Capítulo 16

2266 Words
Salgo de la entrevista con una sonrisa porque la chica parecía muy contenta conmigo. Quiero creer que es eso y no que mi querida tentación ha tenido que ver con eso, no quiero que Inuyasha intervenga para que me empleen. Recorro el club y me doy cuenta de que si tiene buena vibra. Me distraigo viendo a varios chicos entrenar, me gusta ver a las personas apasionadas y ver jóvenes con esos ojos risueños y llenos de expectativas me hace saber que el mundo no está tan podrido. Porque a través de sus ojos el mundo o por lo menos lo que viven en el momento que están en el agua es algo increíble. Quisiera ver a través de esos ojos el mundo por lo menos un minuto, tal vez así deje de ser esta mujer indecisa en la vida. Porque desde joven acabaron con varios sueños que tuve, mi madre, mi padre, mi hermana. Los sueños cambian porque de querer comerme el mundo, mi único sueño pasó a ser que quería a la familia Higurashi lejos de mí, donde no interfieran. Ese sueño se acentuó con la muerte del abuelo, porque ahí si fue peor el calvario en el que vivía. Todo parece tan lejano y cercano a la vez. —Son increíbles, ¿cierto?—miro a la chica a mi lado que me regala una sonrisa y asiento—muchos se preparan para campeonatos nacionales, veo en ellos grandes deportistas—no menciono una palabra y solo me dejo llevar por la concentración de cada persona que entrena en este lugar. —Son increíbles—susurro cautivada con lo que muestran. —¿Vienes a formar parte del club?—pregunta con curiosidad y niego despacio. —Trabajaré aquí—ella asiente. —Bienvenida, tengo que irme—la veo alejarse y me doy cuenta de que yo también debo hacerlo. Comienzo a caminar alejándome y saco mi teléfono para llamar a Miroku ya que quero salir con él esta noche. Me sobresalto cuando alguien cubre mi boca y me hace caminar encerrándome en una habitación donde parece que guardan toallas. Parpadeo confundida y me encuentro con la sonrisa de Inuyasha. Él quita su mano de mis labios y yo frunzo el ceño ante de golpear su pecho. —Idiota, me diste un susto de mierda—murmuro tocando mi pecho mirándolo con mucha molestia. Él sonríe divertido y lame sus labios. —No era mi intención asustarte, pero debo admitir que es divertido ver tu rostro de pánico—ruedo los ojos y él levanta una mano para tomar un mechón de pelo de mi coleta—hola Kagome—no puedo evitar la sonrisa que se escapa despacio de mis labios. —Hola Inuyasha, este es un saludo más normal que secuestrarme dándome un susto de muerte—comento mirando su rostro. Es tan guapo. —No estaba seguro que querías ser saludada por mí en público—dice y la mano en el mechón de pelo cae en mi cuello—porque puede ser muy explícito para los chicos alrededor—susurra con sus labios cerca de los míos ocasionando que su aliento me acaricie—¿o volviste a ser una cobarde Kagome?—pregunta para luego lamer mis labios. —¿Quién te dijo que soy una cobarde?—pregunto y sus ojos brillan ante mis palabras. —Solo estaba asegurando el terreno—sonrío mordiendo con suavidad su mentón y él deja sus manos en mi cintura creando una leve presión antes de que una de ellas suba a mi cuello y me bese. Como al parecer siempre pasará cuando él me besa, siento que el cuerpo estalla en fuego con solo tener sus labios pegados a los míos. Inuyasha nunca será dulce y es por eso que me besa como el demente que es, porque es arriesgado que estemos en su lugar de trabajo besuqueándonos como dos necesitados. Muevo mis labios sin querer quedarme atrás con este beso que tanto necesitaba. Desde ese día en mi baño no hemos podido vernos y solo pensar que lo tendré para mi sola, otorgándome todo el placer que me hizo sentir me hace entrar en un estado de excitación que por este simple beso gimo en sus labios. Las manos de Inuyasha bajan a mi culo dándole un suave apretón para luego alzarme y yo enredar las piernas en su cadera. Me pega a algo que no presto atención ya que estoy más concentrada en como enreda su lengua en la mía y lo bien que