Había logrado negociar con Fernando mi ida a Villa de Leyva sin que tuviera que irme con mis cuatro escoltas en una camioneta blindada, y no sé qué rayos hice para convencerlo, o mejor dicho, qué rayos hizo Luciano para convencerlo, porque cuando Fer dio indicios de que no me dejaría ir al paseo sin mi esquema de seguridad, el italiano tomó el celular y no sé qué cosas le dijo a Fernando en italiano, y tras 10 minutos de discusión, Fernando aflojó un poco y puso como única condición de que entonces Carolina fuera conmigo. Los militares eran los mejores escoltas por excelencia, y según Carlos, cualquiera de su equipo equivalía a todo un esquema de seguridad, y por supuesto que Carolina no se negó a escoltarme, porque al fin y al cabo Fernando le pagaría una jugosa cantidad por sus servici