Capítulo 11

2251 Words
Río un poco viendo a la chica que me atiende en un pequeño restaurante hacer el ridículo solo por hacer reír a un bebé. Es adorable y algo muy bonito de ver. Ella abre mucho los ojos y entonces lo asusta, o eso pretende hacer porque el niño solo grita complacido con el juego mientras la madre del bebé graba la situación. No puedo evitar sonreír un poco más cuando ella hace que el bebé cante una canción infantil con ella, no soy la única que se detiene a mirar la tierna escena. Muchos de los clientes parecen cautivados por la chica y lo que hace. Tomo un poco de mi gaseosa mientras leo una vez más mi correo. Hay dos en la bandeja de entrada, pero los ignoro, ahora los que se hacen llamar mis padres están jodiéndome nuevamente con lo del matrimonio arreglado. Deben estar locos, si antes no acepté ahora menos que ellos me han quitado mi empleo. Por su culpa estoy haciendo algo que no me gusta. No me gustan que estén sobre mí con una jodida dieta, con maquillaje excesivo y jodidas fotos por muchas horas. Odio en lo que se resume mi vida porque me hace sentir nuevamente como esa niña que se fue de esa casa sintiéndose perdida. Esa sensación me desagrada mucho. Mis ojos captan movimiento y Miroku se acerca con una sonrisa digna de algún comercial de pasta dental. Hago una mueca e inmediatamente está sentado frente a mí con ojos entrecerrados. —¿Qué fue lo que hiciste esta vez?—pregunta y la chica de antes camina hasta la mesa. —Buenos días ¿desean ordenar?—con sus ojos me observa con una sonrisa. Miro el nombre que aparece en su uniforme donde se puede leer muy bien un > —Yo quiero un té y un algún postre que tenga chocolate—le digo con una sonrisa amable y ella toma nota de manera rápida para luego mirar a Miroku —Yo quiero tu número hermosa—Miroku mueve sus cejas de arriba hacia abajo de manera insinuante. —Algo del menú—le dice sin molestarse. Vaya, alguien que no se molesta por los coqueteos de Miroku, seguro esta chica debe ser alguien con una paciencia magnifica. —Entonces solo un café—ella lo anota y con una sonrisa se aleja. Miroku le mira el trasero y eso causa que ruede los ojos—bien, ¿a quién asesinaste que me llamaste con tanta urgencia?—pregunta divertido. —Espera que llegue nuestra orden—comento jugando con una servilleta que hay en la mesa. Eso captura que Miroku se enfoque en el movimiento nervioso. Muerdo mis labios. Nuestra orden llega y él le guiña un ojo a la chica que claramente no está interesada en él. Creo que ella es nueva. Tengo tiempo siendo una cliente que viene diariamente y nunca la había visto. Miroku toma su café en mano, lo mira, inhala su olor y cierra los ojos, sonríe, sopla levemente hasta que por fin lo lleva a sus labios y le da un trago. Ruedo los ojos. Siempre que toma café hace lo mismo. —Me besé con el novio de Kikyo—suelto la bomba sin anestesia. Miroku escupe un poco su café para luego toser sin control. Salgo de mi silla y le doy leves palmaditas en la espalda, bueno, no tan leves. —¿Qué mierda?—es lo único que logra articular. Miro a nuestro alrededor y las personas curiosas, o más bien chismosas, están pendientes de cada uno de nuestros movimientos. Suspiro y retomo mi lugar frente a él. Juego con mis dedos y luego suspiro con pesadez. —No sé cómo pasó, solo sé que ocurrieron algunos asuntos que causaron que nosotros nos quedemos solos en su departamento, cuando pensé en alejarme e irme—cubro mi rostro—simplemente me besó y yo le seguí el beso—mis labios tiemblan. —Todo esto se está saliendo de tus manos, ¿te das cuenta de eso?—asiento mordiendo mis labios. —Eso lo sé perfectamente Miroku. Por eso es que trato de mantenerme alejada de ese hombre, porque cada vez que lo tengo cerca no tengo idea de cómo actuar sin que todo dentro de mí se mueva—susurro despacio. —Kikyo no tiene idea de que esto pasa, ¿cierto?