Siento mi cuerpo pesado y muy cansado de largo día de trabajo. Cuando termino de recoger todo en el aula estoy contenta de poder terminar este día. Al salir saludo al chico de seguridad que me regala una sonrisa deslumbrante, la cual ignoro porque simplemente soy amable con él. Lo último que necesito es que confunda mi amabilidad con querer algo más. No quiero estar en una relación en este punto de mi vida donde solo tengo problemas y una familia que no hace más que joderme la vida.
Conduzco hasta el edificio donde vivo, es un lugar muy tranquilo y bien posicionado. En el ascensor marco el piso cuatro y en silencio subo cerrando los ojos hasta que anuncia la llegada y los abro al salir. Mis pasos alertan mi llegada y veo al nuevo vecino introducir la llave en su cerradura, pero se detiene a mirarme y sonreírme con tranquilidad.
—Alguien parece algo cansada—comenta mirándome llegar a su lado. Le sonrío con tranquilidad.
—Agotamiento, mi día laboral fue una locura—él olvida lo de abrir la puerta por lo que se recarga de la ella para mirarme.
—Me doy cuenta, vas muy formal—mira mi atuendo y yo hago lo mismo.
—Soy maestra—murmuro colocándome frente a él, parece sorprendido.
—Pensé que trabajas en algo relacionado a medios de comunicación. Digo, tienes un rostro que las cámaras amarían—sonrío ante sus palabras y niego suavemente.
—No me gustan las cámaras—murmuro despacio.
—Una lástima, porque estoy seguro de que te amarían—asiento y comienzo a buscar en mi bolso las llaves de mi departamento—¿tienes algo que hacer? Quiero invitarte a cenar—lo miro con sorpresa.
—¿A mí?—frunzo el ceño—¿eso por qué?—mete las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Quiero consejos femeninos, ¿te molesta?—pregunta—puede ser en otra ocasión—niego suavemente.
—No, está bien, podemos ir a mi casa y pedimos algo. Ven—abro la puerta al encontrar la llave y lo dejo pasar—siéntete cómodo—él sonríe y se mueve inseguro como la primera vez que entró.
Lo veo mirar todo con curiosidad y se acerca a unas fotos que tengo con mi abuelo. Sonríe divertido al mirarlas. Extraño mucho a mi abuelo, fue más padre de lo que el bastardo que tengo lo es.
—Supongo que esta niña que derrocha ternura eres tú—me dice luego de un momento—sigues siendo preciosa a pensar de los años, eso es algo que no todos tienen el gusto de decir—comenta de manera trivial.
—Sí, la persona a mi lado es mi abuelo—murmuro y él asiente.
—Se ven muy unidos—comenta casual.
—Lo éramos—murmuro—ve llamando y ordena la pizza, iré a ponerme cómoda. Siéntete como en casa—lo dejo en la sala. Si me roba aquí tienen registros de sus inquilinos, así que no se escapará fácilmente. Paso el seguro a mi puerta y me doy una rápida ducha colocándome un simple vestido de tirantes.
Dejo mi cabello suelto porque tenerlo en una cola apretada es un fastidio. Así que descalza camino de vuelta al lugar donde dejé a Inuyasha hace unos muy largos minutos.
El olor a pizza hace agua mi boca por lo que rápidamente me siento a su lado y tomo una rebanada llevándola a mi boca y suspirando de placer. Amo comer.
—Disfrutas de esto—dice levantando su pedazo y asiento.
—Una delicia—comento masticando y luego lo miro—amo comer—él ríe mirándome con una ceja arqueada.
—Si no me lo dices ni lo noto—la burla en sus palabras me hace rodar los ojos y tomar otra rebanada cuando termino mi segundo pedazo.
—Moría de hambre, hoy los niños estuvieron muy difíciles—murmuro de manera distraída.
—Debe ser duro, a mí no se me dan bien los niños—comenta y luego ríe—soy un asco cuando de cuidar a personas tan frágiles se trata—lo observo asombrada.
—No lo imagine, pareces la clase de persona en la que se puede confiar hasta la vida—él niega.
—¿Me confiarías la tuya?—pregunta divertido.
