Por más que lo intentaba no podía dejar de pensar, lo presentía, estaba seguro de que lo dejaría. Los pensamientos lo desvelaron hasta muy tarde, cuando ella despertó él acababa de cerrar los ojos; por lo tanto, el sueño era muy profundo. Se apartó de él con cuidado y busco su camisón, a pesar de lo que iba a hacer, se le veía serena y tranquila. Fue a ducharse e inmediatamente después, se vistió, vaqueros, un jersey abrigado, sus botas. Se dedicó a preparar el baño para Gerardo y el desayuno antes de comenzar a guardar sus cosas en las maletas.
Para cuando él despertó todo estaba listo, el desayuno servido, el baño y las maletas, al verlas sintió como una puñalada fría en el estómago, esperaba que podrían hablar antes que ella estuviera completamente decidida y esa esperanza murió al verle la cara.
Ella siguió su mirada.
_ Me voy en la tarde, ya compré el boleto para las cuatro. Después que hablemos y te vayas al trabajo, voy a renunciar, me acaban de confirmar el inventario para entregar la tienda.
_ No entiendo, Mariana. ¿A dónde vas?
_ Me regreso a San Luis con mis papas.
_ ¿Por qué? No lo hemos hablado y quedamos que irías a final de año, todavía falta para esas fechas. Cuando te hablé de radicar en esta ciudad te advertí que no volveríamos pronto a San Luis.
_ Tu no volverás, yo sí y para siempre, te estoy dejando.
_ ¿Dejándome? ¿Por qué?
_ Porque fue un error venir a vivir contigo, nuestra relación estaba perfectamente antes. Tuvimos estos meses para darnos cuenta, tu vives mejor solo, haces y deshaces, vienes y vas según el trabajo te lo permite y sin mi aquí, trabajas mejor. Ya no tienes que preocuparte por que yo estoy sola todo el día o por cumplir con tus obligaciones maritales por las noches cuando estas muy cansado o mejor aún, lo que tanto deseas posponer, convertirte en padre, darme un hijo ya no será una preocupación para ti.
Quería ser fuerte al hablarle de eso, estaba luchando por contener las lágrimas, pero estas vencieron y rodaron con toda libertad por sus mejillas, las palabras se entrecortaron y el nudo en la garganta casi la ahogó, el sollozo fue violento. Hasta ese momento se dio cuenta del dolor que había guardado durante todos esos meses.
Quiso acercarse para consolarla pero ella lo alejo con los brazos, lo empujo y le ordenó que no la tocara.
_ ¿Qué te pasa? ¡No sé de qué estás hablando, no quiero que te vayas! Tener un hijo no es un problema para mi, se retrasó por el trabajo y la distancia pero ahora estamos juntos. Me gusta estar contigo, hacerte el amor, sé que tengo mucho trabajo. Pero estoy tratando de trabajar menos y llegar más temprano, algunas veces no lo logro, pero trato. Con respecto al sexo, bueno si te he tenido muy abandonada, pero llego cansado y no ha sido mi intensión mostrarme apático. Hago todo lo que puedo por besarte y apapacharte por las noches, solo que el cansancio me ha ganado algunas veces.
_ Todas esas excusas ya las he oído antes…… ¡oh Gerardo, perdoname! No fue mi intención decirlo. Precisamente por eso me voy, no quiero ser una carga y complicarte más la vida. Se muy bien que trabajas demasiado, es obvio que llegues cansado a casa.
_ No seas condescendiente, prefiero la sinceridad. Tú siempre has sido sincera conmigo. Se perfectamente que estas enojada y que todo esto te suena a pretexto, porque no lo dices con todas sus letras. ¡No quiero que te vayas!
_ Las cosas no van a cambiar yo lo se. No estás dispuesto a prometerme nada que no puedas cumplir y el trabajo no te lo permite. Yo me siento muy, muy sola, fue muy difícil empezar de cero aquí, pasar todos esos días sin hablar con nadie, querer salir a algún lado y no tener a donde ir. Me he deprimido terriblemente y tu reticencia a tener un hijo lo ha complicado mucho más. Al menos en San Luis tengo amigos, familia, mi casa, allá sin ti me sentía sola, pero más acompañada que aquí. Mira el lado positivo, tu puedes trabajar sin complicaciones y yo me sentiré menos sola, en una ciudad que conozco y miles de lugares a donde ir.
_ ¡No! No quiero, ¡no puedo!
