Capítulo 9

2204 Words
Una de las cosas que más temía está pasando frente a mis ojos incrédulos. Es que solo puedo observar al director del colegio en donde trabajo buscar excusas baratas para mi despido. Tengo unas inmensas ganas de llorar de la rabia que siento en este momento, de ir a golpear a mi padre, de gritarle a mi madre y de hacer que esos imbéciles se olviden para siempre de mí. Quiero hacer muchas cosas, pero en cambio solo estoy en silencio tragándome las ganas de mandar todo a la mierda. Sin un jodido empleo. Así saldré una vez salga de la reunión. Miro al profesor de educación física con pena, él también está siendo despedido injustamente, pero sé que es mi culpa porque sé quién es la mente maestra detrás de todo esto. —Eso es todo—termina de decir el hombre, veo a mi compañero quien tiene el rostro tenso y ganas horribles de gritar. Él sabe que lo que hacen es injusto. Pensé que el director no se dejaría chantajear por mi padre, vaya ética profesional de mierda tiene este hombre. —No es justo—es lo que dice mi compañero—me dice que no hay presupuesto y veo que hay muchas cosas costosas nuevas aquí. Yo he dado un buen servicio a la educación física de mis estudiantes, he mantenido un buen trabajo. No es como si estuviese holgazaneando o algo así. No, me gané mi puesto probando que soy bueno para él y usted simplemente me está despidiendo—yo solo me mantengo en silencio viendo la furia en sus ojos. El director parece un poco alarmado de su reacción. —Lamento eso, pero es lo que está pasando. Ambos tienen que irse de las instalaciones, cobraran su liquidación y les haré una carta de recomendación para que busquen empleo. Lamento los inconvenientes—mi compañero niega con la cabeza poniéndose de pie. —Al diablo con todo—lo vemos salir cerrando de un portazo, mis ojos miran fijamente al director quien espera pacientemente que hable, pero solo lo observo. Mis uñas hacen un ruido al tamborearse en el escritorio de él. —¿Dirá algo?—pregunta y lamo mis labios. —¿Por cuánto se vendió?—pregunto enarcando una ceja. —¡¿Pero cómo se atreve?!—grita levantándose de su lugar. Yo también lo hago dándole una mirada altiva. —Quitemos las máscaras, ¿quiere?—pregunto enojada, no me importa hablarle en este tono, total, estoy despedida—mi padre le ofreció dinero a cambio de que me eche de aquí. Ambos lo sabemos muy bien, pero quise creer que de verdad usted no caería en esa estupidez, que actuaría con la misma ética y moral que tanto predica—sus ojos están abiertos mirándose asustados, no me importa. —Espere su liquidación—masculla y tomo mi bolso. —Espero que le aproveche el dinero, porque acaba de perder dos empleados muy eficientes de los cuales en todo el tiempo trabajado aquí no escuchó una sola queja. Solo buenas cosas. >> Que tenga buen día... señor—giro sobre mis talones saliendo. Su secretaria me mira asustada mientras abro la puerta transparente y salgo de ese lugar. Mis fuertes pasos se escuchan por todo el lugar, me trago la molestia enorme que siento atorada en mi garganta y las ganas que tengo de llorar. Suspiro dándome cuenta que de verdad estoy desempleada. Todo por culpa de ese maldito infeliz. Muerdo mis labios con rabia y subo a mi coche para ir a mi casa. Conduzco como loca, pero sinceramente en este momento siento que no quiero lidiar con mi lado racional. ¿Qué se supone que haré? Sé que es difícil que me contraten en otro lugar cuando estamos a medio semestre. Golpeo el volante haciendo que suene. Grito dentro del auto estacionándome al llegar al edificio. Dejo caer mi cabeza en el volate sintiendo mi respiración muy rápida y mi cabeza comenzar a doler. Salgo del carro y subo al ascensor para irme a dormir hasta que este enojo salga de mi sistema. Necesito aclarar mi mente porque en este momento siento que puedo matar a alguien y cometer muchas imprudencias. Cuando llego a mi piso busco la llave y la introduzco en la cerradura. Cuando abro la puerta veo a Inuyasha rápidamente