CAPÍTULO TREINTA Y TRES

1857 Words
TOM   Las palabras de Zara encienden algo en mí que es difícil de comprender, es como un deseo que solo se despierta cuando ella está cerca de mí, y se hace mil veces más fuerte en el momento en que la escucho decir las palabras que siempre había querido oír de ella.   En el fondo siempre he sabido que ella siente lo mismo por mí, pero es tan testaruda que es capaz de mentirse a si misma con tal de no aceptar que otros tienen la razón, así que el hecho de que lo esté aceptando en este momento es un gran paso para nosotros.   Tomo su rostro entre mis manos y la beso como si mi vida dependiera de ello, ella usa su mano buena para ponerla sobre mi pecho y agarra un pedazo de mi camisa para acercarme más a ella, un gesto que sólo logro avivar aun más la llama dentro de mí, por lo que, teniendo cuidado de no lastimar su brazo izquierdo, la tomo por la cintura y la levanto hasta que queda sentada sobre la encimera de la cocina.   Zara abre sus piernas inmediatamente para que me posicione en el medio de ellas, y cuando lo hago, ella envuelve mi torso con sus piernas sin dejar de besarme, sin siquiera darme cuenta, mis manos empiezan a recorrer su cuerpo como si tuvieran vida propia, mientras una de mis manos sube y baja por sus piernas, la otra encuentra su camino por debajo del blusón color crema de Zara que la hace ver tan adorable, pero en este momento eso es lo último en lo que estoy pensando.   Cuando mi mano se cierra sobre uno de sus pechos por encima de la fina tela de su brasier, ella suelta un suspiro de satisfacción y yo dejo sus labios para empezar a besar su mandíbula y bajar hasta su cuello, dando pequeños chupones y mordiscos por el camino que logran robarle a Zara un par de gemidos leves y yo siento que mi pantalón se va a romper de lo apretado que se siente.   Así que pongo mis dos manos sobre su cadera y la levanto en mis brazos para llevarla hasta lo que supongo que es un dormitorio, o eso espero, mientras voy caminando, Zara me besa los labios, las mejillas, la mandíbula y empieza a morder el lóbulo de mi oreja, enviando corrientes por mi cuerpo que se expanden rápidamente hasta llegar a mi entrepierna, la cual ya siento que empieza a palpitar por la inmensa excitación que siento en este momento.     Afortunadamente, el primer dormitorio que encuentro parece ser el de Zara y tan pronto como llego junto a la cama, la bajo sobre ella con cuidado y empiezo a quitarle las botas, las medias, luego el blusón con cuidado de no lastimar su brazo, cuando le quito el pantalón, veo que lleva unos pantys de encaje rosa pálido, los cuales hacen juego con su brasier.   La imagen del cuerpo perfecto de Zara hace que me quede congelado por un momento mientras admiro sus pechos redondos, su diminuta cintura y piernas largas y torneadas, sé que ella se ejercita desde muy pequeña, pero también sé que un cuerpo como el de Zara debe ser un regalo de los cielos, y tenerla a ella aquí, debajo de mí y mirándome de la forma en que ella lo hace, con esa mezcla de deseo y anticipación, hace que mi mente se nuble por la lujuria y empiezo a besar cada centímetro de su cuerpo.   Ella gime en voz alta y se retuerce mientras mi lengua traza círculos sobre ese punto de placer que había querido probar desde hace tantos años, y cuando ella está cerca del c****x, sus piernas se cierran alrededor de mi cabeza mientras ella gime con fuerza y echa su cabeza hacia atrás mientras pone los ojos en blanco.   Ver a Zara tener un orgasmo tiene que ser uno de los mejores espectáculos que vaya a presenciar en mi vida, y planeo seguir viendo muchos de ellos por tanto tiempo como sea posible.   Cuando levanto mi cabeza y me posiciono entre sus piernas, veo que Zara estira su mano hacia el primer cajón de su mesita de noche y saca un pequeño envoltorio plateado, sin perder tiempo, rasgo el paquete y me pongo el condón lo mejor que puedo, pues las manos no paran de temblarme.   Después de que el condón está puesto, me posiciono nuevamente entre las piernas de Zara, pero ella pone una mano sobre mi pecho para detenerme, lo cual hace que me paralice y frunza el ceño, creyendo que ella ya se arrepintió de esto, pero para mi sorpresa, Zara envuelve sus piernas alrededor de mi torso y luego nos gira a ambos hasta que ella queda a horcajadas sobre mí.   Estoy tan sorprendido que no me atrevo a decir, ni hacer nada, excepto admirar su belleza, mientras ella se levanta un poco y tomando mi m*****o con su mano, lo guía hasta su entrada húmeda y empieza a descender lentamente, enterrándome en ella en una cadencia tortuosa, haciéndome sisear de placer.   Zara empieza a subir y bajar lentamente al principio antes de empezar a moverse, tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no venirme, pues la sensación es tan placentera que creo que podría estallar en cualquier momento, sin embargo, ella para un poco y después empieza a trazar círculos con su cadera, lo cual me hace rodar los ojos de placer y ella no tarda en empezar a gemir en voz alta al mismo tiempo en que aumenta la velocidad de sus movimientos.   