Fernanda salió a la hora de la comida disparada como una bala de cañón rumbo a las oficinas de los abogados ministeriales. Tener esperanzas de que la persona que le había hecho tanto daño por fin pudiera recibir su merecido, le había alegrado el día pero también, en el fondo, tenía miedo a enfrentar a aquella persona que una vez amó con todo su corazón. Ese día por fortuna el señor Dávila no le había pedido que fuera a la producción, pues Yan Boyer lo había pedido exclusivamente como su asistente. Al llegar a las oficinas, sintió como un torrente cálido se apoderó de su sistema nervioso. Tenía un año sin saber nada de su caso y de Diego Valencia. Entró al edificio. La recepcionista del lugar la dirigió a la oficina de Camila Bauer, quien la espera impaciente. — Buenas tardes —saludó F