Los días habían pasado muy deprisa, hoy era el día en el que se suponía que debía marcharme, y despertarme con la visión de mis maletas sentadas en un rincón empaquetadas de nuevo, no me había ayudado a afrontar el hecho de marcharme de nuevo. Tenía que irme por la tarde, pero había decidido irme esta noche, para prolongar el tiempo que me quedaba con mis padres antes de volver a mi apartamento. Mis padres y yo estuvimos fuera todo el día, aunque yo trabajaba, ellos insistían en pagar las cosas que yo deseaba comprar. Ser hija única tenía sus ventajas, pero me sentiría fatal si les dejara pagarlo todo, ya pagaban mi matrícula de por sí. Aunque para algunas cosas mis padres me ganaban, y las pagaban ellos. El pueblo era muy pequeño, así que solía ir de compras cuando venía a ver a mis padr