besa este bastardo. Mis manos recorren su espalda para que mis dedos se adentren en su pelo y sonría en sus labios ganando que una de sus manos apriete con fuerza mi culo. Cuando necesitamos respirar nos separamos con un suave mordisco por parte suya. Abro mis ojos encontrándome con los suyos dilatados y los labios con mucho mas color. —Deberías bajarme—comento respiración un poco agitada. Él lame mi cuello enviando una corriente de placer por todo mi cuerpo. —Me es difícil—enarco una ceja. —Se supone que la que podría convertir esto en una adicción era yo, no tú mi querido Inuyasha—él me deja sobre mis pies y acomodo mi ropa sonriéndole—cuidado si termino enloqueciéndote más de lo que debería Inuyasha, sería muy peligroso—hablo tratando de pasar por su lado, pero él se ríe y envuelve mi cintura pegando mi espalda a su pecho. —Confieso que eres mejor de lo que imaginé, me da gracia saber que durante el sexo cambias totalmente Kagome. Una faceta que podría enloquecerme—su aliento acaricia mi oído y me controlo para no girar y volver a besarlo—me gusta que sea de esa manera. ¿Cómo te fue en la entrevista?—pregunta dejando besos en mi cuello. —Luego hablamos de eso, ahora tengo que irme—él me hace girar y asiente. Me suelto de sus brazos y lamo mis labios—y esto de encerrarme de esta manera podría resultar sospechoso Inuyasha, debes ser más cuidadoso—él rueda los ojos. —Todo lo que escucho de tu boca es bla, bla, bla—pongo los ojos en blanco ante su repuesta y luego lo miro para rodarlos a ver su cara de aburrimiento—me gustas más cuando estas de rodillas dándome la mamada de mi vida—confiesa con una sonrisa. —Eres un cochino—mascullo sintiendo como mi cuerpo reacciona a sus palabras. —Te encanta este cochino, sobre todo esta parte—él acaricia su m*****o por encima del pantalón y maldigo en mi interior porque ya estoy calentándome mucho—quieres volver a comer de aquí Kagome—mi mirada cae en lo que hace. Yes daddy Suspiro alejando esos pensamientos y alejo su mano de la tentación que me brinda poniendo mala cara. —No me distraigas, necesito irme porque tengo cosas por hacer—él asiente. —Pronto estaré enviándote una dirección. Ya quiero ver lo que eres capaz de hacer sin alcohol—una sonrisa engreída acaricia mis labios. —Te di la mamada de tu vida cariño, creo que eso es un incentivo de lo que puedo hacer sin una gota de alcohol en mi sistema—me acerco mordiendo su labio inferior—adiós Inuyasha—lo dejo solo con una sonrisa mientras yo me alejo. Salgo y agradezco que no haya personas alrededor y eso me pueda resultar tan bien. Comienzo a alejarme y echo una última mirada hacia atrás viendo a Inuyasha contra la puerta dándome una intensa mirada. Para que disfrute el show camino moviendo mi culo con cada paso y sonrío porque sé la cara de idiota que debe tener justo ahora. *** Asiento a lo que me dicen que debo hacer mientras ignoro las raras miradas que me brinda Hoyo hoy. Estoy tratando de ignorarlas, pero se me está complicando porque parece un cordero necesitado de amor. Cuando comienza la sección de fotos me siento incomoda por la cantidad de malas miradas que estoy recibiendo mientras que a lo lejos Sango parece discutir con una de las modelos. Hoyo sigue mirándome y más malas miradas llegan a mí. Aun cuando mi trabajo termina él sigue mirándome. Corro al camerino y me siento respirando hondo. Detesto este jodido empleo. Me sobresalto cuando entra una de las chicas. Creo que es la que mejor cuerpo tiene de todas las modelos y porqué lo sabe le encanta fastidiar. He escucho que ella ha tenido varios problemas con otras chicas porque se cree la jodida diva del lugar. —¿Qué tanto le miras a mi hombre?