Narra Luciano Mi jornada empezaba muy temprano, ya fuera un día entre semana o un domingo en que no tenía que trabajar. Me despertaba a las 4:30 a.m. para alcanzar a practicar el deporte que más amaba: el ciclismo. Recuerdo tener unos escasos tres años de edad cuando le rogaba a mi nonna que nos llevara a mi hermano y a mí a las calles de Roma para ver la última etapa del Giro de Italia, y ella nos llevaba, aunque claro, si no estaba mi abuelo en casa, porque él no permitía que nosotros saliéramos a ninguna parte. Papá me enseñó a montar bicicleta a los cinco años, y tuvo que ser a escondidas del abuelo. Todo debía ser a escondidas del abuelo Angelo, pero cuando este murió unos pocos años después, nos sentimos...libres. Papá me compró entonces la mejor bicicleta del mercado junt