pasar por mi lado para entrar en mi departamento bajo mi mirada incrédula. Entro mirándolo molesta. Él tiene el ceño fruncido y los brazos cruzados a la altura de su pecho mirándome desafiante. Quiero que salga de mi departamento, pero antes mi mirada sin quererlo se desplaza por su cuerpo escaneándolo sin ser obvia. Él está realmente bueno. ¿Y eso a ti que te importa? —Quiero que salgas ahora mismo de aquí—señalo la puerta abierta y él sonríe con ironía. —Dije que teníamos que hablar—niego de inmediato. —Otro día, largo—él camina hasta la puerta cerrándola de un portazo y haciéndome sobresaltar. Pobre puerta, no era culpable de nada —Tienes semanas escondiéndote de mí, dije que teníamos una jodida conversación que tendremos ahora. Porque luego te esconderás como una rata—tomo un tarro de cristal pequeño de mi mesita y si no es por sus reflejos rápidos terminaría estampada en su cara cuando la lanzo, pero con dolor termina rompiéndose cuando se estrecha contra la pared. —No hablaré de algo que no ocurrió, ahora largo, tengo cosas más importantes en las cuales pensar—él tiene los ojos abiertos mirando lo que acabo de lánzale. —¿Que se supone que es más importante que tu supuesta mejor amiga?—acaricio mi cuello mirándolo con tanto rencor en este momento. —Mi jodida vida, así que largo de aquí, Inuyasha—él niega una vez más y quiero que un rayo caiga sobre él para que deje de joderme la vida. —Hablemos—me rio como si estuviera loca. —¿Hablar?—pregunto—no quiero, ahora quiero que te largues—murmuro—déjame en paz. Si vas a seguir con Kikyo hazlo, si no corta con ella, a mi déjenme en paz. No quiero mas culpas, es tu jodida relación, déjame en paz. Quiero que dejen de traer más problemas a mi maldito lugar de descanso porque estoy... —No puedo tocarla—me corta y lo miro confundida—no puedo tocar a Kikyo de la manera en la que me gustaría—aclara al ver la confusión en mi rostro. —¿Tengo acaso cara de terapeuta?—pregunto confundida ganándome una mala mirada por parte de él. —Todo es porque cuando la beso buscando mas solo puedo pensar... —Me vale mierda en que piensas para que se te pare, largo—me doy cuenta de que Inuyasha se está frustrando con mis constantes negativas. Lo veo suspirar cansado antes de acariciar su cuello y mirarme. —No puedo intimar con mi novia porque entonces llegan lagunas de nosotros haciéndolo—hago una mueca de asco—no recuerdo todo, pero si una parte donde no llevas nada y eso está jodiendo mi relación—me le burlo en la cara. Inuyasha de verdad debió venir en otro momento donde yo no descargara tanto odio y resentimiento. La verdad no veo por qué lo estoy tratando de esta manera, pero justo ahora siento que la parte toxica y dañina que todo humano posee está trabajando muy rápido en mí. —Lamento que seas un pervertido que me piensa desnuda—comento sin importarme su situación—ahora puedes largarte a masturbarte a tu casa, largo—repito una vez más y él pasa las manos por su pelo frustrado. En otra ocasión me hubiese causado tanta gracia verlo tan desesperado, pero en este momento lo último que quiero es verle su atractiva y linda cara. Joder, de verdad es muy sexy Una parte de mi es consciente de que lo estoy echando porque yo también tengo recuerdos. Recuerdos muy vividos donde él me hacía cosas que nadie nunca me ha hecho. No recuerdo todo lo que pasó, pero si una donde o él me penetraba de una manera alucinante, o me daba el mejor sexo oral del mundo. Son recuerdos tan vividos que muchas veces me descubrí húmeda pensando en ellos y en cómo se sintió. Cosas que no puedo permitirme pensar porque se supone que Inuyasha es el novio de mi mejor amiga y le debo respeto. Pero no puedo evitar mirar como la camiseta marca su estupendo cuerpo. Saber lo que hay debajo de ese jeans hace cosas locas con mi respiración. Me odio, me odio por reaccionar de esta manera ante el novio de Kikyo. —Estas jodidamente loca—me señala—un día eres agradable y al siguiente una jodida loca—me encojo de hombros. —Me importa una mierda, vete con tus problemas existenciales a otro lugar—veo sus intenciones de acercarse a mí por lo que me muevo de lugar. Se supone que yo venía a llorar a mi departamento, no a huir de manera estúpida de Inuyasha. Siempre mis planes son un jodido fracaso. Así de fracasada como tú —No puedo ser el único con recuerdos—señala molesto. —¿Qué harás?