—No creo que a tu novia le agrade eso—la sonrisa de su rostro decae un poco.
—Bueno, de ella quería hablar. No soy muy bueno en las relaciones, pero ella me gusta mucho así que estoy tratando de dar todo lo que tengo para que esto funcione. Ella me encanta, es divertida, alocada, pero siempre se preocupa por mí. Es una buna chica, sabe cómo ganarse a la gente, es imposible que le caiga mal a alguien ¿entiendes de lo que hablo?—pregunta riendo.
—Perfectamente, es como si estuvieses describiendo a mi mejor amiga. Aunque a veces tengo deseos de matarla porque tiende a enloquecerme, no lograría pensar en una vida sin ella. La adoro—él lame sus labios antes de asentir.
—Es hermosa. La mujer más hermosa que mis ojos han visto, desde que nos conocimos congeniamos bien, así que me atreví a ir por ella. Puedo decirte que son los mejores meses de mi vida, pero a veces no puedo evitar sentir que ella se aleja, que me oculta cosas o que hay momentos en los que no se siente cómoda conmigo.
>> Le he preguntado si estoy haciendo algo que le moleste, pero simplemente calla y luego sonríe y niega. Eso me mantiene en vilo. No quiero pensar que estoy dañándola de alguna manera y no saberlo. Entonces, muchas veces somos increíbles juntos, pero luego hay momentos en donde la noto tan lejana a mí a pesar de estar a mi lado—suspiro y con mi mano recargo mi cabeza.
La verdad es que soy buena escuchando, pero no dando consejos. La ultima vez que aconsejé a alguien en el amor todo termino fatal para esa persona, me culpó y se alejó de mí. Por eso desde hace tiempo solo escucho en los problemas de los demás, pero nunca intervengo. No es agradable sentir que por tu culpa dos personas sufrieron mucho. Muchas veces me planteé estudiar psicología, de esa manera poder ayudar a las personas y no hacerlo del asco, pero entendí que solo necesitan o sentirse apoyados o regañados, todo depende de lo que me cuenten. Solo digo si entiendo que algo este bien o mal, pero nunca intervengo diciéndole que hacer.
—Tú chica parece que se guarda algo, tiempo al tiempo. Muchas veces nos presionan tanto con hablar que nosotros mismos nos encerramos en una burbuja, te lo digo como experiencia. No es bueno esa sensación, cuando ella se sienta preparada te dirá que ocurre, si dices que ella es así de alocada, dudo que si algo se sienta mal entre ustedes no te lo diga. Creo que son algunos problemas apartados de ustedes lo que la tiene así. Apóyala mientras ella decida el momento en el que deben hablar, no la presiones—acaricio mi muñeca de manera distraída. Él me escucha con tanta atención que por un momento me cuestiono si sacará un cuaderno y comenzará a tomar nota—eso es solo una opinión, puedes hacer lo que quieras—susurro bajo.
—Gracias, creo que no lo estaba viendo desde ese punto—lo veo sonreír. Tiene una linda sonrisa.
En realidad, Inuyasha es muy guapo. Sus ojos son tan inusuales que más de una vez mientras hablaba los observé, tiene una nariz bonita, unos labios que podrían parecerme apetecibles, pero que trato de no pensarlo. Es un hombre con novia, lo que se traduce para mí a; un hombre imposible. Su cabello se ve tan suave que siento ganas de enterrar mis dedos para comprobar si es de esa manera, sus manos grandes, creo que se sentirían muy bien en torno a la cintura. Tiene espalda ancha, brazos fuertes. Pero me gusta más la manera en la que mira, hace tiempo que no veía la mirada limpia de una persona. No veo malas intenciones hacia mí. Eso me gusta.
—Supongo—le sonrío—soy buena escuchando, pero no dando consejos—él niega
—Me gustó lo que me dijiste—miro la hora, es tarde, pero me siento cómoda con él y hace tiempo que no trataba de relacionarme con otras personas.
—¿Quieres ver una película?—pregunto sonriendo y él asiente.
—Claro. Estuve viendo nuestras vecinas, ellas me dan un poco de miedo. Pensé que en cualquier momento comenzarían a quitarme la ropa—se estremece divertido—¿siempre son así?—suspiro con dramatismo.
