Capítulo 5. Seré tu jefe.

1437 Words
Unas horas más tarde, la familia se preparaba para ver de nuevo a Adam Wexell, Margori se había puesto un vestido sexi, algo que llamara la atención de aquel despampanante hombre, mientras que el señor Kullen, buscaba su mejor botella de vino, mientras tanto, Ana, Ana terminaba de empacar sus cosas, no la ropa costosa qué la señora Kullen le compró, no, ella empacaba sus camisas viejas y cómodas qué la habían acompañado por años, y algunos recuerdos que le recordaban a su familia. Como aquel collar de conchas qué su prima pequeña le regaló para la buena suerte, o el collar qué su madre le dio, un billete de 50 dólares qué su padre le entregó y le dijo que lo guardara solo para emergencias extremas. Suspiró amargamente y sonrió. —Daré mi mejor esfuerzo — se dijo así misma. Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad… Adam caminaba a paso lento, con sus manos detrás de la espalda y su elegante traje sin ninguna arruga. —Nada de esto me gusta. Un hombre se estremeció y se frotó la frente. —Bueno señor Wexell…, es lo mejor que tenemos y… —¿Y se dicen ser la mejor compañía de autos?—Interrumpió Adam sin importarle mucho si era educado o no. —Bueno…tenemos un auto, pero…pero esta apartado por… —Quiero verlo. —Si señor, pero… —Mira…Martin— dijo Adam leyendo la pequeña placa qué identificaba al vendedor de autos de aquella concesionaria. —Dije que quiero ver, todos los autos qué tengas aquí, vine por una sola razón, y esa es que son la mejor compañía de autos, ¿Lo son o no?. El empleado tragó en seco y se ajustó la corbata. Cinco minutos después, Adam admiraba el hermoso auto deportivo de color n***o* qué estaba ahí. —Lo quiero. —Si señor pero éste auto ya esta apartado Si gusta le podemos traer otro igual y… —Quiero este. El empleado suspiró. —Déjeme hacer una llamada y vuelvo con usted. Adam solo lo miró y sonrió. Aquel empleado tuvo que llamar al gerente, quien a su vez, tuvo que llamar al mismo dueño. —¿Adam Wexell?. —Si señor, ya le hemos explicado qué él auto no se puede vender pero… —No digas tonterías, si ese hombre quiere comprarte los zapatos, más te vale que se los vendas, ¿Me entendiste?, véndele el auto qué quiere y no lo hagas esperar, dale el mejor trato, yo arreglaré todo después. …… —¿Dónde está?, ¿Por qué tarda tanto?—Preguntaba Margori desesperada mientras se acicalaba el cabello una y otra vez. El señor Kullen miró su fino reloj de mano y se preguntó lo mismo. —Ya es hora, debería de estar aquí, el señor Wexell es muy puntual él… “Ding dong”. Todos se sobresaltaron al escuchar el timbre de la puerta, Margori se puso de pie muy feliz, se acomodó sus ropas y sonrió. La señora Kullen inconscientemente también se arregló el cabello, había quedado maravillada con tan hermoso hombre, Adam era un tipo apuesto y varonil, su hermosa piel y esos labios. Mientras que Ana, solo pensaba en lo atormentada qué viviría con ese sujeto. “Que no venga”, ella había rezado con todo su ser para que él no viniera, pero al parecer, fue en vano. De pronto una de las empleadas llegó hasta la sala. —Llegó el chofer del señor Wexell—Informó. Un hombre bien vestido y de aspecto intimidante apareció detrás de la mujer. —Vengo por la señorita Ana Kullen. Ana se puso de pie y el señor Kullen solo frunció el ceño. —¿Y el señor Wexell?, ¿Por qué no vino él por ella?. —El señor Wexell si vino, esta afuera, esperándola en el auto. —¿Cómo?, ¿Afuera?, no no no, dígale que pase, él es bienvenido aquí él… —El jefe dejó muy en claro, que no quería pasar, por motivos personales, señorita, ¿Esta lista?, el jefe la espera. “El jefe”, Ana sintió escalofríos y asintió. —Si, esa es mi maleta— dijo ella y señaló la enorme maleta qué estaba lista para el nuevo viaje. El chofer de Adam, tomó la maleta y se apresuró a