Anabella, quería sorprender a su amigo Alexander con un almuerzo especial, ella no lo podía ver, eso no importaba tanto para ella, lo único qué ella deseaba era poder agasajar a su amigo y a Priscila por gratitud hacía ellos, la sala de aquella casa estaba decorada hermosa, apenas llegaron los agasajados, se sintieron sorprendidos. —¿Y Esto? —Preguntó Alexander. —¡Cariño, te gastaste la vida! —Esto es poco por todo lo qué has hecho por mi, gracias mi amigo del alma. Alexander en aquel momento, sintió ansias de abrazarla y abrir sus sentimientos hacia ella, en vez de eso prefirió callar, tomó sus manos y le dió un suave beso, "Amor si supieras lo qué siento hacia ti", él corazón de Alexander latía cada día más fuerte, por Anabella, él no se decidía a confesar sus sentimientos por miedo