Anabella, había sufrido un desengaño amoroso; Su fuerza para seguir adelante era poderosa, nunca iba a ser menos qué su esposo Alfonso, ella: era amorosa, inteligente, fuerte, valiente, muy capaz para afrontar, todas las dificultades, decidió unirse a todas aquellas personas, qué la amaban incondicionalmente, Existía Alexander un encanto de hombre, también estaba Irene, junto a su madre.
Amaneció... Anabella se despertó con mucho ánimo, con ayuda de Gloria, la cocinera de su madre, se levantó y dió órdenes, quería un buen desayuno con todos los nutrientes necesarios qué exigían su vista.
—Gloria, ¡venga por favor!
—¡Mande señora!
—Por ahora estará a mis órdenes, hasta qué llegue mi dama de compañía, está prohibido la entrada a esta casa, del señor Alfonso.
—Si señora, ¡Cómo usted man
