CAPÍTULO 86: UN BESO ARREBATADOR. Liana intentó resistirse, pero la intensidad con la que Artem la besaba, la forma en que sus labios parecían devorar los suyos, hacía que su resistencia se derritiera rápidamente. Era imposible ignorar la pasión, la furia con la que él intentaba demostrarle que nadie, ni André, ni ningún otro, podría besarla como él lo hacía. Y aunque odiaba la forma en que él la controlaba, cómo esa posesividad la envolvía, no podía negar que una parte de ella lo deseaba de la misma manera. Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, sus cuerpos aún pegados, la tensión entre ellos más palpable que nunca. Artem la miró, con los ojos ardiendo de celos y dolor, pero también de algo más profundo, algo que nunca había dicho en voz alta. —No te atrevas a decirme