La chica permaneció inmóvil viendo fijamente los ojos azules del hombre. La tormenta eléctrica que estaba desatando su cerebro la paralizó al no saber qué diría para zafarse de la situación tan embarazosa en la que se encontraba. ¿Por qué el señor Dávila no le había avisado que había citado a Yan a la oficina? Se había metido en un gran lío por habérselo encontrado en el lobby. Pasaban mil preguntas en su cabeza, pero había una que no la dejaba estar en paz ¿qué hombre en su sano juicio recuerda unos zapatos? De las mujeres lo entendía, pero de un hombre era como descubrir vida extraterrestre en marte. Fernanda se aclaró la garganta y profundizó su mirada en Yan. Por fortuna, sus lentes de armazón quedaban reemplazados por lentes de contacto cuando se transformaba en “Nina” por lo que