_ Ahora no se trata de ser egoísta, yo te devuelvo tu libertad. Tu debes dejarme ir.
_ ¿Y qué voy a hacer yo con una libertad que no quiero? que no te pedí, que nunca perdí. Que voy a hacer con la soledad que me envuelve cada noche cuando regreso a una casa vacía y fría. Amo tanto regresar del trabajo y encontrarte esperándome, cenar juntos, ver la televisión y dormir abrazados, sentir tu cuerpo cálido cada vez que dormido hago un movimiento o que por las mañanas al despertar siento tu cuerpo acurrucado a mi espalda. Me encanta mirarte por las mañanas con tus diminutos bóxers, ir de un lado a otro en la cocina o pasarnos el domingo en la cama viendo televisión. Adoro los pucheros que me haces cuando tengo que ir a trabajar y tu risa cuando regresó enseguida porque no me dejaron entrar. Me gusta llegar a casa y contarte lo que pasó en el trabajo.
_ Si ya lo se, a mi también me encanta todo eso, pero yo tengo otras necesidades insatisfechas, y ese poco tiempo que pasamos juntos no me llena. Siento un vacío dentro, y por mas que he tratado de convencerme no lo he logrado. Trate de verle el lado positivo a no tener hijos, pero es algo a lo que no podré renunciar nunca. Si supiéramos que no podemos tenerlos sería diferente, me resignaría, pero ni siquiera eso puedo saber porque tu no quieres ni hacer el intento.
_ Si vamos a tener hijos, nunca te he dicho que no.
_ Pero tampoco me has dicho cuando, y mi reloj biológico sigue corriendo, cada vez será más complicado y además yo no quiero, ni puedo esperar.
_ Bueno, si te vas menos tendrás un hijo.
_ No voy a aceptar chantajes y menos de ese tipo. Me voy a ir pero para siempre de tu vida, no esperes que nuestra relación continué igual que antes.
_ ¿A qué te refieres?
_ Estoy diciendo que; en cuanto yo crucé esa puerta, todo entre nosotros habrá terminado. No volveremos a vernos y apenas llegué a San Luis voy a solicitar el divorcio.
_ ¡¡Claro que no, tu no harás tal cosa!!
_ Puedo y lo haré. Voy a buscar tener un hijo y no quiero faltarte al respeto cometiendo adulterio.
Vio su cara y el como de casi transparente por la sorpresa pasaba al rojo de ira y coraje. Se acercó a ella amenazante. La tomó por los antebrazos y la sacudió, ella se aferró a sus brazos para aminorar la violencia de la sacudida.
_ ¡Estás loca! No voy a permitir eso y por supuesto no firmaré el divorcio y tu no vas a andar de… de… ¡Eres mi esposa, mi mujer! No voy a tolerar que… que otro hombre ponga sus asquerosas manos sobre ti. Nadie más que yo puede tenerte.
La soltó de pronto como si su piel lo hubiese quemado. Vio las lágrimas que resbalaban por sus mejillas y como se frotaba los antebrazos para aliviar el dolor y se maldijo entre dientes al ver los moretones que empezaban a formarse. Le dio la espalda para no ver la decepción en los ojos de su esposa. Ella comenzó a hablar entre sollozos.
_ No entiendo porque… cuando una mujer habla de sus necesidades tan…abiertamente se le toma por loca o por… zorra y golfa. Tu me exigiste sinceridad, te la estoy dando, no vuelvas ahora la cara cuando conseguiste lo que pedías.
_ ¡Perdóname! No fue mi intención lastimarte. — quiso acercarse pero lo rechazó — Es que… el solo hecho de imaginarlo me hace hervir la sangre.
_ Nunca fuiste un hombre celoso.
_ Confió en ti, jamás he dudado de tu fidelidad y de tu amor. Y ahora me hablas tan abiertamente de entregarte a otro, tan solo para conseguir un hijo, jamás fuiste así de fría y calculadora.
_ No voy a entregarme a cualquiera, buscaría un hombre bueno que quisiera formar una familia.
_ Aun peor. No hablas de una noche, si no de pertenecerle para siempre. Un hijo te uniría a él para siempre. Y eso es algo que no permitiré jamás.
_ Yo no le pertenezco a nadie más que a mi misma. ¿Compartiría mi vida con él? si, pero me pertenezco a mi misma.
_ ¡Basta! Esta conversación ya me harto. Ni nos vamos a divorciar, ni te vas a ir de esta casa y mucho menos te vas a casar con otro.
