—Señor Nansom, yo...— Empecé, pero él me interrumpió. —Rhina, por favor te lo ruego no me llames Mr.Nansom, llámame Javier—. Me suplicó y por un momento tuve la tentación de decir su nombre solo para ver si sonaba tan bien cuando lo decía yo como cuando lo decía él. Pero dudaba que eso fuera posible, este hombre era perfecto, inhumanamente perfecto. Tal vez por eso era tan aterrador. —No puedo vivir contigo—. Dije con una risita entrecortada, tratando incómodamente de alejarme de él para poner algo de espacio entre nosotros, pero él se adelantó, eliminando cualquier espacio que yo lograra crear. Era como si no entendiera muy bien las emociones humanas, a mí me parecía que ni siquiera se daba cuenta de que me sentía incómoda. Por lo que sabía de él hasta el momento, a pesar de ser un poco