—¡Vamos Kag!—la incansable voz de mi mejor amiga no me deja en paz—solo por ese día olvídate de tus libros y disfruta de lo que el mundo te regala—comenta tratando de que deje a un lado el libro que leo y le preste atención. La miro y sus facciones me dan a entender que piensa que aceptaré.
—No, gracias—vuelvo a central mi vista en el libro ignorándola totalmente.
—Bueno, la fiesta es este sábado, todavía me quedan varios días para convencerte—murmura sin ser consciente de que la escucho a la perfección.
—No quiero ir a ninguna fiesta—confieso suspirando y dándole la atención que ha buscado desde que llegó chillando a la entrada de mi casa.
—Kag, es la oportunidad perfecta de conocer a mi novio—pone cara maliciosa y yo solo ruedo los ojos.
A Kikyo es casi imposible decirle que no en algo. Ella te hace decir que si solo para que por fin cierre la boca. No me malentiendan. Es mi mejor amiga y por eso la conozco muy bien. Cierro los ojos analizando la situación, ella tiene semanas tratando de que conozca al "amor de su vida ". Siempre dice lo mismo y al final solo es una conquista más en su larga lista. Por esta razón no me molesto en siquiera conocerlo.
Además de que por lo general lo que ella llama el amor de su vida son chicos que no valen la pena. Esa clase de badboy de libros que no hacen más que irritarme con cada cosa que sale de sus bocas, trato de no conocerlos la mayor parte del tiempo o evito estar a sus alrededores. Enserio, esta chica tiene una capacidad innata de conseguir a los peores hombres del mundo como pareja.
—No quiero conocerlo—digo y vuelvo a centrar mi vista en el libro. Ella con un grito molesto me hace volver a mirarla.
—¿Por qué no?—pregunta y me río sarcásticamente.
—¿Por qué? ¿Enserio?—pregunto enarcando una ceja—la última vez tu novio vino borracho a mi casa y me armó un escándalo. ¿Se te olvida que pase la noche en la cárcel gracias a él?—ella solo ríe de manera adorable y abre pero vuelve a cerrar la boca.
Trato de no pensar en la manera en la que ese idiota vino aquí alegando que yo la cubro en sus infidelidades. Sé que ella es infiel a veces, pero por eso también trato de no involucrarme de más, no la cubro, simplemente ignoro esa parte de Kikyo que tanto me desagrada.
—Tenía un par de tragos encima—lo justifica.
—¡Esa no era razón para terminar encerrada!—grito enojada.
—No lo culpes, le había terminado—responde mirando sus uñas.
—Espera—me levanto y camino hasta ella—¡estás con él!—grito y ella solo me mira luciendo culpable. Niego pasando las manos por mi pelo, esto es increíble.
—Claro que si—niego agarrando mi frente—sabes que no lo dejaría—se encoje de hombros restándole importancia.
—¿Cuántos novios tienes?—pregunto enojada.
—Solo tres, lo juro—niego molesta.
—¡No puedes estar haciendo eso!—grito enojada.
—¿Haciendo qué?—pregunta ella.
—Jugando con los sentimientos de los hombre de esa manera—me levanto y guardo el libro en la estantería—no está bien, a nadie le parece bonito que pisoteen tu corazón y te aseguro que duele mucho más cuando depositas confianza en una persona y la rompe como lo haces tú—ella suspira.
—Solo encuentro en los tres lo que no encuentro en uno. Además, creo que mi novio nuevo me hará amarlo solo a él—la miro negando—de verdad, él despierta cosas muy lindas en mi—comenta feliz.
—No es amor lo que sientes por ellos y lo sabes—señalo tratando de no alterarme.
—Eso no lo sabes Kagome, enserio, él me gusta mucho—ella sonríe.
—Solo espero que no me estés mintiendo—ella niega y jura que lo que dice es verdad.
—Tengo que irme, te quiero—murmura y se marcha. Miro la hora y recuerdo que quedé con Miroku. Suspiro y voy hacía el baño para tomar una ducha.
Me coloco un sencillo vestido y unas zapatillas. Trenzo mi pelo y miro que voy a llegar tarde si continuo aquí. Cuando termino salgo y camino hacia la puerta. Cerrándola la llave se queda atascada.
—¿Es enserio?—murmuro molesta.
—¿Te ayudo en algo?—miro al chico al lado mío con una sonrisa.
—No, gracias, yo puedo—espero que entienda el mensaje. El cual es "aléjate no me interesa nada de ti".
—Eso es ser grosera—comenta dejándole su peso a la pared cuando se acomoda en ella. Ruedo los ojos, como si me importa ser grosera.
—No me importa—sus ojos dorados me miran divertidos.
—Soy Inuyasha, tu nuevo vecino—me encojo de hombros. El chico a mi lado no pierde la sonrisa en su rostro. Debe tener pasar los veinte porque parece algo grande.
—¿Y eso me importa por...?—pregunto feliz cuando la llave al fin sale.
—¿Cuál es tu nombre gruñona?—entrecierro los ojos.
—No te importa mi nombre, ahora, me tengo que ir—y camino lejos de ahí.
Cada vez que se muda un nuevo inquilino al edificio trata de coquetear con todas las chicas de aquí. Pero no los culpo, la mayoría con solo unas palabras bonitas y una sonrisa coqueta ya están ellas abriéndoles las piernas. La ultima echaron a dos chicas que se pelearon por un chico. Algo estúpido porque quien jugaba con ambas era el chico, a ese no le hicieron nada. Yo en su lugar me uno a mi compañera engañada y le cortamos la polla para que no sea un puto.