_ ¿Aaahh si? Me gustaría saber como me lo vas a impedir, acaso golpeándome y encerrándome en estas cuatro paredes.
_ No, no lo sé.
El teléfono lo sobresaltó. No quería contestar porque significaba el final de esa conversación y no podía dejar las cosas en ese punto. Lo tomó para ver quien marcaba y la cara se crispó en una mueca de desagrado, al momento volvió a sonar.
_ No te preocupes, contesta. Adelante por mi no hay problema.
_ Solo cinco minutos. Esta conversación no ha terminado.
Abrió la puerta de la calle, para Mariana fue más que obvio, no saldría al patio si creía que podría escaparse aprovechando el receso. Ella fue hasta el espejo para inspeccionar la zona dolorida, los moretones eran bastante obvios, por algunos días no podría usar blusas de manga corta. Se limpió los restos de lágrimas y se secó los ojos. Sabía que no iba a ser fácil, pero estaba resultando peor de lo que pensaba. Escucho abrirse la puerta, salió del cuarto y leyó su expresión en el rostro. Tenía que irse, no podía quedarse más tiempo en casa.
_ Surgió un problema grave, ya sabes cómo es esto. ¡Por favor, no te vayas! tenemos que hablar. Sería injusto que te fueras así, sin darme la oportunidad de… — otra vez el teléfono — Si no voy y atiendo esto, adiós estás despedido. Por favor, prométeme que no te vas a ir.
_ No puedo lo siento, ya compre el boleto.
_ No hemos terminado… — otra vez el teléfono.
_ Mariana, te estoy suplicando.
_ No lo sé, no te aseguro nada. Quizás si terminas antes de las cuatro de la tarde.
_ Eso es suficiente para mi. Esta bien, debo irme. ¡Te amo!
Tomó su mochila y salió de prisa de la casa hablando por el manos libres. Miro por la ventana hasta que vio el auto alejarse por la calzada. Tomó su bolsa, las llaves y el celular, tenía el tiempo justo para llegar y comenzar el inventario para entregar la tienda. En cuanto paró el taxi y subió, se acordó de su saco que olvidó en el respaldo de la silla. Los moretones se veían a simple vista.
_ ¿Le paso algo señorita? ¿Alguien la lastimo?
_ No, estoy muy bien.
_ Segura, esos golpes parecen recientes y se ve un poco nerviosa.
_ No se preocupe, todo esta bien, gracias.
_ Si usted lo dice.
_ Le agradezco su preocupación, pero todo está bien. Tuve un problema con mi hermana y bueno, nos golpeamos mutuamente.
_ OK.
Minutos después por fin llegó a la tienda. La mirada incrédula del taxista le hizo el viaje interminable. Para cuando llegó, el inventario casi concluía y solo la esperaban para checar las diferencias, entregar la contabilidad y firmar la entrega. Todo estaba perfectamente y la chica que recibió la tienda quedó bastante impresionada por la eficiencia y el orden con que trabajaba la sucursal. Hablo a la oficina matriz y les pidió que le depositaran su liquidación en la cuenta de nómina, una vez firmada la renuncia y todo lo necesario, se despidió del personal todos le desearon buen viaje y se mostraron bastante tristes por su partida.
Casi había podido salir del tedioso laberinto que era la plaza comercial cuando una voz conocida y temida al mismo tiempo, la llamó por su nombre.
_ ¡¡Mariana, espera por favor!!
Quiso hacer caso omiso y aparentar que no escuchaba, pero estaba muy cerca y su voz era demasiado grave , el tono lo suficientemente alto para que la gente que pasaba desviara la vista. Se detuvo, esperó que llegara hasta donde ella se encontraba.
_ ¿Podemos hablar? Espere hasta que saliste de tu trabajo para abordarte.
_ ¿Quieres decir que estabas acechándome?
_ Bueno yo no diría acechar, solo espere el momento idóneo para acercarme.
_ Esta bien, tengo prisa. ¿Qué puedo hacer por ti?
_ Primero que nada quiero saber ¿como estas?, ¿cómo te sientes?
_ Me siento muy bien, gracias. Ahora si me disculpas tengo un poco de prisa.
La retuvo por el brazo y ella hizo una mueca de dolor que por supuesto no le pasó desapercibida y lo cual hizo que la vista recorriera sus brazos con interés.
_ ¿Quién te hizo eso? No puedo creer que el animal que tienes por esposo se atreviera a esto. Por mucho menos de esto le rompería el alma.