—pregunto rodeando el mueble cuando él camina para acercarse más. Inuyasha representa un peligro para mí—¿vas a llorar?—ataco una vez más importándome poco lastimarlo. —No—responde. —Si lo que quieres saber es si me siento culpable puedes estar tranquilo, no hay día que pase en donde no me sienta culpable de engañarla y mentirle—respondo—, pero no me torturaré con recuerdos estúpidos—señalo con simpleza. Pero si ya lo haces —¡Joder!—gruñe molesto. Siento un azote en mi culo y gimo mirándolo fijamente mientras me deslizo bajando suavemente para volver a subir. El sudor hace que mi cuerpo brille y jadeo echando la cabeza atrás porque cuando él me mira quedo atrapada como nunca antes. —Joder—ese gruñido sexy me hace mojar más mientras me muevo sobre su cuerpo con sus manos en mis caderas ayudándome a darnos placer. —Te siento... profundo—murmuro sintiendo sus besos en mi cuello antes de que bajen a mis pechos. Siento el tirón cuando el muerde con suavidad uno de mis pezones haciendo que me hunda profundo. Malditas lagunas de mierda que llegan cuando nadie las quiere cerca. Siento mi cuerpo comenzar a entrar en calor. Lamo mis labios sintiéndolos secos y no puedo evitar mirar que los ojos de Inuyasha caen en esta acción. Él tiene que irse de aquí, tiene que irse pronto. —En serio, quiero que te vayas, no me interesa hablar de eso—señalo con simpleza ignorando las reacciones de mi cuerpo—nos drogaron por descuidarnos, le fallamos a una persona que ambos queremos. Ahora ve a un jodido terapeuta, una secta o alguna mierda para que dejes de pensar en mi cuando estas con ella. Kikyo no merece eso—él se deja caer en el mueble enterrando las manos en su cabeza. —¿Crees que no lo sé?—pregunta para luego dejarla caer en el respaldo—Kikyo no merece eso, pero no puedo tampoco evitar esos pensamientos de nosotros haciéndolo en muchas posiciones---mis pezones están entusiasmados con esa declaración. Huele a peligro, sácalo de aquí Sintiendo mi respiración un poco alborotada camino rápido hasta la puerta y la abro. —Otro día escucho tus quejas, ahora el buzón está cerrado. Adiós—señalo con mucho entusiasmo la parte de afuera y él se pone de pie caminando a la puerta. Cuando pasa cerca su aroma me envuelve y mis piernas se sienten débiles. —Esto no termina aquí—asiento de manera distraída y cuando sale cierro corriendo a mi habitación. Me desnudo rápidamente mirándome en el espejo. Estoy caliente, me doy una ducha de agua fría y no funciona porque mi cuerpo sigue ansiando caricias prohibidas que no le daré jamás. Mi deseo llega al punto de doler por lo que me acuesto en mi cama y cierro los ojos. Mis manos se deslizan por mi cuerpo acariciándolo como a mí me gusta, muerdo mis labios imaginando que es cierto hombre que lo toca como en mis pequeñas lagunas. Me entretengo con mis pechos suspirando suavemente antes de llegar a mi destino. Cuando paso los dedos por mi intimidad debería avergonzarme lo húmeda que me encuentro, pero solo muevo lentamente mis dedos de arriba abajo con suavidad soltando leves suspiros cuando los muevo en círculos sobre mi clítoris mientras con la otra mano juego con mis pezones se convierte en pequeños gemidos. Mis dedos se deslizan hacia mi interior y un gemido queda grabado en mí. Mis dedos salen y entran en mi interior incrementando con cada minuto de rapidez. Puedo sentir como son sus dedos largos los que se entierran, eso me hace contraerme y correrme susurrando su nombre. Porque me doy cuenta de lo jodida que estoy. Estoy totalmente jodida.
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