Corrí al baño por segunda vez, el líquido salió de mi boca al instante que alcancé llegar al inodoro. El vomito tenía un sabor asqueroso.
Me enjuagué la boca cuántas veces pude, pero el sabor amargo no quería desaparecer tan fácilmente.
—Vamos mi pequeña, esta pastilla te hará sentir mejor —Silvina me miraba atentamente y me indicó sentarme nuevamente en la cama —y este té ayudará en calmar el malestar y te subirá el ánimo, ve, es una hermosa mañana —Silvina levantó las persianas y empezó a ver por la ventana —Sin duda Leonardo no mentía en que este jardín de la nueva mansión era asombrosa —dijo y se sentó frente a mí.
—Gracias por todo esto —comenté, mordisqueando un trozo de fruta.
—Tranquila, he liado con Mey después de pasarse de copas desde que tenía edad para tomar, así que pod