—pregunta y muerdo mis labios negando. —Ella me odiaría y no la quiero perder—Miroku maldice y suspira. —Bueno Kagome, lo que estás haciendo no es nada que una mejor amiga haría—eso me hace mirarlo molesta—puedes enfadarte conmigo, yo te perdonaría lo de acostarte con él porque al final no estabas en tus cinco sentidos, pero no has sido para nada sincera con ella. Kikyo merece que le digas la verdad, siempre ha sido buena amiga contigo—bebo de mi té en silencio. —¿Crees que no lo sé?, pero cuando estoy cerca de él yo... —¿Qué está pasando contigo y ese infeliz?—pregunta Miroku calmado, creo que cuando está calmado es más peligroso que estar gritando como loco. —No lo sé, pero me mantendré alejada—lamo mis labios—me siento lo suficientemente culpable como para estar cerca de ambos—él me sonríe amablemente. —¿Estás segura?—pregunta y ruedo los ojos—Kagome está claro que ambos quieren follar de nuevo. Se una buena amiga y habla con Kikyo. —Tengo miedo—él hace un además dando a entender que no le importa mis palabras anteriores. —Tú te estas ocultando detrás de esas palabras, estas siendo una cobarde y una amiga horrible—algo que siempre me ha gustado es que no tiene pelos en la lengua, pero justo ahora siento que lo detesto. —Ella me odiará—susurro. —Y te odiará más si se entera lo que le ocultas—suspiro mientras asiento. —Solo necesito reunir el valor—él me sonríe un poco. —Aun cuando el mundo vaya en tu contra quiero que sepas que puedes contar conmigo. Siempre estaré dándote el apoyo que necesites, me tienes Kagome—tomo su mano en la mesa y le doy un suave apretón. —Tú también cuentas conmigo para todo Miroku, gracias—él me sonríe con sinceridad. Es cierto, aun cuando todos me fallan, Miroku nunca lo ha hecho. *** —Kagome, necesito que te relajea, estás tensa—la voz de Hoyo hace me mi cuerpo tenso se relaje. Le doy la pose que él quiere luego de muchos intentos, hasta que logra capturar de mi lo que él quiere. Hoyo es el fotógrafo que parece tener una afición en sonreírme de manera bonita antes de cada foto, él tiene una sonrisa preciosa, pero cuando está en plan súper profesional hace que quiera matarlo porque los altos tacones que llevo hacen que mis duelan. Ahora estoy modelando un pantalón talla alta con un top que hace que me vea elegante y fresca. Cuando captura las últimas fotos suspiro de alivio y camino hacia el camerino. En ella se encuentra la nueva estilista, quien me sonríe divertida al ver mi cara de fastidio. —¿Día duro?—pregunta ayudándome aun cuando no le pedí eso, le regalo una pequeña sonrisa. —Muy duro—comento entrando a quitarme la ropa. Cuando me coloco un sencillo vestido me siento libre. Al salir la veo reír de algo que observa en el teléfono. —¿Cuál es tu nombre?—pregunto mirándome al espejo para quitar el maquillaje de mi rostro. —Sango—me guiña un ojo—te dejo, ya acabó mi turno. Nos vemos—la veo alejarse y me concentro en eliminar de mi cara todo lo que me hizo modelo momentos atrás. Cuando estoy lista tomo mis pertenecías y salgo. Muerdo mis labios al ver a dos personas que reconozco. Inuyasha y Kikyo. Ella se encuentra besando el cuello de él de una manera cariñosa. Mis pasos alertan mi llegada por lo cual sus ojos se posan en mi persona. Kikyo me sonríe con naturalidad, pero Inuyasha me observa curioso. Quiero que ese hombre se aleje de mi porque cuando está cerca es como si encendiera algo que me hace cometer error tras error. Y ya estoy cansada de cometer uno tras otro. —Kagome—Kikyo me regala una sonrisa y se la devuelvo—vamos a salir los tres, pero hay alguien que te espera abajo—mi ceño se frunce por lo que tomo mi bolso. —Hola, Inuyasha—él trata de parecer relajado a mi alrededor, pero se esfuerza. —Hola, Kagome—me regala una tensa sonrisa que por suerte Kikyo no ve. —¿Quién me espera?