Clavo mis ojos en los del hombre y trueno mi cuello por la tensión que se forma en el aire, miro de reojo rápidamente con qué puedo atacarle sin lastimarla a ella o ensuciar su lindo vestido con la sangre asquerosa de ese sujeto. Mis fosas nasales se expanden por la rabia carcomiéndome. No puedo creer que este sujeto nos haya llegado de sorpresa y no me percaté ¡Tantos años de experiencia aniquilando y dejas que lo que más te importa sea atrapado! Me siento un imbécil pensando a mil por hora en las posibilidades mientras mis latidos arden en mi pecho. ─Hola, sacerdote ─dice con una sonrisa y le lanza un beso a Clem mientras ella forcejea─. Tranquila, Alfa me dijo que te tendría que entregar sin un rasguño, pero…quizá al probarte ni se dé cuenta ─manifiesta asquerosamente─. Primero, me la