Apoyaba las manos sobre la encimera de la cocina. Su atuendo era correcto y pulcramente n***o, su reflejo en la ventana le devolvía la mirada. Tenia la cabeza llena de sentimientos encontrados, sentía una profunda pena por sus hijos. Habían perdido no solo un padre, un amigo, un maestro, un héroe, un apoyo, un pilar en sus vidas. Ella había perdido un esposo, pero había recobrado una libertad largamente anhelada y se sentía como esos pájaros que pasan mucho tiempo enjaulados y que cuando les abren la puerta de la jaula, no se van porque, o no saben como o tienen miedo de volar. Esa repentina libertad la tomo por sorpresa, casi la había olvidado, se había resignado. Jamás pensó en la muerte de Marco para liberarse de él y en la suya, solo algunas veces. Aun cuando su trabajo lo ponía