¡Qué siga la fiesta! Salgo con más mejillas rojas y voy directo a la cocina por un poco de hielo, Loretta se había fijado que nos habíamos desaparecido y empezó a sacar conclusiones: —¡Oye! ¿Te has tirado al guapo de Gabriel? Estuve pendiente y aparecieron juntos con una cara de sexosos que no se las cambiaba nadie. —A ella no le podía ocultar y le dije: —Le tenía unas ganas impresionantes hermana. Nunca pensé que se alcanzará tanto placer en tan poco tiempo. —No sabes lo que me había estado perdiendo. Ahora quiero hacerlo tantas veces como sea posible. —Ella intentaba hacerme señales de que me callara pero como sé que es toda tímida para esos temas seguía hablando mis impertinencias: —Qué me agarren del pelo y me den azotes en las nalgas, ¡Uy amarrada a la cama! Se imagina, qué me po