A menudo escuchaba comentarios sobre lo apático o poco sensible que era, pero de lo que sí podía estar seguro en su totalidad era que yo era alguien racional. Entre lo que cabe por supuesto. Un ser pensante que asociaba con lógica la causa y el efecto. Un no implica no, y un sí implica un sí. Querer conservar la distancia, no atender llamadas o mensajes. Todas esas señales era con evidencia la de una persona no interesada en otra. Si todas esas señales las había dado a esa escalofriante aparición en mi vida de Rosalinda Williams ¿por qué seguía tratando de acercarse a mí? No solo estoy refiriéndome a aquel intento de cita que el maldito de mi tío Armando trató de pautar bajo ínfulas de supuestas inversiones, no. Desde ese intento de almuerzo ya hace una semana, esa mujer había consegui