Trabajaban aprisa y con enorme habilidad. El vestido con el cual entró Isolda en el Salón aquella tarde, casi había sido modificado sobre su propio cuerpo. Al mirarse en el espejo de su Dormitorio, apenas podía creer lo que allí se reflejaba. El vestido era en azul pálido y realzaba las curvas de su cuerpo. La falda había sido recogida hacia atrás para formar el pequeño polisón que ahora estaba de moda. Las costureras también habían arreglado el escote para que cayera ligeramente sobre los hombros. Isolda tenía miedo de que resultara demasiado atrevido; pero luego vio que era más sencillo y discreto que los que llevaban las otras jóvenes, si bien la favorecía extraordinariamente. Cuando la vio entrar en el Salón donde se reunieron antes de la cena, el Duque pensó que sus cabellos tenían