—cuestiona haciendo que mi ceño se frunza. —Lo siento, pero no te estoy comprendiendo—confieso levantándome de mi asiento ya que la molestia en su rostro me pone en estado de alerta de inmediato. —Hoyo es mi hombre, ya he visto muchas moscas muertas como tú, pero te advierto Kagome Higurashi que si te veo haciéndoles ojitos de estúpida a mi hombre convertiré tu estadía aquí en un jodido infierno—suspiro tratando de no restregar mi rostro porque Sango pondría el grito al cielo si arruino mi maquillaje. —No sé de qué demonios hablas, pero no dejaré que me quieras intimidar. Si tienes que ponerle correa a alguien es a tu hombre, no a mí. Quiero llevar la fiesta en paz con todas por lo que te aseguro que me gusta Hoyo. Así que vete con tus amenazas otro lugar—ella me lanza una mirada que al parecer quiere ser de odio antes de alejarse chocando hombro con Sango quien viene entrando al lugar. —¿Pasó algo?—pregunta al ver mi cara. —Nada, solo un problema más a la larga lista que tengo—susurro y ella suspira. —Joder, como detesto a esas jodidas arpías. Por cierto, Kagome, hay una chica esperándote afuera. Recuerda esperarme porque ayer me prometiste que tomarías unas cervezas conmigo—dice revisando su teléfono. —¿Por qué yo no recuerdo eso?—ella levanta la vista y sonríe. —No tengo idea, pero si yo lo recuerdo es porque es cierto y no una mentira engañosa por parte mía—me guiña un ojo—¡Ya voy!—grita cuando su nombre se escucha—no sé qué harían en este lugar sin mi presencia en el, no te largues sin mi Kagome, que ya sé dónde vives y si te vas te aseguro que iré a sacarte de las sábanas para que me acompañes. ¡Que ya voy!—mascullando maldiciones la veo salir y me pongo de pie con una sonrisa para salir a recibir a la persona que me espera. Cuando salgo del espacio de fotografía me adentro en el ascensor cerrando un poco los ojos antes de que las puertas se abran en el estacionamiento. Salgo confundida y mi expresión cambia a una seria cuando veo la cabellera oscura acompañada de unos ojos fríos de color marrón mirándome. El cuerpo esbelto que no tiene nada que envidiar, no entiendo qué diablos hace Abi aquí. Ella sonríe con burla mientras repara en mi cuerpo dándome una inspección que me incomoda muchísimo. Ella lanza su larga cabellera hacia tras lamiendo sus labios. —Tan terrible como siempre Kagome, pensé que esta vez conseguirás algo mejor que ser una simple maestra de porquería, pero sinceramente no sé qué es peor, si como te ves ahora o antes—me quedo en silencio observándola. —¿Qué diablos quieres Abi?—ella se sienta en el capo del increíble coche que hoy usa. Porque, así como tiene zapatos y ropa, tiene autos. —Sinceramente, quería ver que tan miserable eres Kagome, siempre me has parecido lo más cercano a un chiste. Una mujer sin gracia, pero como soy buena hermana te aconsejo que te cases con Sesshomaru ya que es lo más guapo a lo que puedes aspirar con esa cara tan horrenda—murmura mirando sus uñas—al menos él aceptará, seguramente le diste lástima, porque hermanita, das lastima con solo mirarte—siento que la rabia comienza a circular por mi torrente sanguíneo. —No me interesan tus muestras de afecto Abi, te agradecería que te largues y no vuelvas a joderme la vida—ella enfoca sus fríos ojos en mí. —No entiendo a qué viene ese aire de que eres una gran mujer, ambas sabemos lo podrida que estás Kagome. Sabes que tengo con qué destruirte para siempre, ¿acaso quieres recordar un pasado que tenemos en común?—pregunta y mi cuerpo tiembla de miedo al recordarlo. Me odio por esta reacción tan rápida que tengo y ella sonríe—imaginé lo mismo, habrá una comida el sábado, espero que no faltes porque mi querido padre te quiere ver en ella. Si faltas te enviaré algo con lo que recordarás Kagome. Fue divertido ese día, ¿no lo crees?—siento como tengo ganas de vomitar y me siento pálida. —Largo de aquí Abi. ¡Largo!—grito conteniendo las ganas de huir. —Con mi padre y con mi madre puedes dártelas de muy valiente, pero ambas sabemos lo poco que vales Kagome. Espero tu asquerosa presencia el sábado, querida hermana—la veo subirse en su coche y alejarse, una lagrima se desliza por mi mejilla. Pensé que esto ya lo había superado, pero lastimosamente no es así. Sigo teniendo miedo.
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