CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO

1778 Words
TOM   Ayer Zara nos convocó a una reunión urgente después de que terminara la junta de accionistas que la ha tenido tan estresada últimamente, y aunque el motivo de la reunión no fue claro, las personas del equipo empezaron a especular sobre posibles despidos y paulatinamente fueron entrando en pánico, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que empezaran a preguntarme de qué se trataba todo, y simplemente les respondí que no tenía idea, aunque no parecieron creerme.   Supongo que, por mi actitud de ayer, ya la mayoría de personas, especialmente las de mi equipo, debieron haber deducido que el tema de mi relación con Zara está por fuera de los limites; y con mi reticencia a decirles algo respecto al motivo de la reunión, les quedó bastante claro que no van a obtener ese tipo de información de mí, aunque la conozca; sin embargo, en este caso, me encuentro en la misma posición de ellos, pues no tengo ni la más mínima idea de qué trata la reunión.   Intenté comunicarme con Zara ayer después de que ella nos informó de la reunión a través de su asistente, pero no fue posible, pues faltando solo unas horas para la junta de accionistas, ella no tenía tiempo, ni energía para nada que no estuviese relacionado con la junta de accionistas; y, para ser justos, ella me había advertido desde la mañana, antes de darme el beso en el ascensor, de que probablemente no iba a estar disponible para mí durante el resto del tiempo que restaba para la reunión.   Así que hoy cuando llegamos a la sala de juntas y ella ya estaba sentada allí con una expresión muy seria en su rostro, supe de inmediato que algo malo había pasado, y tuve la urgencia de ir a su lado y preguntarle si estaba bien, pero sabía que no era correcto, pues, aunque los empleados estuvieran ya enterados de que algo está pasando entre nosotros, aún no saben con certeza si estamos en una relación o no, y no pienso darles motivos para que sigan especulando sobre nosotros.   En el momento en que Sophia anunció que había ordenado unos jugos orgánicos, mi reacción inmediata fue mirar a Zara, pues sé que a ella no le agrada mucho Sophia, y en efecto, su cara era de fastidio total; no obstante, tan pronto como llegaron los jugos y ella le ofreció a Zara el primero, me sorprendió ver que Zara no sólo lo aceptó, sino que lo probó de inmediato, supongo que debe tener hambre y eso me hace fruncir el ceño, seguramente no almorzó por estar tan preocupada en otras cosas.   Tomo mi teléfono para escribirle a Susan y pedirle que le traiga algo de comer, algo que se ha vuelto costumbre entre nosotros estos últimos días, pues Zara casi no se preocupa por sus comidas cuando está tan estresada; cuando termino de enviarle el mensaje a Susan, miro hacia Zara y mi corazón se detiene, ella se ve pálida y su frente está perlada en sudor, sus ojos están muy abiertos y mirándome cómo si estuviera tratando de decirme algo.   Me pongo de pie tan abruptamente que la silla se cae y se golpea contra el suelo con un ruido ensordecedor que atrae todas las miradas de las personas en la sala, pero no les presto atención, pues me apresuro a llegar junto a Zara, quien en este momento parece tener dificultades para respirar.   “¡Zara! ¿Estás bien? ¿Qué te sucede?” le pregunto con urgencia mientras me agacho a su lado y le tomo el rostro.   Soy vagamente consciente de la ola de murmuraciones que se expande rápidamente entre el resto de personas que están presenciando la escena, y siento molestia de que estén más pendientes de lo que pasa entre nosotros, en vez de preocuparse por lo que le está pasando a su jefe.   Zara se pone una mano en la garganta y luego intenta decirme algo, pero en vez de palabras, sale una especie de graznido que me pone los vellos de punta, entonces ella levanta su mano y con un dedo tembloroso señala el vaso de jugo y luego a Sophia, e inmediatamente entiendo lo que ella me quiere decir.   “¿Qué tienen esos jugos?” le pregunto a Sophia con un tono un poco más mordaz de lo que pretendía y ella se sobresalta.   “Tiene varias frutas, naranja, banano, ehhh… no estoy muy segura, creo que fresas también,” ella dice con voz temblorosa.   “¿Fresas? ¡Ella es alérgica a las fresas!” le digo en un tono acusador, e inmediatamente me vuelvo hacia Zara. “¿Tienes algún tipo de medicamento para la alergia?” le pregunto y ella sacude su cabeza, luego en un intento por decirme algo, ella dice con voz entrecortada:   “No pu… puedo… respirar,”   Mierda.   Mi cabeza es un caos total mientras trato de pensar en qué hacer, y escucho casi como un susurro, a alguien exclamar que alguien por favor llame una ambulancia, pero por la cara pálida de Zara, sé que no hay tiempo de esperar a que lleguen los paramédicos aquí, y sabiendo que hay un hospital a solo un par de calles, tomo una decisión precipitada y la levanto en mis brazos antes de lanzarme corriendo fuera de la sala de juntas.   James se apresura corriendo delante de mí y pide el ascensor oprimiendo el botón varias veces, hasta que este llega al piso justo cuando yo llego corriendo con Zara en mis brazos, quien para este momento parece estar a punto de desmayarse.   Mierda.   “Mi auto está estacionado afuera, iremos más rápido en él,” James me dice y yo asiento incapaz de decir algo más, pues el pánico que siento hace que no sea capaz de decir ni una sola palabra.   Escucho los jadeos de sorpresa de las personas que vamos pasando mientras corro con Zara en mis brazos hasta la puerta de entrada del edificio, James se adelanta y enciende el auto, mientras uno de los guardas de seguridad corre a abrir la puerta trasera del auto para que yo pueda acomodar a Zara, y una vez que ambos estamos dentro, James acelera a toda velocidad hacia el hospital.   Sé que James va a una velocidad mucho mayor que la permitida y que sólo son unas cuantas calles hasta llegar al hospital, pero mi miedo hace que parezca como si fuéramos en cámara lenta, y no paro de decirle a James que acelere más, mientras trato de acomodar a Zara para que esté cómoda, sin embargo, su cara no tarda en ponerse roja y se le empiezan a hinchar los labios, y ella parece no poder respirar en absoluto.   Un miedo paralizante empieza a recorrer mi cuerpo al verla ponerse de esta forma, y me siento impotente por no tener ni idea de cómo debería actuar en este tipo de situaciones, debería ser capaz de protegerla y ayudarla cuando las cosas van mal, pero me siento como un completo inútil en este momento.   James frena con fuerza justo en frente del hospital y mientras yo tomo a Zara nuevamente en mis brazos para sacarla del auto, escucho como él está pidiendo ayuda a gritos, entonces unas enfermeras y un hombre que parece ser un médico, salen corriendo por las puertas dobles de la entrada de urgencias con una camilla, y yo me adelanto para poner a Zara suavemente en ella, al mismo tiempo que escucho a James explicarles a ellos que se trata de una reacción alérgica.   El médico asiente y luego empieza a impartir una serie de instrucciones al resto del personal médico que está con él, ellos empujan la camilla con rapidez hacia dentro del hospital y yo corro junto a ellos sin soltar la mano de Zara en ningún momento, pero antes de que crucen por otro set de puertas dobles, una enfermera me detiene poniendo una mano en mi hombro con fuerza, y me dice:   “No puede entrar a esta parte, por favor vuelva a la recepción y llene en el formulario los datos de la paciente, tan pronto como tengamos noticias, le haremos saber,”   Yo asiento como idiota sin saber qué decir, y luego doy media vuelta y me devuelvo hacia la recepción en donde James ya está llenando parte del formulario, lo cual agradezco, pues no estoy seguro de que sea capaz siquiera de sostener un lápiz en la mano en este momento, y cuando James empieza a preguntarme cosas sobre Zara, tales como su tipo de sangre o condiciones médicas, me doy cuenta que en realidad no tengo idea de la respuesta a ninguna de esas preguntas.   James en vez de juzgarme o decir algo, simplemente toma su teléfono y le marca a Susan, la asistente de Zara, para preguntarle sobre estas cosas y ella le dice que ya llamó a la madre de Zara para informarle lo que estaba pasando, y justo cuando James me está diciendo lo que habló con Susan, su mirada se desvía hacia la puerta y yo volteo de inmediato para encontrarme con una Sophia bastante agitada, e inmediatamente frunzo el ceño hacia ella, pues aunque sé que no es su culpa lo que pasó, no puedo evitar sentir un poco de rabia hacia ella en este momento.   Sophia se sienta a mi lado y empieza con un pequeño monólogo acerca de lo fatal que se siente por lo que pasó y disculpándose una y otra vez, pero yo no la escucho, pues mi atención se acaba de enfocar en el médico que recibió a Zara, el cual viene caminando directo hacia nosotros y mi corazón empieza a latir con fuerza, por el miedo que me produce el pensar que él trae malas noticias. **NOTA DE LA AUTORA**   ¡Hola, queridos lectores!   Primero, me gustaría agradecerles a todos por su amor y apoyo durante el tiempo que llevo escribiendo esta historia. Leo todos sus comentarios y me encantan sus reacciones y teorías sobre la historia; por lo que les tengo noticias que sé que han estado esperando. A partir de esta semana, comenzaré a publicar los primeros capítulos de la historia de Dominic, se llamará: "Las leyes del amor, la lujuria y las mentiras" y será una historia paralela a esta, en lugar del tercer libro de este serie; esta nueva historia solo tendrá nuevos capítulos los fines de semana, ya que continuaré subiendo nuevos capítulos a diario en este libro.  Me encantaría si pudieran agregar ese nuevo libro a su biblioteca y brindarle todo el apoyo que le han brindado a este.

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