Y otra vez lo hago.
Caer por Inuyasha para luego evitar a Kikyo, le dejé un mensaje de texto diciendo que surgió algo en la casa de mis padres y me necesitaban y que de Inuyasha luego de dos horas no volví a saber más. Una enorme mentira porque pase la noche ardiendo con ese hombre que de solo recordar cómo me poseyó en cada encuentro, tiemblo. De esa mentira han pasado dos días.
Ahora estoy sonriendo a la cámara mientras que miro como Sango me observa de manera extraña. Hoyo volvió a ser un hombre adulador causando que la chica de la otra vez me mire con odio, como si yo me siento feliz de los comentarios hecho por el fotógrafo. Lo último que busco es más complicaciones en mi vida, con las que tengo ahora son suficientes.
Cuando termino me encuentro cansada porque llevo más de tres horas donde Hoyo decía que me veía mal, que la pose no le gustaba o que no reflejaba lo que él quería captar, hoy fui un completo desastre en el trabajo.
Camino hasta el camerino tomando asiento como si tuviese el mundo sobre mis hombros, sigo cansada porque casi no he descansado. Resulta que en el club me dieron el empleo para trabajar en tanda matutina, razón por la cual ahora tengo que salir muy temprano de casa para estar a tiempo allá.
Soy la ayudante de dos entrenadores. Mi trabajo es prácticamente buscarles y apoyarles en los que ellos necesiten, hace dos días que comencé y es realmente agitador. Desde que empecé estoy de un lado a otro porque parecen que son jodidos dictadores y no personas.
Por el espejo descubro a Sango mirándome fijamente como si buscara algo en mi rostro. Le regalo una sonrisa que ella intenta devolverme, pero al final solo se acerca y se sienta a mi lado mirando a ambas en el espejo frente a nosotras. Bien, esto es raro.
—¿Pasa algo?—pregunto tomando una toallita húmeda para comenzar a retirar el maquillaje de mi rostro.
—Eso debería preguntarte yo, tengo días pensando en algo Kagome, algo que me inquieta mucho y es respecto a ti—detengo mi mano girando el rostro para observarla. Ella muerde su labio y acomoda la camisa que lleva puesta—sabes que no me gustan los rodeos o mentiras, por lo que quiero ser clara contigo—asiento en comprensión, me gusta cuando Sango va directo a donde quiere sin tantos rodeos, en cierta parte admiro mucho esa parte de ella porque si fuese un poco más de esa manera no estaría en los enormes líos que ahora tengo—yo te vi incomoda con ese hombre que estaba a tu lado, según me dijeron ese tipo era algo así como un amigo con derecho, pero no te veías como alguien que ya ha tenido contacto de manera placentera—suspiro y le regalo una sonrisa intentando que Sango no descubra mi mentira. Porque a pesar de que esta chica está teniendo un lugar muy bonito en mi corazón no puedo traicionar a Kikyo, yo no sería capaz de hacer eso. Bueno, al menos en la parte de contar sus secretos, porque ya la traiciono.
—No es nada Sango, solo tuvimos una pequeña discusión, eso es todo—le respondo con una sonrisa—solo no quería que ustedes se sintieran incomodos por vernos peleados—le miento y me siento mal al hacerlo, pero parece que ya soy una experta en decir mentiras.
Una jodida mentirosa.
—¿Fue por él que llorabas?—cuestiona y toma mi mano dándole un suave apretón—¿ese hombre te maltrata o algo Kag?—niego rápidamente ante el giro que están tomando sus pensamientos.
—Mi familia, por mi familia estaba mal—le respondo queriendo ser sincera con ella—crecí dentro de una familia cruel Sango, donde otros niños recibían amor yo recibía regaños, malos tratos y palabras hirientes. Mi hermana se convirtió en mi peor enemiga desde muy pequeña, desde antes de saber lo que era odiar, porque eso ella hacía, me odiaba—confieso antes de hacer una pequeña mueca—solo parece ser que cuando estoy poniendo una pieza en su lugar para mejorar mi vida ellos aparecen destrozando diez piezas y es realmente frustrante que siempre suceda eso—ella sonríe con tristeza.
—Lo lamento Kag, no imagino como debe ser, pero cuentas conmigo para todo—me inclino hasta abrazarla con suavidad—a veces pareces una pequeña niña que no sabe hacia dónde ir, tu mirada me da miedo a veces Kagome, porque siento que por buscar un lugar donde no sentirte de esa manera puedes lastimarte—susurra y suspiro separándome de ella.
Un lugar donde pertenecer. Nunca he sentido que tenga uno, nunca me he sentido parte de algo realmente, nunca me interesé en buscar lazos reales con las personas porque sentía que al final todos me iban a decepcionar como mi familia, o que yo los iba a decepcionar como tantas veces ellos me dijeron. Hay muchas inseguridades en mi interior que intento mantener ocultas porque tengo miedo de que cuando las deje salir duelan tanto hacerlas reales en mi vida. Cuando dejé entrar a Miroku tuve mucho miedo, porque él fue la segunda persona que me podría lastimar muy profundo si me llegara a decepcionar, la primera persona era el abuelo.
