Cuando Edahi estuvo arropadito y dormido, salí de la habitación y me tropecé con Carlos, que por supuesto se había asomado a ver cómo iban las cosas. —Ya está dormido —le dije, y entonces sentí sus fornidos brazos rodearme la cintura —. Tú también deberías dormir, estuviste por semanas en combate. —Esta noche lo que menos quiero contigo es dormir —me ronroneó al oído y me apartó de la puerta. Por supuesto que lo primero que quería un militar al volver de la guerra era tener sexo, pero se suponía que yo esta noche estaría con Fernando. Podría hacer el amor con ambos, al tiempo, como tanto extrañaba hacerlo, pero ahora con un niño en casa, se acabaron esas noches de sexo duro y escandaloso. Ahora, yo debería hacerlo con Carlos como lo hacían todos los matrimonios que no vivían solos