Cuando siento que sus piernas se comienzan a apretar contra mis muslos, sé que ella está cerca de su liberación, por lo que levantando mi torso levemente, pongo mis manos en sus caderas y tomo uno de sus pezones entre mis labios empezando a succionar con fuerza, lo cuál hace que Zara empiece prácticamente a gritar de placer y a moverse aún más rápido, los espasmos de su interior hacen que se cierre alrededor de mi m*****o y no puedo soportarlo más, por lo que termino teniendo un fuerte orgasmo al mismo tiempo que ella.   Tan pronto me recuesto nuevamente sobre la almohada, Zara se inclina y pone su mejilla sobre mi pecho mientras jadea por el esfuerzo, así que con una de mis manos comienzo a acariciar su cabello y con la otra trazo círculos en su espalda desnuda, al mismo tiempo que trato de calmar mi respiración errática y mi corazón martillando en mi pecho.   “Tu corazón late muy fuerte,” ella me dice en un susurro.   “Es porque estás cerca,” le respondo y siento como sonríe contra mi pecho.   “No seas cursi,” me responde riéndose.   “No lo soy, es la verdad, tú eres quien hace que mi corazón empiece a latir como loco,” le respondo y ella levanta la cabeza mientras me mira con los ojos entrecerrados.   “¿Y qué hay de la rubia?” me pregunta en tono acusador.   “Ya te dije que no tengo nada con ella,” le respondo, pero parece no creerme del todo.   “Pero salieron juntos,” ella afirma.   “Si,” le respondo aunque no fuese una pregunta.   “¿Y tuviste sexo con ella?” Zara me pregunta.   “Si,” respondo simplemente, pues sería estúpido negarlo.   “¿Y te gustó?” ella pregunta nuevamente.   “Si, pero fue diferente,” le respondo ya sintiéndome un poco incómodo con el cuestionario de Zara.   “¿Diferente a qué?” ella insiste.   “Diferente a esto, a lo que pasa contigo, no sé cómo explicarlo, pero no es lo mismo, no es ni remotamente igual, también me acosté con otras dos chicas mientras estaba en Tokyo y no sé por qué, pero no sentí ni la décima parte de lo que siento contigo, llámame cursi, pero es la verdad,” le digo con total sinceridad y ella inclina su cabeza hacia un lado, como si estuviera estudiando mis palabras.   “No, no es cursi, sé a lo que te refieres, también me he acostado con más chicos y definitivamente no es igual, ni siquiera con Dominic es así, no sé qué sea, pero es muy diferente, es más… fuerte,” ella dice y yo siento que mi corazón se hincha de alegría al oírla decir eso.   “¿Realmente tienes que ir a Londres con él?” Le pregunto mirándola a sus hermosos ojos verdes.   “Si, tengo que hacerlo, se lo prometí y él me necesita, no puedo defraudarlo,” ella me responde con seriedad.   “Pero, no entiendo por qué no puede simplemente llevar a otra chica, ¿por qué insistes en que tienes que ir? Nadie puede obligarte a hacer algo que no quieras,” le insisto, pero ella niega con la cabeza.   “No lo entiendes, él necesita que yo vaya, ninguno de los dos quiere hacerlo, pero es necesario que lo haga,” ella me responde y yo frunzo el ceño.   “Si ninguno de los dos quiere, ¿entonces por qué lo hacen? Explícame por favor, ¿qué está pasando?” le pregunto y ella frunce los labios, considera mi pregunta por un momento y luego se levanta y se pone una bata de seda que tiene junto a la cama.   “No es algo que pueda discutir contigo, es su vida privada y no es mi lugar divulgarla,” ella me responde evasivamente.   “Zara, ¿él te está chantajeando o algo así?” le pregunto con creciente molestia y ella rueda los ojos.   “No, no es nada malo, al menos no para mí, es sólo un favor entre amigos, ¿puedes por favor soltar el tema? Ya no quiero hablar más de eso,” ella me dice con molestia.   “Bueno, ¿entonces vamos a hablar de nosotros?” le pregunto y ella se queda callada por un instante.   “Tom, ya te dije que no puedo darte lo que tu quieres, no vamos a poder tener ese tipo de relación, al menos no ahora, ya tengo demasiado en mi plato,” ella me dice.   “Ni siquiera sabes lo que quiero, si me dejaras hablar te explicaría que lo único que espero de ti es que estés dispuesta a intentarlo conmigo, no espero que seas la novia perfecta, ni que hagas todo lo que tú crees que debes hacer, sólo quiero saber que estamos juntos y que poco a poco vamos a construir algo estable, no tienes que anunciarlo al mundo si no quieres, de hecho, creo que sería mejor que la gente en la compañía no se enterara, sería muy incómodo para mí también, pero podemos hacerlo, sé que podemos,” le insisto y ella me mira en silencio por un momento.   “No lo sé Tom, sería demasiado complicado para los dos,” ella me responde.   “Al menos dime que lo pensarás, esperaré a que vuelvas de Londres con una respuesta, ¿vale?” le digo y ella finalmente asiente con una sonrisa tímida.
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