—Al parecer no dejan ir la etapa de las hormonas, le hacen competencia al sol—él se ríe mientras busca una película.
—No es malo estar bueno... caliente—me mira—solo creo que deben demostrarlo a una persona interesada, no hacer sentir incomodo a un desconocido. Nosotros también nos sentimos como muñecos sexuales cuando las mujeres piensan que todo lo que queremos en follar—asiento.
—Supongo que las personas generalizamos demasiado. Porque a muchos les guste ser aso, no significa que a todos les guste—él reproduce una película.
—Me agrada tu manera de pensar—sonrío y me acomodo mejor para ver la pantalla frente a nosotros—Kagome—me llama y giro a mirarlo.
—¿Si?—él juega con sus dedos.
—Gracias—le guiño un ojo.
—No hay de que—ambos miramos la pantalla en silencio.
*+
Al siguiente al salir del trabajo me encuentro con una cara conocida que inmediatamente fastidia mi día. Sigo caminando hacia el estacionamiento desierto, ya que siempre soy de las ultimas en irse a casa porque recojo el salón. Los niños son muy inquietos.
Él me sigue y me toma del brazo cuando pienso abrir la puerta de mi coche, no soporto siquiera respirar el mismo oxigeno que este señor. Sus ojos son negros, su cabella es oscura y su piel tan pálida como la de Abi.
Mi padre es la clase de hombres que a pensar de su edad se mantiene en forma, por lo que puede acapara la mirada cualquier mujer. Es guapo, tiene dinero y es un infeliz, creo que esas son cualidades que muchas mujeres de hoy en día valoran, pero a mí me da asco. Este hombre es el mismo que desde pequeña solo ha sabido darme su desprecio y ni un poco de su atención. Todo siempre fue la empresa y Abi, supongo que no había espacios para la hija que no quería.
Desde que me fui de casa hemos hablado muy poco, son pocas las veces que nos reunimos. Ellos son una familia, una en la que no pertenezco porque siempre me excluyeron de todo. De la única manera en la que me incluían eran para las fotos de familia feliz que los medios debían tener. Una total falsa porque esa familia solo era hipocresía y mucha falsedad. Todos ocultábamos el desprecio que sentíamos por el otro. Porque mi madre también me dio su desprecio, siempre prefirió a Abi, para ella Abi era la hija perfecta. O bueno, lo sigue siendo. Muchas veces se comportó como una madre para mí, no negaré que las pocas veces que lo hizo las atesoro y me sentí tan importante en su vida, pero eso es pasado.
—¿Qué quieres?—pregunto girando a mirarlo y zafándome de su agarre. Sus ojos oscuros me miran de arriba hacia abajo.
—No puedo creer que terminaras en un colegio de mala muerte trabajando, por eso Abi es mejor, ella sabe escalar alto, no se conforma con pequeñeces como esta. De seguro el sueldo que ganas es lo que Abi gasta en unos zapatos—me cruzo de brazos y suspiro.
—No creo que mi sueldo sea la razón por la que has venido a fastidiarme el día—comento—di lo que tengas guardado, tengo que ir a un lugar y estoy perdiendo mi tiempo contigo—veo sus labios formar una línea fina.
—Respétame Kagome, soy tu padre—sonrío con falsedad.
—Entonces respétame, has venido a menospreciar mi trabajo. El respeto se gana con respeto—le recuerdo con tranquilidad. Desde adolecente descubrí que tengo una facilidad innata de sacarlo de sus casillas.
—Haremos una reunión, quiero que te presentes—suspiro rodando los ojos.
—¿Es con relación a esa idea estúpida que le comunicaron a Miroku?—pregunto y el parece molesto.
—No es estúpida, y ese abogaducho solo es un idiota que quiso opinar. Te aconsejo que busques otro. Te estaré diciendo el día, preséntate Kagome—le sonrío.
—La única razón por la que me presentaré es porque tengo mucho que decir sobre el tema. Ten buen día, papá—murmuro con ironía y me adentro a mi coche poniéndolo en marcha de inmediato.