Levka miró directo a los ojos de Grisa. Las noticias sobre la cacería no eran tan buenas como él imaginó. Grisa quería que las noticias fuesen mejores, sin embargo, las mujeres que siguieron por más de cinco días no daban los resultados que ellos querían. —¿Es todo lo que tienen hasta ahora? Grisa enderezó los hombros. —Solo encontramos vírgenes en los colegios. No era lo que los italianos querían ni lo más decente que podían encontrar, pero para pasar por las aguas sicilianas debían llevarles algo. Si no llevaban a las cien mujeres que ellos les pidieron, tendrían una guerra de territorio. Grisa era su perro más fiel, el que le daría las buenas y malas noticias sin ningún grado de tristeza o alegría en su mirada. Grisa no sentía nada. Él era como una vasija sin contenido, igual de h