Narra Soledad Una vez que llegamos a la hacienda, Nos dirigimos a la habitación, debíamos dormir, era muy tarde ya. Tomé mi pijama y luego me dirigí al baño. Hoy en la fiesta de máscaras había sido una experiencia completamente nueva entre los dos. No podia negar que sentia una fuerte atracción hacia Gabriel. Poco después, la puerta se abrió levemente. —¿Todo bien?—preguntó él. —Ya casi termino—respondí. —¿Puedo pasar a cepillarme los dientes?—preguntó. —Sí—respondí. Esta era su casa no tenia que pedirme permiso. Yo estaba de pie con un camisón sencillo. Era diáfano y prácticamente transparente. Él se quitó la camisa y la puso a un lado, luego caminó hacia el espejo, se lavó la cara. En ese momento, vi de cerca las cicatrices de su espalda, alargue mi mano y lo toque. Él se puso