Reflexiones de un ex-presidente (Pensamientos de Betancourt)

1515 Words
     Si hay alguna cosa que debo de confesar es que durante las noches no puedo dormir de tanta tontería que se me atraviesa por la mente. Que sí hubiera yo fusilado a los Generales desertores dentro de las filas del Gobierno que presidía, que si debí lanzarlos a todos a La Rotunda que debí haber hecho demoler hace años y ahora es donde me van a meter, la verdad es que ya no se ni que pensar. Un día me trasnocho con el socialismo ese que no funcionó en mi vida y el otro día en como carajos voy a hacer para volver a meterme en la política. Si solamente estos pendejos se hubieran dado cuenta que conmigo como presidente Venezuela no estuviera afrontando toda esa vaina de la guerra, pues otro gallo cantaría.      Aún hay masas que me respetan, eso sí, las tengo bien calladitas en puntos estratégicos de la ciudad de Cumaná, otras en México y por si fuera poco, aquí en Puerto Rico me tengo unos cuantos dispuestos a volver a la patria. Por otro lado, ya verán esos malagradecidos del partido que yo funde, tantos mendigos que acogí de la desidia de las universidades gomecistas para meterlos en la política y ¿Así me pagan? En algún momento me van a tener que devolver todos los favores que me han pedido y que yo con tanto esmero he concedido. Dígame ese hijo de puta del Fiscal General, si es bien braga'o, después de que lo hice nombrar por el Congreso por el título de Fiscal y le acomode a la familia, ahora quiere venir a proceder un caso de peculado que si bien procede fue por qué deje algunos cabos sueltos allá en Caracas. ¿Me van a decir que soy el único que he robado? Eso es mentira. El mismo Linares Alcántara era uno de esos que ambicionaba más de lo que su sordera le permitia, yo lo levanté del estiércol dónde Gómez lo dejo tirado por hablador y conspirador. Le di un cargo importantísimo en el recién restructurado Estado Mayor, hasta que un día del mismo 1934, recién elegido yo como presidente, vino el muy sucio con el General Doroteo Flores a intentar derrocarme con un grupo de oficiales. Por eso apenas pude le metí real en el bolsillo y lo mandé bien lejos de Venezuela, así como le amenace a la poquita familia de Flores si no se iba de embajador a Argentina. Allá deber estar con las bolas congeladas del frío.      Ahora entiendo mejor a El Bagre, la política ciertamente no es para idealistas que estamos inmersos en los discursos políticos, él sabía cómo era la vaina y trato de evitarnos el mal rato a todos. Sin embargo, recuerdo cuando casi lo degollamos Jovito Villalba y yo aquella noche del 28 luego de que alzaramos a las universidades, pero justamente fue salvado por la campana del idiota de López Contreras y su comitiva militar que lo tomo por sorpresa huyendo hacia la base naval de Turiamo. La satisfacción de tener nuestro propio Zar, como paso en Rusia, se nos fue en un abrir y cerrar de ojos, eso hubiera destacado a los revolucionarios más que a los conservadores pendejos que querían mantener el sistema democrático. Es que esa bendita democracia fue la que me jodió a mí, me puse a creer en elecciones y tuve que dejar la vaina por qué otros creían que lo estaba haciendo mal. ¡Que van a saber esos pendejos! Si no saben los verdaderos placeres del poder y el dinero. Por eso bote al socialismo ese a para la v***a, la socialdemocracia era el destino de Venezuela, hasta que me lo arruinaron.      El problema de la democracia venezolana - Se decía asimismo Rómulo, quién se mecía en su amaca- es que no es valorada por la mayoría del pueblo, todos bailan al són que les toque bailar, así sea arrejuntados, siempre y cuando haya dinero de por medio, por eso este gobierno provisional no va a durar sino se ajusta a darles puestos a todos los que deje por allá, fanáticos de una socialdemocracia que se está cayendo a pedazos en todos lados donde toca la puerta, porque la cuestión no es de ideales, sino de idealistas. Cuando yo creé Acción Democrática no era para afianzar un nuevo sistema político precisamente, era para ganarme el favor de los gringos que eran la próxima potencia en amenazarnos el suelo patrio, esos no se iban a quedar varados con todo el parque que nos dieron, ellos siempre andan buscando tener poder sobre los demás. Por eso me encargue que mi generación y a quiénes me acerqué fueran como yo, hombres en busca de fama y gloria fáciles. Patiquines caraqueños que solo eran revolucionarios de segundo patio.      