Sin duda estar calles y vivir de la venta de estupefacientes, cambia la vida sin darnos cuentas, empiezas con unas cuantas horas fuera de casa hasta pasar días sin regresar, sin ver a tu familia, sientes que ese mundo y las personas que te rodean son tu familia, llega el punto en que no quieres hacer nada más sino eso, vivir la adrenalina que genera huir de la policía o de las emboscadas de las otras bandas enemigas. El dinero sin duda es el mayor premio, habían días que podía hacer hasta tres mil dólares y en días malos ochocientos, todos los días se vendía como pan caliente, por lo que cada dos días debíamos ir por mas, en ocasiones solíamos ayudar a miembros de la comunicad, personas de bajos recursos, sobre todo niños, madres solteras y personas de la tercera edad, obsequiándoles b