CAPÍTULO 16: NOCHE DE BODAS. Al entrar, Artem, Alexei y otro hombre se giraron para verla. El tiempo pareció detenerse. Sin embargo, Artem sintió que el aire abandonaba sus pulmones. El vestido de Liana era sencillo pero elegante, se ajustaba a sus curvas de una manera que no había esperado. El escote sutil revelaba lo suficiente para que su imaginación corriera desbocada, y el encaje acariciaba su piel como si estuviera hecho para que él lo deslizara fuera de su cuerpo. Su mente se llenó de imágenes prohibidas. Se la imaginó debajo de él con los labios entreabiertos mientras gemía su nombre. La idea de tomarla, de hacerla suya lo consumió por un instante. Apretó los puños, tratando de sofocar el deseo que lo inundaba. Pero sentía una urgencia casi primitiva de despojarla de ese vestid