel? —la pregunta que me hacía era estúpida, estaba tanteando mi expresión, pero trate de parecer serena y no delatar ninguna reacción hacía su comentario. — ¿Con tu enemiga? —apreté mi boca en una línea, para tratar de no decir nada. —Oh ¿Con tu amiga? —¡Claro! Tu novio se acostó con tu enemiga. ¿Fue por eso que te cambiaste de escuela? —No iba a responder ninguna de sus preguntas estúpidas. Ni iba a caer en su juego. —Dices tonterías —Bufé. —¿De verdad, crees eso? Porque yo no, al menos encontré una de las razones por la que no aceptas ninguna invitación de algún chico o eso creo debido a tu silencio me imagino que estoy en lo correcto. —Me da una sonrisa desdeñosa. Le dejaría creer que mi ex novio se acostó con mi enemiga. Ya que ni si quiera se acercaba a la verdad. —Eres patético y un imbécil —Su sonrisa me recordó a Josh quien ni siquiera luchó por nuestro amor y salí a zancadas de su habitación, pero antes de que pudiera llegar a la puerta, él se interpuso para que no saliera. —¡Déjame salir! —grité furiosa. Recordé lo que me sucedió en la fiesta de bienvenida de mi antiguo instituto en Wisconsin, el pánico se apoderó de mí. Me dije a mi misma que Adi no era como él, él no me lastimaría, pero inmediatamente me vino el rostro de él a la cabeza mirándome descaradamente y todo volviéndose a repetir. —¿Por qué? si estamos hablando de lo más cómodo aquí. —Su mirada era penetrante, miré hacia otro lado para no verlo. Su voz se pareció por un momento a la de ese monstruo, él solo estaba jugándome una broma, pero para mí ya no lo era. —¡Quítate de la puerta! ¡AHORA! —grité. No quería que este idiota me viera llorar y aún más que pensara que él había ganado esta discusión. Pero lo había hecho, él había ganado y yo estaba empezando a llorar. Me dejé caer en el suelo a lado de la cama, subí mis rodillas a la altura de mi pecho abrazándolas y hundiendo mi cara en ellas. Dejé salir todo el dolor y el enojo que me había provocado Adi hace un momento. Esta era la segunda vez que lloraba en un día a causa de mi pasado. No sabía cómo lidiar con esto. Adi se acercó a mí tratando de consolarme, pero era demasiado tarde para eso. —Perdóname. No quería hacerte llorar —Puso su mano en mi espalda, pero la quité inmediatamente. —No digas nada —Levanté mi rostro para mirarlo. Su cara estaba pálida y mostraba preocupación ante mi estado. —¡Déjame sola! —le grité. —No puedo dejarte en este estado. Estás muy mal. —Tú me hiciste esto, así que solo quiero que me dejes sola —dije enojada sollozando y volví a hundir mi cabeza en mis piernas. Sentí que se levantó de mi lado, y pensé que me había hecho caso. —Ten, límpiate —Me tendió una caja de pañuelos desechables —me quedaré contigo hasta que estés mejor… sino te importa —Se sentó a lado mío, pero a una distancia considerable por mi estado. Tomé la caja y un par de pañuelos para limpiarme mi nariz. —No es necesario que te quedes. Ya estoy mejor —Mentí. No lo quería a mi lado y menos viéndome en estas circunstancias. Estaba muy avergonzada y seguía sollozando. El picaporte de la puerta giro y se abrió. Lo primero que vi fue a Jeremy que tenía una mirada de confusión y después se transformó en ira al verme sentada llorando. A su espalda salió la cabeza de Aracely, tenía una mirada de disgusto y mantenía una línea recta en sus labios. —¿Qué rayos le hiciste? —sus ojos pasaron de color miel a oscuros por la ira. —Nada. —dijo en su defensa Adi. Jeremy se posicionó a mi lado —Le estaba jugando una broma y luego comenzó a llorar. —¿Estás bien? —Me inspeccionó de arriba abajo con la mirada buscando una herida o algo de lo que me hubiera provocado llorar. Negué con la cabeza. —Llévame a casa, por favor. —Le supliqué sollozando. Me levanto en sus brazos protectoramente, sin antes dirigirle una mirada a Adi de cólera, de lo mucho que esto le costaría. Adi se estremeció con su intensa mirada. No me importaban las miradas que nos dirigían, y los murmureos que decían: ¿Qué le habrá pasado? ¿Qué le hicieron? mientras bajamos las escaleras. Todavía seguía sollozando y me aferré más fuerte al cuello de Jeremy. —¿Qué le pasó? —reconocí la voz de Nayeli. —¿Está bien? —Se pondrá bien, la llevaré a su casa. —Le contestó Jeremy. Me recostó en el asiento de su auto y luego puso en marcha el motor. —¿Qué te hizo? —preguntó después de unos minutos de silencio. Levanté mis rodillas atrayéndolas a mi pecho y las abracé queriéndome hacer pequeña. —¿Estás bien? —Solo llévame a casa. —Después de unos minutos de silencio vi que nos acercábamos a mi casa y fue cuando le dije: —Gracias, por traerme —mi voz sonó un poco quebrada. —¿Estás segura que estás bien? —habló estacionándose enfrente de mi casa. Sentí su preocupación en su voz. —Si —se me encogió el corazón al ver que su mirada era de preocupación —No te preocupes por mí. —bajé del auto. No quería causarle problemas ni preocupaciones. Sabía que ir a esa fiesta me traería problemas. Era por ello que trataba de evitarlas, cada vez que iba a una por obligación de Nayeli recordaba la risa y caricias de él. Nunca me divertía en las fiestas, debido a que siempre estaba concentrada en esa noche.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD