CAPÍTULO CUATRO

1261 Words
ZARA   Noto que Tom está mirando detenidamente a Dominic, con una mirada recelosa y se ve un poco enojado, y por un momento me tensiono pensando que van a haber problemas entre ellos dos, pero el momento de tensión se desvanece rápidamente cuando caigo en cuenta de que ni Tom, ni Dominic son de ese tipo de hombres.   Tom sólo reaccionaría de forma violenta ante una situación extrema, como la vez que ese imbécil trató de besarme a la fuerza y Tom me lo quitó de encima para después noquearlo, recuerdo lo mucho que me encendió verlo de esa forma, él que usualmente es reservado y hasta tímido, pero cuando quiere puede convertirse en el macho alfa sobreprotector, y eso es algo verdaderamente sexy.   Contrólate Zara, este no es el momento. – me regaño a mí misma al notar que empiezo a sentirme caliente con sólo pensar en Tom y su lado más animal.   Miro a Dominic y me doy cuenta de que aún si Tom lo provocara, él no caería en ese tipo de juegos, no lo veo peleando con nadie de forma física, aunque con ese cuerpo podría noquear a cualquiera sin ningún esfuerzo, pero no lo haría sin una razón válida, después de todo es inglés, siempre prefiere la diplomacia y los ataques verbales, lo suyo es el ingenio y los comentarios brutales que pueden destruir a cualquier persona con unas cuantas sílabas, lo cual también me parece sexy y fue una de las razones por las que empecé a salir con él hace poco más de un año.   Nos conocemos desde que lo contraté a él y a su equipo para ejercer la defensa del señor Diaz, sabía de su reputación y me aseguré de contratar a los mejores para asegurar un resultado favorable, lo cual resultó ser acertado, pero en ese momento, aunque me pareció muy atractivo, no tuve más ideas respecto a ello, estaba encandilada con Tom y nadie más se le podía comparar, sin importar qué tan atractivos fueran.   Supongo que él pensó que yo era muy joven, después de todo él es diez años mayor que yo, y para esa época yo tenía diecinueve años, apenas si podía entrar a los bares con identificaciones falsas, no que realmente fuera mi estilo hacerlo, pero asumo que él no me vio de esa forma en ese momento, para él siempre fui una cliente más.   Pero todo cambió hace poco más de un año cuando ambos asistimos a una gala benéfica y nos dimos cuenta de que estando juntos nos íbamos a beneficiar más que yendo solos a ese tipo de eventos, pues yo podía evitar los comentarios incómodos de por qué estaba sola o si el idiota que había encontrado como acompañante era mi novio, o los comentarios inapropiados de borrachos invitándome a salir, sin mencionar esos idiotas que se creían con el derecho de coquetear conmigo y tratarme de forma despectiva por ser una mujer joven metida en el mundo de los negocios, de alguna forma, pensaban que los necesitaba para poder avanzar en mi carrera, pobres ilusos.   Y Dominic no la pasaba mucho mejor, al pasar de los treinta años la gente empezó a presionarlo para que presentara alguna novia, o aún peor, para que se casara, los comentarios acerca de su dudosa sexualidad eventualmente empezaron a esparcirse en todos los círculos sociales, y aunque a él no le puede importar menos lo que digan de él, sí es algo que con el tiempo empezó a afectar su negocio, pues algunos de sus clientes eran bastante conservadores y empezaron a irse con su competencia, sin mencionar el hecho de que estaba cansado de que las mujeres, especialmente las ebrias, se le abalanzaran encima a cada oportunidad que tenían.   Ese día llegamos a la conclusión de que nos podíamos ayudar mutuamente, ambos teníamos algo que el otro necesitaba, una persona atractiva, exitosa, inteligente, de familias prestantes, pero lo más importante de todo: alguien que no esperaba nada más de ese pequeño intercambio de compañía y poder, yo sabía que él no quería una novia intensa y pegajosa que estuviera acosándolo por darle un anillo y para que le presentara a sus padres en navidad, y él sabía que yo no quería a un novio celoso y posesivo, que esperara que me convirtiera en la perfecta esposa trofeo y eventualmente me presentara un anillo y tratara de forzar su apellido en mi identificación.   El trato es más que perfecto, ambos nos acompañamos en los eventos importantes sin poner etiquetas de ningún tipo, hablamos y nos aconsejamos sobre los asuntos importantes de nuestros respectivos negocios, y de vez en cuando terminamos en la cama después de algún evento, sin esperar una llamada o un mensaje cursi del otro en la mañana, simplemente sexo y eso es todo, sin ataduras ni complicaciones.   Y debo admitir que el sexo con él es bastante bueno, un poco rudo, pero me gusta.   Después de lo que pasó con Tom, salí con un par de chicos y tuve sexo con ellos, pero fue una total decepción, seguía comparándolos con él, seguía tratando de encontrar a alguien que me mirara de la forma en que él lo había hecho esa noche, alguien que me tocara con la misma devoción con la que Tom me había tocado, y, sobre todo, alguien que me hiciera ver las estrellas de la forma en la que él lo había hecho, pero todo era completamente diferente y decepcionante.   Así que cuando me acosté con Dominic la primera vez y él no trató de endulzarme el oído con palabras tiernas y promesas vacías, sino que me follo duro y sin pararse a perder el tiempo en esas cursilerías y estupideces románticas, decidí que si no podía encontrar a alguien que me hiciera sentir tan bien como Tom lo había hecho, entonces estaba bien si me quedaba con alguien que sólo me daba placer y me ayudaba a soltar un poco de ese vapor que con el tiempo se iba acumulando.   Supongo que para Dominic fue un alivio también, poder liberar un poco de ese deseo acumulado sin preocuparse por cómo se iba a deshacer de la chica después sin exponerse a una escena ridícula, o a que le arrojaran tacones a la cabeza cuando les dijera que él no quería ningún tipo de relación con ellas, sin tener que quedarse atrapado en un abrazo incómodo después del sexo, simplemente tener sexo y ya, ‘gracias por el buen rato, nos veremos en una próxima ocasión’, y después cada uno continuaba con su vida sin estar molestando al otro y preguntándole cuando se iban a ver nuevamente.   Recuerdo que cuando terminamos de hacerlo la primera vez, él se veía un poco arrepentido y pensó que había arruinado nuestro trato perfecto por culpa de un par de tragos, así que cuando terminamos  y yo me levanté de la cama, me duché y después de cambiarme, me despedí de él como si nada hubiese pasado, su expresión fue de total asombro y alivio, desde ese momento nos acostamos de vez en cuando, sobre todo después de haber asistido a algún evento importante y haber bebido un par de tragos, así ambos estamos tranquilos, libres de las presiones del resto de las personas quienes esperan una relación estable.   Todo ha funcionado de maravilla, yo estaba perfectamente contenta con nuestro acuerdo, esto es, hasta que ciertos ojos azules se posaron sobre mí y me hicieron cuestionar todo nuevamente.   ¿Realmente estoy feliz así, o simplemente me estoy conformando con lo fácil?
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