CAPÍTULO DIECINUEVE Darius caminaba a través del campo de su creciente ejército, junto a Raj, Desmond, Kaz y Luzi mientras iba hombre por hombre en la extensión de aldeanos, comprobando cómo estaban los heridos, conociendo a cada nuevo hombre cara a cara, ayudándoles a sacarse las cadenas, mirándolos a los ojos y dándoles la mano. Veía cómo la esperanza les inundaba los ojos cuando lo miraban, todos ellos negando con la cabeza sin querer soltarse, cada uno de ellos mirándolo como si fuera su salvador. Ninguno había mirado jamás a Darius de esta manera y era una sensación surrealista. Para él, era solo un chico, solo un chico que se esforzaba por ser guerrero, solo un chico que había ocultado un poder que no podía usar nunca, que no quería usar y que nunca podía desvelar a los demás. Eso
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