Va asesinarla.

1963 Words

Relaté Adamari. —Señor Martinek—, parloteó con una media sonrisa —Ese lugar le pertenece a mi esposa—, mi padre lo fulminó con la mirada —No esperará que mis hombres lo saquen ¿o sí? —, me quedé observando a Nathan. Su sonrisa era divina, pero su mirada no combinaba con ella. Estaba cargada de resentimiento, desprecio y odio. Le complacía ver a los que consideraba sus enemigos destruidos, humillados, arrastrándose frente él. ¿Qué daño le hicieron para que pudiera complacerle el dolor ajeno? Porque sabía cuánto le dolía a mi padre salir de ese puesto. Si había algo que amaba era ser el número uno en el grupo, su grupo, pues esa organización había sido creada por su abuelo y otros más, pero fue, fue el abuelo quien logró agrandarlo. Era doloroso para él desprenderse de algo tan importante

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