Capítulo 8

2496 Words
Con un fuerte suspiro ingreso a la casa de mis padres. La que antes era mi hogar, ya no. Ahora miro todo el lujo que tiene la enorme casa con recelo. Odio en lo que se ha convertido esto, al menos cuando mi abuelo vivía me sentía feliz en algún momento estando aquí. Ya solo veo un lugar vacío y sin gracia. Uno a donde jamás quiero volver a estar, porque nunca pertenecía aquí, solo en los pequeños momentos con mi abuelo. Solo en esos momentos. Un hogar no es una casa, un hogar es la persona que te hace sentir que si estas en casa. Camino despacio por el amplio pasillo, eso antes de salir a la sala con la vista al frente y sin titubear en mi caminar. Miro a mis padres quienes están sentados sobre los divanes que cuestan más que mi apartamento con todo lo que tiene dentro de él. Mi hermana menor, por solo un año, está sentada al lado de mi padre quien la abraza de manera cariñosa. Mi parte de hija se siente celosa, mi padre nunca me ha tratado como a ella y eso es algo de lo que desde pequeña me he dado cuenta. Él tiene favoritismo con sus hijas. Abi es todo para él, la hija que él cree que es la mejor. Mientras yo soy como la hija bastarda que solo lleva su apellido. Eso es lo que aprendí con el tiempo. Solo soy alguien que posee un apellido para ellos, alguien a quien pueden utilizar cuando quieran, y no les voy a permitir que pasen sobre mi cabeza. No los dejaré llevar las riendas de mi vida como años atrás porque en el momento en que salí por esa puerta, decidí que no quiero ser parte de este circo que lleva de apellido Higurashi. Mi abuelo se sentiría realmente triste al ver en lo que la familia que quería se ha convertido, en un grupo de personas que se mueven solo por dinero. Mi madre solo sonríe mirándolos a ambos conversar abrazados. Me siento excluida de esta familia. Aquí no hay espacios para mí y eso me lo deja ver la imagen que proyectan frente a mis ojos. Odio venir, pero debo poner en claro las cosas. —Buenos días—mi voz suena firme mientras camino con seguridad, no voy a dejar que me vean flaquear. —Kagome—dice mi madre con una sonrisa que supone es de felicidad. Falsa. Es el único pensamiento que me viene a la mente. —Kagome—mi padre me mira duramente mientras deja un beso en la frente de Abi y se pone de pie—llegas tarde—dice molesto, como si realmente me importara que se moleste. —Tenía asuntos más importantes que resolver, den gracias a que mi agenda tenía este tiempo libre—sin que me lo pidan me siento cruzando mis piernas y tratando de no parecer intimidada—no son tan importantes como para disponer de mi tiempo cuando se les antoje—sonrío sin mucha diversión, solo para fastidiar un poco a mi padre. —Hola... Tú—el saludo de Abi está tan impregnado de hipocresía que me dan ganas de arrancarle el cuello y darle clases de modales. —¿Qué era eso tan importante que me tenían que decir?—pregunto lamiendo mis labios y luego haciendo que una perezosa sonrisa aparezca en ellos—les advierto que solo me quedaré un rato aquí, sinceramente vine a aclarar algunas cosas que ustedes deben saber. Por eso les pido que hablen rápido—veo como mi madre aprieta los labios al mirarme. Aunque ya no me afecta como antes, aún tengo una pequeña espina en mi corazón. Nunca entendí el por qué mi madre no me amó como se suponen todas las madres aman a sus hijas. Ver su preferencia sobre Abi aunque trataba de ocultarlo fue realmente doloroso en su momento. —Ya hemos arreglado tu matrimonio Kagome. Te casarás para que nuestros negocios puedan florecer—dice mi madre con los ojos brillantes. Malditos ambiciosos. —¿Y quién se supone que es el novio?—pregunto respirando hondo para mantener la calma. —Pasa, hijo—un chico de cabello platino y ojos dorados ingresa al salón. Su expresión es neutra y sus ojos no revelan nada de lo que pasa por su mente—él es Sesshomaru Taisho—el joven se acerca y besa mi mano. —Un placer conocerte—su voz es varonil y fuerte. —Yo no tengo placer de conocerte—él abre los ojos pareciendo sorprendido. Me alejo y me pongo se pie—¿Quieres una maldita boda?