Ava. Tanto mamá como papá se quedan pasmados y realmente no sé de qué otra forma decirles que tienen una nieta. Ambos están de pie, los brazos de mi padre han dejado de abrazarme y solo por instante temo a que me echen de la casa, pero están tan confundidos que ni siquiera llegan a percibir el echarme como una opción. Entonces mamá comienza a reír. —Qué graciosa eres, hija—comenta—Londres te sentó bien. ¿Cuál es tu segundo empleo? ¿Comediante? Trago grueso. Supongo que mi padre le cree pues comienza a carcajearse levemente, como si todavía le costara digerir lo que sucede. —Hija, por Dios, casi haces que me muera del susto. —Mamá, papá, yo... —¡Mami! —el grito susto de mi hija, me lleva a salir corriendo de casa. Siento que está llorando y mi desesperación me hace olvidar lo que e