Llego al lugar donde Miroku me citó, espero que sea algo muy importante o terminaré partiéndole la madre por estúpido. Han pasado 10 putos minutos y el maldito mujeriego que llamo mejor amigo no aparece. Creo que cortarle las bolas o algo parecido es lo más indicado en esta ocasión.
—Lo siento... No me quería demorar tanto—lo miro mientras resoplo y entrecierro los ojos.
—¿Ya qué? —pregunto, estos últimos días he estado comportándome como una perra con todos, pero no lo puedo evitar, no me han dado buenas noticias—¿tienes lo que te pedí?—pregunto tranquila.
—Kagome—suspira—tu padre quiere que contraigas matrimonio con el hombre que te designó—mi padre está loco si cree que le haré caso—la herencia pasará a tu hermana Abi—cierro los ojos, mi padre al parecer no dejara de joderme la vida.
—¿Acaso se volvió loco?—pregunto—Abi destrozará la fortuna que dejó el abuelo, ella solo es ropa, zapatos, lujos y sus malditas fiestas—comento enojada—¡¿cómo diablos pueden estar tan equivocados?!—mi grito enojado logra captar la atención de varias personas que se encuentran en el lugar.
—Tu madre lo apoya en todo momento, parece una marioneta—me cuenta en tono triste—al parecer la amenaza va del todo. Está tratando de quitarte el departamento—cierto los ojos, gracias a mi abuelo conseguí ese departamento, está a mi nombre y él no podría jamás poner sus manos en ese lugar.
—Mi padre está loco, ¿en qué siglo cree que estamos?—pregunto más enojada conmigo que con él.
—Solo te digo que se te vienen muchas cosas—asiento, me quedo pensativa y la idea de Kikyo de ir a la fiesta no me parece tan mal. Nunca me he embriagado y quiero olvidarme de todo.
—Gracias, Miroku—me levanto y lo abrazo—nos vemos luego, todavía me debes una salida, pero justo ahora no siento que soy buena compañía. Lo último que quiero es gritarte o algo parecido—salgo de ese lugar tratando de organizar mis ideas.
Le dejo un mensaje a Kikyo sobre avisándole que acepto ir con ella. Llego cansada al departamento y no porque he hechos muchas cosas en el día, no, es que mi cabeza está a punto de explotar gracias a que tengo un padre insensato que no sabe que es lo mejor para su familia. ¡Ah!, aunque detesto estar tan peleada con él.
El resto del día lo paso organizando mis deberes mientras miro una película a la cual no le presto atención, solo tengo la mente en los problemas que mi padre quiere hacer llegar a mí.
Siempre he sabido que mis padres tienen una preferencia entre sus hijas. Mi hermana mayor es Abi, una mujer hermosa que solo me lleva un año de edad, pero que ha sido una total perra conmigo toda la vida.
Nunca le agradé, eso desde pequeña lo sé. Mi padre no soporta verme, eso también lo sé. Para mi padre y mi madre todo gira en torno a Abi, aun cuando sacaba las mejores calificaciones, ganaba medallas de honor, aun cuando ganaba concursos, nada hacía que ellos parecieran orgullosos de mí. Siempre mi abuelo me dio ese amor y cariño que ellos no hicieron, fui su bebita.
Abi no soportaba al abuelo porque era quien la hacía bajar del mundo de creerse la última coca cola del desierto, por eso también lo amaba. A mis quince años puso este departamento a mi nombre y me dio los papeles para que en unos años pueda mudarme. Para cuando lo hice las cosas entre mis padres y yo eran insostenibles, continuas peleas, gritos y una convivencia para nada sana.
Abi por su parte no solo de niña fue una arpía conmigo. Sufrir bullying en la escuela es una mierda, pero ¿sufrirlo de parte de tu hermana? Es el doble de mierda. La única persona que me defendió fue Miroku, él me ayudó a alzar la voz y cuando lo hice nadie pudo pararme. Porque luego de eso parece que tenía una lengua afilada para defenderme.
El abuelo murió dos años luego de darme los papeles del lugar, dolió y sigue doliendo. Su muerte fue como un despertar para mí, me volví una contestona, en peleas y todo paró cuando comencé a vivir por mi cuenta y gracias al dinero que el abuelo dejaba en una cuenta de las que mis padres no sabían, pude estudiar. Mi abuelo pensó en todo.
Mi puerta es tocada por lo que dejo lo que hago y camino hasta abrirla. Un cabello oscuro corto, ojos dorados y una sonrisa que jode mi noche aparecen en su rostro. El vecino de esta tarde.
—Hola, no tengo azúcar, ¿me podría dar un poco?—miro la taza en su mano y suspiro.
—Pasa—él entra mirando todo con curiosidad.
—Bonito lugar—murmura y tomo la taza para ir a la concina.
—¿Me dirás lo que quieres?—pregunto y él me mira, pasa la mano por su cabello y suspira.
—Bien, quiero llevarme bien contigo. Yo... soy nuevo y lo último que quiero es problemas—su teléfono suena y él lo mira—tengo que contestar, es mi novia, ella es espectacular—dice con una sonrisa de bobo y asiento. Él toma la llamada y parece muy ilusionado con la chica, eso me hace bajar la guardia. Cuando termina le paso la taza.
—Aquí tienes—le sonrío un poco—bienvenido al lugar—él parece confuso de mi cambio repentino.
—Gracias...
—Kagome—él sonríe.
—Gracias, Kagome. Me tengo que ir, salida con mi chica—dice feliz.
—¡Suerte!—él me sonríe antes de salir—tienes un buen novio ahí—murmuro mirando el lugar por donde salió.