“Andan el pesar y el placer tan apareados que es simple el triste que se desespera y el alegre que se confía.”
Miguel de Cervantes
Ignacio quiere olvidarse de todo y los besos y caricias de Dana pararemos ser perfectos para ello. Mientras sus manos intentan desabotonar la camisa, sus labios recorren su cuello y se deslizan hasta su pecho.
Logra deshacerse de la camisa, por suerte no usa brasier, sostorne uno de sus senos y lame con cuidado sus pezones erectos. Su otra mano se escabulle por entre su falda y acaricia sus labios inferiores.
Dana gime, se mueve, abre sus piernas para ofrecerse a él, por completo. Ignacio, siente la humedad de sus labios y sus contracciones pélvicas. Ella acaricia su pene por encima de la tela del pantalón que lo cubre, comienza a sentir su dureza, y su ca