—le pregunto de mala manera a mi madre—entonces casa a Abi, yo no me voy a casar y ya te lo dije. No me pienso casar, déjale la herencia a ella y a mi déjame en paz. Y si sigues hostigando mi vida me veré obligada a actuar, Ken Higurashi—amenazo y mi madre abre los ojos—lo mismo para ti Naomi Higurashi. >> En su cerero retorcido graben que no son dueños de mi vida, no soy una maldita marioneta que controlaran. Quiero que el acoso se detenga. No los quiero influyendo en donde trabajo, donde vivo. Déjeme respirar, no quiero pertenecer a la falsa que están creando porque no estoy para nada interesada. Así que simplemente quiero que se detengan, ¿bien?—ellos se quedan en silencio mirándome. Supongo que están muy sorprendidos de mi reacción. >> Y a usted, señor Taisho—lo señalo, el hombre me mira con sorpresa—quiero que piense bien lo que hará al unirse a esta descabellada familia. Son solo unos ambiciosos de mierda a los que no le importan nada pisotear a quien sea con tal de tener dinero. —¡Kagome!—el grito de mi padre solo me hace mirarlo, porque no soy la niña asustadiza que cuando él gritaba se escondía para luego pedir perdón con lágrimas en los ojos. —No me controlas, Ken. Así que te pido dejes de joderme la vida porque estoy llegando a mi limite—lo señalo molesta. —Harás lo que quieras maldita mocosa, eres mi hija por lo que tienes el deber de... —De nada—lo interrumpo con una sonrisa en los labios—porque para mí no eres mi padre. Al único hombre que puedo considerar como un padre es al abuelo, que aun cuando se marchó seguirá siendo el hombre que más admiro—el rostro rojo de mi padre me da gusto. —Eres una maleducada a la cual mi padre no le puso mano firme—hago una mueca. —Deberías pensar bien las palaras que utilizas, mi abuelo fue el mejor de todos. Ya quisieras tú llegarle por lo menos a la suela de sus zapatos—la furia en los ojos de mi padre me hace temblar por dentro, pero me quedo de pie mirándolo fijamente. Él debe darse cuenta que ya no soy una niña que se esconderá a llorar cada vez que él aparezca. —Te advertiré algo Kagome, te casaras quieras o no—le doy una sonrisa de boca cerrada. —Solo en tus más dulces sueños. Porque en la vida real, eso ni en juegos pasará—le respondo girándome y comenzando a caminar. Salgo con toda la confianza que se supone me rodea y al estar fuera de la casa miro mis manos. Tiemblan. Ellos me intimidan, siempre lo han hecho, pero ya no les doy el placer de saber que tienen ese poder sobre mí. Ahora ya no más. Me subo en el coche y lo pongo en marcha. Ha pasado dos semanas desde que traicioné a mi mejor amiga con su novio. La estoy evitando y también a él. ¿Cómo se supone que debo sentirme con eso? Porque todo lo que continúo sintiendo es mucha culpa, mucho asco y mucho resentimiento hacia mí. Sé que no estaba en mis cinco sentidos, pero me culpo por ser tan idiota de tomar bebidas que no vi preparar. Fui muy estúpida descuidándome de esa manera tan tonta. Inuyasha ha ido varias veces a mi casa y se queda tocando la puerta. Nunca abro. Soy una cobarde que tiene que esperar que él se marche para poder salir. Dios mío, no quiero enfrentarlo, aunque es mi deber hacerlo. Escondiéndome como una rata, eso es todo lo que he estado haciendo. No recuerdo nada, solo tengo leves lagunas. Estábamos muy ebrios. Con un suspiro bajo de mi auto y subo las escaleras rogando que Inuyasha no esté cerca. Pero mi desgracia es mayor cuando veo a Kikyo besando su cuello mientras las manos de él permanecen en la cintura de ella. El sonido de mis tacones los alerta, por lo cual se separan. Kikyo se libera de Inuyasha y me regala una impresionante sonrisa mientras que Inuyasha solo se tensa haciendo que Kikyo frunza el ceño. —¡Hasta que apareces!—chilla abrazándome—voy a pensar que me estás evitando, Kagome—hace un puchero que la hace ver adorable y eso me saca una sonrisa. —Mi vida ha estado muy ocupada—me justifico y muerdo mis labios nerviosa. —Eso no es una excusa muy mala, Kagome—sus ojos me analizan en busca de que digo una mentira. Aunque en parte no es una mentira, solo que he tratado de que mi agenta permanezca llena para no tener que encontrarme con ella. Soy una pésima amiga. —Bankotsu ha estado preguntando por ti luego de la fiesta—lamo mis labios nerviosa. —Sucedieron cosas—de las cuales no quiero hablar frente a tu novio. Quisiera decirle eso, pero simplemente me quedo en silencio. —Cómo que volvieron y no lo sabía—mis ojos se abren. —¿Qué?