salir, Ana lo siguió y una vez fuera, se topó con aquella mujer, la mujer que acompañaba a Adam esa misma mañana, era una mujer de unos 35 años, de cabello corto y de vestimenta de oficina. Sin expresión en el rostro qué la hiciera ver amigable. También había dos autos, una camioneta blanca y enfrente un hermoso auto deportivo qué sobresalía por la ostentosidad. —Señorita Kullen, ¿Esta lista?. Ana asintió. —Por favor suba al auto— dijo aquella mujer mientras abría la puerta del auto deportivo. Ana apenas podía ver, pero estaba segura que dentro de aquel auto estaba ese tal Adam. Tenía miedo de subir ahí, ¿Pero había otra opción?, no. Ella sabía que no. Se aclaró la garganta y caminó lentamente hasta ese lujoso auto, volteo a ver la familia Kullen, de todos ellos, al único al que extrañaría, sería al joven Alan. Alan la miraba un poco entristecido, aunque era muy reservado, había logrado entablar una buena relación con Ana, la veía como la hermana mayor que siempre quiso tener, la despidió con la mano y Ana sonrió. Si, sin duda él sería el único al que extrañaría. —Un momento—Interrumpió el señor Kullen de repente— Yo sé que el señor Wexell es un hombre ocupado, pero tengo una muy buena botella de vino, y dado que ya vamos a ser familia… —Señor Kullen, el señor Wexell no tiene tiempo para socializar, ni siquiera con su familia, tenemos un vuelo que tomar, así que vuelva a su casa, la señorita Kullen estará en buenas manos, nosotros cuidaremos de ella—Dijo la mujer que estaba parada junto al lujoso auto, esperando que Ana subiera. Ana jamás había visto que alguien humillara tanto al señor Kullen, el señor Kullen siempre fue un hombre respetado e intimidante, pero éste día, Ana vio como lo hacían quedar como un tonto. Decidió no darle más vueltas al asunto y de una vez por todas caminó a paso firme hasta que llegó al auto, dio una gran bocanada de aire, y por fin se subió sin mirar al hombre que estaba en el asiento del piloto. Pegó un salto cuando la puerta se cerró a su lado y solo hasta entonces, cuando todo quedó en silencio y tranquilidad, ella se atrevió a girar un poco la cabeza. Adam tenía la vista al frente, pero al sentir la mirada de ella, no se contuvo, se giró para verla y la examinó bajo la luz tenue dentro de aquel auto. —Te vez asustada—Dijo con su voz varonil —No lo estoy— Afirmó ella rápidamente tratando de ocultar su miedo. —Deberías—Murmuró él. Dicho aquello, pisó el acelerador y condujo en completo silencio, alejando a la chica de esa vida a la cual no volvería. …….. —Iniciamos con el pie izquierdo, ¿Qué le parece si iniciamos de nuevo?. Adam sonrió. —¿Cómo podríamos hacer tal cosa?, tengo memoria fotográfica, no suelo olvidar nada. —Bueno, seremos esposos, deberíamos de llevarnos bien, ¿No lo cree?. —Ana en verdad quería llevarse bien con ese hombre, no parecía buena idea tenerlo de enemigo. —¿Y eso por qué?. —Pues porque viviremos juntos, compartiremos nuestras vidas. —Dejemos algo en claro Ana, ante la gente, seré tu esposo, el único hombre en tu vida, pero cuando estemos solos, seré tu jefe, ¿Entiendes?. Ana quedó en blanco, ¿Ahora que tonterías decía ese engreído hombre?, ¿Y por qué se veía tan atractivo manejando?. —¿Cómo que mi jefe?. —Se lo que la familia Kullen te obligó a hacer, ¿Crees que no iba mandar a investigar el pasado de mi futura esposa?, no me gustan las sorpresas, se que no eres sobrina de Dimitri Kullen, se que trabajas para él, se todo sobre ti… —No es lo que cree él… —No interrumpas cuando hablo—Advirtió Adam con seriedad. —En fin, ya no trabajarás más para él, de ahora en más, trabajarás para mi, de ahora en adelante, yo seré tu jefe. “¿En que lio me he metido?” se preguntó Ana mientras que sus manos empezaban a temblar ligeramente de nuevo.
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