—pregunto entrando con ellos al elevador. —Vas a verlo tú misma—las puertas se abren y camino con ellos siguiendo mis pasos hacia mi coche. Veo la silueta de una persona frente a mi auto. Mis pasos se detienen. —Bankotsu—susurro mirándolo. Él me sonríe y se acerca. —Kagome, me encontré con Kikyo y me dijo que venían por ti. No pude evitar querer verte—sonríe de esa manera tan hermosa que me deja sin habla por un momento. —La verdad estoy sorprendida—murmuro—luego de la fiesta no pensé verte tan pronto—él me regala una sonrisa sensual. —Fiesta en donde estabas ardiente—escucho como alguien tose y recuerdo que tengo a Inuyasha y Kikyo detrás de mí. Cuando giro los encuentro mirando a Bankotsu y a mí con curiosidad, trato de mantener los ojos lejos de Inuyasha, pero a última instancia me fallan y lo veo. No puedo sacar de mi mente ese reciente beso. —¿Nos vamos Kag?—pregunta Kikyo con una sonrisa. —Si... esperen aquí, necesito ir a buscar algo que se me quedó—digo con una sonrisa. —Yo tengo que interrogarte, Bankotsu—dice Kikyo divertida. —Acompañaré a Kagome—Kikyo asiente ante las palabras de Inuyasha y mi pecho se siente pesado. No quiero que ese hombre esté cerca de mí. Subimos en silencio y en el elevador tengo que aguantar la calentura que se me mete con solo tenerlo cerca. —¿Pasa algo Kagome?—pregunta Hoyo con esa sonrisa que relaja todo a su paso. —Olvidé algo en el camerino—murmuro—¿alguien más tiene sección de fotos hoy?—él asiente. —Siete chicas más, solo que tú fuiste buena terminamos rápido—le sonrío y camino hasta el camerino. Cuando Inuyasha ingresa en él lo miro. —No sé a qué se supone que estás jugando Inuyasha, pero basta, deja de hacerlo. Antes me reclamabas por ser una amiga de mierda, pero ahora el novio de mierda eres tú. No estoy interesada en fallarle a Kikyo, así que detén lo que sea que pasa por tu mente—él suspira y me mira. —Lo siento, pero no sé qué demonios está pasando cuando te tengo cerca. Quiero a Kikyo, ¿bien? Pero tengo una atracción muy insana contigo Kagome. No quiero fallarle, pero te tengo cerca y todo se complica mucho—suspiro negando. —Todo está mal, debe parar—él lame sus labios. —¿Cómo lo detengo?—pregunta—quiero a Kikyo, pero no sé cómo parar las ganas que tengo de besarte y tocarte—susurra con ese toque bajo haciendo que sus palabras se escuchen tan insinuantes. Todo en mi despierta ante sus palabras. Inuyasha debería saber el peligro que representa en mi vida, pero siento que si lo sabe eso solo complicaría las cosas más. Recordar ese beso es un atentico error porque solo pienso en cómo no me importó arder en el infierno por un momento en sus labios. Es grave, es malo, es demasiado bajo. Sus ojos escanean mi cuerpo lentamente y conforme sus ojos pasan por un área de mi piel esta se enciende. Trato de alejarme, pero me pega a una pared de nuevo y mis ojos se abren con miedo. —¿Qué haces?—pregunto en voz baja. —No te besaré, tranquila—aun cuando dice eso no me puedo relajar por su cercanía—hablas de mí, pero me correspondiste el beso de una manera que nunca nadie lo había hecho—habla en mi oído y me estremezco—somos dos jodidos traidores Kagome, lo peor es que ninguno ha sido sincero con Kikyo—él me mira—¿por miedo? No, es que a ambos nos gustó ese peligro y no queremos soltarlo. >> No te hagas la santa conmigo porque te vi arder como seguro nadie más lo ha hecho jamás. Así como tú dejaste una marca en mi yo lo hice en ti Kagome Higurashi y eso es algo que nadie podrá cambiar—lo alejo y niego. —Mejores polvos ya tuve—comento. —Puede ser, pero fue el polvo que tuviste conmigo que te tiene siendo una mentirosa cobarde—alzo mi mentón. —¿Qué es lo que quieres?—pregunto desconcertada. —Nada, por el momento tengo que conformarme con un nada—responde saliendo y dejándome confundida. Porque no entiendo nada. ¿A qué se supone juega Inuyasha?
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