CAPÍTULO 10: PREFIERO ESTAR MUERTA QUE CONTIGO. A la mañana siguiente, Artem se dirigió de nuevo a la habitación de Liana. No la había vuelto a ver desde que la dejó. Quería darle tiempo para que se calmara y enfrentara la dura realidad que les esperaba. Al abrir la puerta, se encontró con un panorama desolador: la habitación estaba hecha un desastre. La ropa y los objetos personales estaban esparcidos por el suelo, como si alguien hubiera salido apresuradamente. —¿Liana? El silencio fue su única respuesta. Miró a su alrededor y la preocupación comenzó a crecer en su interior mientras se dirigía al baño. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. —Liana —llamó, su voz en un tono más suave de lo que normalmente usaba—. Es hora de irnos. Todo permaneció en silencio, y no había señale