—apuesto a que mis labios hacen una mueca extraña. Siempre pasa cuando la incredulidad llega a mí. —Él me dijo que volvieron—paso una mano por mi cara—todo el mundo lo sabe Kag—cierro los ojos y luego los abro. —Eso es tan falso como que no robe tu último libro—confieso y sus ojos se abren. —Sabía que habías sido tú—levanto mis manos. —No volví con él—ruedo los ojos de solo pensarlo—solo tenía unos tragos de más y nos besamos, al parecer él confundió todo. No fue como que tuvimos sexo y hubo declaraciones fuertes entre nosotros—Inuyasha tose y hasta ahora recuerdo su presencia. Se establece un silencio incómodo. —Creo que ustedes tienen mucho de qué hablar. Hola, Kagome—me saluda tratando de ser natural, pero su voz se ve forzada. —Hola, Inuyasha—Kikyo sonríe despacio al vernos socializar. —Nos vemos al rato amor—ella lo besa de manera que me hace sentir muy incómoda, por lo que giro el rostro enfocándome en la pared. Que linda pared Entro a la casa y dejo que ellos sigan con su despedida romántica, o caliente. Recojo mi cabello en un moño desordenado mientras me quito la camisa y la dejo sobre el mueble quedando solo en sujetador. Estoy agotada mentalmente. Kikyo entra suspirando y la culpa me invade. No quiero perder a mi mejor amiga y es por eso que no le voy a contar nada. Conozco a Kikyo y ella me alejaría sin dudarlo, todo lo que le pueda causar dolor lo aleja. Además de que nuestra relación nunca sería igual y yo la adoro con todo y sus defectos para tenerla lejos. —Tienes cara de estar muy tonta por él—me escucho hablar. —Me tiene loca—ella sonríe—puede que hasta me enamore—dice con una sonrisa cómplice. —Mierda—el susurro en mi oído causa que mi cuerpo se estremezca mientras continúa entrando y saliendo de mi cuerpo mientras gimo gustosa—puede que me enamore de esta manera—su voz se pierde cuando mis caderas de mueven en busca de sentir más. —Creo que voy a dormir un poco, la cabeza me duele—le digo a Kikyo cuando ese estúpido recuerdo llega a mi mente. —Primero cuéntame porque venías como si estabas siendo torturada y quiero saber porque tienes esas ojeras que se notan a kilómetros—suspiro y le cuento lo de mis padres. Kikyo no viene de una familia adinerada como la mía. Ella puede tener el problema de tener más de un chico para amar, pero es una amiga grandiosa. Siempre ha estado para mí en todo lo que he necesitado. —Ahora solo me queda esperar que se aparezca aquí. Te aseguro que vendrá solo para amenazarme—suspiro mordiendo mis labios. —Ellos son unos idiotas, al parecer necesitas descansar y yo necesito estar con mi novio. ¡Ya quiero tener sexo con él!—le doy una sonrisa de boca cerrada—apuesto a que el sexo con él es maravilloso—me encojo de hombros. —Solo te queda descubrirlo por ti sola—me da un beso en la mejilla. —Trata de descansar—le sonrío—te adoro—le sonrío. —Ya hablé con él, también te adoro—esa sonrisa que se posa en su cara me hace sentir más miserable a cada segundo. —Bueno, adiós—sale de la habitación y suspiro enterrando mi cabeza entre mis rodillas. Esto está jodido. Es una suerte que mi agenda parezca estar ocupada y eso me hace pensar menos ya que estoy trabajado en eso. No sé si necesito hablar con Inuyasha o solo dejar todo esto pasar. Pero si él aún no ha estado con Kikyo es porque la culpa lo carcome. No sé si quiero recordar exactamente lo que pasó, no quiero saber si lo disfrute o si Inuyasha fue un fiasco. Solo tengo pocos recuerdos borrosos de esa noche y son como conversaciones sin sentido. No entiendo nada. Tengo miedo de perder a mi mejor amiga por esa imprudencia. Sé que algo debieron echarle a mi bebida. De lo poco que recuerdo está el estar sumamente caliente y queriendo que alguien me invite a quitarme la ropa. Al parecer Inuyasha estaba muy borracho, Kikyo lo hizo tener una erección lo suficientemente fuerte como para no aguantar tener su pene dentro de sus pantalones o el mismo caso que yo. Sea cual sea la razón, ambos somos cómplices de este secreto que no debe ser liberado. Por dos simples razones. 1) No quiero perder a mi mejor amiga y que ella me odie. 2) Estoy segura de que Inuyasha no quiere perder su novia. Pero estoy segura de que Kikyo intentará que compartamos juntos y eso sí que será incómodo.
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