Aisling regresó a la habitación a toda prisa, agitada, con los pulmones ardiendo por la carrera que había hecho para escapar de ese lugar. Al cerrarse dentro, los guardaespaldas se acercaron rápidamente, llamando a su puerta y preguntando si estaba bien. Ella respondió con rapidez que sí, que todo estaba en orden, mientras sacaba algo de ropa de su maleta con manos temblorosas, desesperada por adelantarse a la llegada de Alaric. Sabía que debía mantener la calma y actuar con naturalidad. Lo mejor sería meterse a la ducha y calmar sus nervios. Si Alaric descubría que lo había seguido y lo había visto con otra mujer, se metería en serios problemas. Lanzó su teléfono sobre la cama y se encerró en el baño, asegurando la puerta con el pestillo. Con manos torpes, se deshizo de la ropa rápidame