—Esto es otro Cuento de Hadas —murmuró ella con voz suave. Él le sonrió y dijo: —Vamos a ver esos cuartos. Se dirigieron a los Establos, que se encontraban en la parte posterior del Castillo, y el Caballerango Mayor vino corriendo cuando vio aparecer al Duque. Éste le dijo lo que deseaba y el hombre les mostró dos cuartos situados detrás del de los aperos. El primero era una Cocina con una mesa, varias sillas y un pequeño fogón. —Enciéndela —ordenó el Duque al Sirviente. —Ahora mismo, Señoría. En la otra habitación había una cama grande con varias mantas amontonadas en una esquina. —Los niños pueden dormir sobre las mantas —dijo Isolda. —Sí —estuvo de acuerdo el Duque—, y el Matrimonio también necesitará mantas. —Hay más en la alacena —informó el Caballerango y abrió la puerta pa