Solo detuvo sus divagaciones para levantarse a preparar la pipa a la que tanto se había vuelto adicto en tan poco tiempo de usarla, era su favorita, fue lo primero que tomo antes de salir de Caracas aquel día con sus subalternos, sabía que su legalidad estaba en juego, así como su prestigió se desboronaba en sus acciones absurdas y corruptas en las que se había convertido un partido que era el favorito del pueblo venezolano. Luego de ya estar lista para empezar a fumar, Rómulo se acercó a la ventana de su casa para observar las calles de Puerto Rico. Eran anchas, grandes y llena de automóviles, eran una parodia de las calles norteamericanas, nación a la que pertenecía la pequeña isla, como colonia que era, prosiguiendo siempre los pasos de sus ajenos mandatarios. Sin embargo, rayaba en la marginalidad caribeña, el populismo y las ansias de autonomía que prodigaban sus líderes progresistas, los cuales eran encarcelados para detener cualquier arraigamiento del comunismo ó siquiera la independencia como había pasado con la lejana isla de Hawaii.      Esta vaina si es fea - Prosiguió el líder revolucionario en su cavilar- pero era lo único donde podía llegar con el poco combustible que teníamos para refugiarnos en algún lado que nos permitiera atracar. Aquel día que llegue, ya no me recibieron como si fuera un gran líder, algunos después de llegar hasta me persiguieron por tener un pasado comunista. Después de unas semanas, algunos líderes de partidos similares al que funde me tendieron la mano para echar raíces en la política de la isla. Primeramente, les ayude con su organización, debo confesar que estos caribeños no saben cómo armar un buen partido que busca la autonomía a través de la democracia. Ee segundo lugar, los ayude con sus cuadros protectores de la organización, no hay fuerza política sin una fuerza militar. Y finalmente, como todo buen venezolano, le saque unos buenos reales por mis servicios extras, los cuales siempre estuvieron dentro de mi itinerario.      Ay -Suspiro en voz alta- como extraño a mi Caracas, siento que ya he pasado tanto tiempo de mi vida en el exterior que ya no quiero estar más afuera, me gustaría regresar. Se aparto de la ventana para dirigirse a una pequeña mesita de madera cerca de la cocina en la modesta casia en la que se había permitido vivir, no por no tener dinero, sino que en el fondo sabía que no merecía ningún tipo de lujos, tampoco aquel viejo zorro lo hacía por empezar una introspección de los aspectos que no andaban bien en su personalidad, su modestia apuntaba realmente a un auto castigo impuesto por haber fallado en su más grande objetivo: Atornillarse en el poder por el tiempo que se lo permitieran los colegas de su partido.      Aunque pareciera un hombre déspota, ilustrado, energúmeno y megalomano, realmente Romulo Betancourt no era sino el arquetipo perfecto del buen político venezolano de los tiempos que se desarrollaban. Prohombres que la historia recordaba como ilustres gendarmes que buscaban el bien del país a pesar de su destruida y problemática personalidad. De él ya habían hablado de todo, algunos que era un homosexual que se acostaba con varios de su partido, otros decían que su pareja era Miguel Otero Silva, entre miles de mitos que se había inventado la población y que siempre disfrazaban al héroe de villano y viceversa. Así es Venezuela, necesita de sus cuentos para poder fantasear en una realidad novelesca, casi fábulada, de su historia republicana.      Allí quedaba Rómulo, observando las hojas en las que se proponía a escribir a emisarios desconocidos que pudieran, luego de años, devolverlo a la política venezolana sin que le costará su libertad. Buscando el último atisbo que pudiera coronarlo como el hombre necesario para encaminar a un país, que padece entre la desidia de la guerra y el problema monetario de mantener a su población, pero más el de mantener las armas listas para combatir en cualquier terreno como buenos y heróicos hijos de Bolívar. Aunque Venezuela estaba pasando por un periodo de apogeo economía en el ámbito nacional e internacional, no era suficiente saber para las ambiciones políticas que todo estaba avanzando a nivel estadístico, mientras no se llenarán los bolsillos, no había dictadura o democracia que validar un progreso del país.
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