_ Tu no le vas a romper nada a nadie. No tienes ningún derecho…
_ Por supuesto que lo tengo. Alguna vez fuimos…
_ ¡Nada! Tu y yo nunca fuimos, ni somos y mucho menos seremos nada. Me siento completamente orgullosa de haber olvidado todo lo que tuvo que ver con nosotros en el pasado. Para mi es como si jamás nos hubiésemos conocido.
_ Desear que algo no hubiese pasado no hace que los acontecimientos se borren como por arte de magia. Y yo no voy a permitir que deseches lo que vivimos como si hubiera sido cualquier cosa.
_ En primer lugar baja la voz — miro alrededor y trato de aligerar la situación con una sonrisa falsa en los labios — Aquí hay gente que me conoce, peor aún, ubican a mi esposo. ¿Qué crees que van a pensar cuando me hablas en ese tono? En segundo lugar no se si te falta un tornillo o qué, pero lo nuestro hace mucho tiempo sucedió. No entiendo porque te obsesiona la idea de reanudar algo que murió y que no tengo la menor intención de revivir.
_ Está bien, me voy a calmar. Pero me gustaría que fueras conmigo a algún lugar más discreto y tranquilo para poder hablar.
_ No, no, no. Lo siento de verdad, no tengo nada que hablar contigo y además llevo prisa.
El teléfono sonó y cuando él vio el número, adivino la urgencia en su rostro, esa era la oportunidad que estaba esperando para desembarazarse de él. Cuando Marco se alejó unos pasos, ella aprovechó la oportunidad y huyó, caminaba lo más aprisa que le era posible para no llamar la atención, en cuanto vio a uno de los de seguridad de la plaza le dijo que ese hombre la estaba molestando. No espero a ver que lo retuvieron, en cuanto llegó al estacionamiento se subió al primer taxi libre que encontró.
Y para su mayor alivio, Gerardo no había regresado. Trato de dejar las cosas lo mas en orden que podía. Volvió a revisar que no quedara nada suyo en el departamento y pidió un taxi que la llevara a la terminal. Fueron eternos los minutos antes que el taxi delatara su presencia con el claxon. Al verla el chofer bajó del auto y la ayudó a llevar las maletas. Una vez colocadas en el maletero le abrió la puerta y regresó a su asiento, hizo girar el volante y con suma precaución sacó el vehículo del estacionamiento para integrarse con habilidad a la circulación de la avenida. A cada kilómetro que el coche avanzaba se sentía más lejos de su esposo.
Si, lo quería mucho, quizás demasiado y en ciertos momentos hasta llegó a creer que su amor lo asfixiaba. O tal vez no, quizás no lo quería tanto como pensaba, si así hubiese sido habría puesto el bienestar de él a su deseos, a su anhelos. Pero y entonces ¿que con aquella frase: “si no te quieres tú mismo cómo vas a querer a la otra persona” si tu no eres feliz como esperas hacer feliz a alguien más? Y a últimas fechas, ella no era feliz, algo le faltaba y eso ocasiona que pelearan. Agito la cabeza con severidad, esos pensamientos lo único que conseguían era darle dolor de cabeza. Y se daba perfecta cuenta que el sentimiento de culpa pugnaba con su amor propio y la renuencia a olvidarse de un deseo largamente anhelado.
Y también estaba el hecho de que Gerardo tenía razón, si se alejaba de él menores serían las posibilidades de tener un hijo. Claro que había montones de hombres lo bastante dispuestos a la tarea de hacer hijos, pero creía muy poco probable que ella andaría por ahí buscando prospectos. Para empezar no sabría por dónde comenzar a buscar, mucho menos iba a permitir que cualquier hijo de vecino le pusiera las manos encima y menos aún, quería comenzar relaciones lo suficientemente largas como para conocer un hombre antes de permitirse intimidades de ese tipo. ¡Por dios! Todo era un completo caos. Y que esperaba, ¿que Gerardo creyera todas sus mentiras se arrodillara ante ella, le pidiera perdón, la llevara a la cama y comenzarán lo antes posible con la tarea de hacer hijos? Todo era tan ridículamente estúpido, ella misma, su actitud, quería y no quería o que quería en realidad. El taxista se estacionó lo más cerca que le fue posible, al momento se le acercó un empleado para tomar el equipaje, lo cual ella agradeció porque eran varias las maletas y pesadas.