Tahití, allí era donde ella tenia que estar. Si aquella madrugada hubiera tenido el teléfono cerca, habría podido contestar a su llamada.
Después de aquel día, no volví a ver nuevamente a Mary Ann, nunca respondió mis llamadas ni mis mensajes. Nadie sabía nada de ella en el restaurante, su casa parecía estar vacía, pero el propietario había dicho que sus cosas seguían allí.
Simplemente se había esfumado.
Pasaron semanas hasta que me hice a la idea de que ella no volvería, sin embargo, seguí yendo aquel restaurante cada mañana, a pesar de que ella no era la que me atendía, a pesar de que ella ya no estaba. El lugar no era el mismo y todos lo sabíamos.
Pero yo no podía alejarme de allí, aún tenía la esperanza de que ella regresara.
Seguí llamándola y enviándole mensajes, no importa
