Adam. ¿Qué demonios acabo de hacer? Mis pies no pueden calmarse y siento las mejillas entumecidas de tanto estar sonriendo como un idiota, caminando entre los invitados solo para perderme de su vista penetrante. Dos segundos más, y estoy seguro de que habría caído por completo, por una mujer que me juré olvidar, así como claramente ella me ha dejado atrás. Nervioso, agitado, con demasiadas cosas en la cabeza, ahora que por fin podemos movernos entre el gentío y que toda la payasada de política se terminó, camino hacia la barra libre que está al otro lado de donde se encuentra Ava. —Hola, dame un whisky en las rocas, por favor—pido al cantinero, quien me lo sirve en menos de un minuto. —No te vayas. —¿Señor? Me bebo de un movimiento lo que me sirvió, ordenando otro de inmediato.