Muchas veces la decepción duele más que cualquier golpe físico, porque te creas tantas expectativas altas que cuando todas caen en un solo momento sientes que caes en un abismo y duele, duele muchísimo. Por eso cuando Kikyo se mostró tan alegre y energética conmigo no pude evitar cerrarme por mucho tiempo con ella hasta que la dejé entrar. Ella se convirtió en parte de mi pequeña familia junto a Miroku, pero al final si soy una decepción porque estoy traicionándola y ya estoy cansada de llevar tanto dolor que solo quiero dejarme llevar. Por primera vez en mucho tiempo me estoy dejando llevar, él no es la persona correcta, pero también sé que Inuyasha es el único que lo consigue. Está consiguiendo que destroce todo por dejarme llevar, que mis ideales caigan porque cuando estoy en sus brazos el dolor, el temor desaparece dándole lugar a un deseo incontrolable.
—Estoy bien, estaré bien—susurro mirándola, ella acaricia mi rostro y se levanta hasta estar frente a mí y besar mi frente.
—Estoy aquí, puede que creas que solo soy alguien que llevas poco conociendo, pero me tienes aquí Kagome. Si te sientes perdida puedes buscarme, estaré para ti—me habla con dulzura que hace que una linda calidez se extienda en mi corazón—para eso estamos las amigas—con esas palabras me da un suave apretón en la mano y la veo caminar para salir del camerino.
***
Tiemblo un poco enterrando las uñas culminando con mi orgasmo antes de que él gruña mi nombre corriéndose. Descanso mi cabeza en su hombro sintiendo como sus manos acarician mi espalda desnuda con suavidad. Estoy cansada, pero Inuyasha no me deja bajar de su cuerpo, manteniéndome en la misma posición sobre él, pero no me quejo tampoco, me siento cómoda sobre él, con su m*****o aun dentro de mí.
—¿Todo bien?—pregunta con voz ronca y asiento. Me separo y bajo de la cama en silencio y me siento en la cama cubriéndome con la sábana, él me mira en silencio mientras se quita el preservativo, atándolo para luego desaparecer por la puerta del baño. Regresa con un bóxer puesto y se sienta a mi lado dándome una larga mirada, mi cuerpo necesita descansar de este arrebatador encuentro.
Cuando salí del trabajo le envié un mensaje y lo esperé en la puerta, solo sé que cuando entramos sucumbimos al deseo que siempre se desata entre nosotros terminando conmigo sobre él buscando el placer de ambos mientras me desbordaba por las atenciones de su boca y manos.
La caricia en mi cuello me hace mirarlo, sus ojos dorados siguen brillando con intensidad, mientras su cabello n***o está tan alborotado dándole el aspecto más sexy que nunca haya visto.
—¿Qué tienes?—su pregunta me toma por sorpresa. Él se acuesta del otro lado con la espalda pegada al cabecero y me jala hasta él dejando que mi cabeza descanse en su pecho—hace un rato eras todo fuego y deseo, ahora una mujer silenciosa. Sé que hablas mucho, así que puedes hacerlo—su mano reparte leves caricias en mi espalda desnuda.
—Cuando te conocí no parecías esta clase de hombre Inuyasha—confieso despacio—pensé que nunca traicionarías a tu novia, y mírate ahora, cayendo por mí de la misma manera en la que lo hago por ti, ¿Por qué sigues traicionando a Kikyo?—pregunto con curiosidad sin moverme de mi lugar.
Los latidos del corazón de Inuyasha siguen siendo normales a pesar de mi pregunta, supongo que ya debía intuir que en algún momento esta conversación saldría a colación, porque no puedo quitar de mi cabeza que Inuyasha es el novio de Kikyo.
—Cuando conocí a Kikyo ella me gustó mucho—comenta en voz baja—tú mejor que nadie conoce todas las cualidades que la hacen una mujer grandiosa, con el tiempo comenzó a formar parte de lo que quería para mi futuro. La quiero, la quiero mucho—dice con rapidez—pero no negaré que enloquezco cuando te veo. Es como si mi corazón y cuerpo quisieran separarse. Cuando estoy con ella la persona más dulce sale de mi porque quiere darle lo mejor, pero cuando te veo es como si un fuego más poderoso que yo comenzara a circular por mi cuerpo.
>> Cuando comencé a recordar solo quería volver a ese momento y volver a sentirte, entonces un día simplemente no pude más y te besé, cuando me correspondiste supe que ya no tendría vuelta atrás, porque te deseé tanto que no podía dormir sin pensar en tu cuerpo, tus besos, la pasión—su mano se ha detenido a este punto—duele y dolió traicionarla, pero soy egoísta Kagome. No quiero alejarla a ninguna de las dos, quiero como un demente a Kikyo, pero cuando te veo no pienso, solo acciono—me acomodo para mirarlo a los ojos.
—Eres un bastado Inuyasha—él hace una pequeña mueca con los labios y sus parpados caen un poco hacia mí.
—Lo sé, créeme que no me gusta hacerle esto, pero no puedo alejarte, en este punto donde nos encontramos eso ya no es una opción—una de mis manos se levanta y acaricia su mejilla—lo que no comprendo fue el cómo caíste tú Kagome, puedes aspirar a algo mejor que un jodido traidor como yo—me quedo en silencio bajando mi mano.
—Yo tampoco controlo mi cuerpo contigo Inuyasha—confieso en voz baja—y me dejo llevar—susurro en voz baja, sé que él no lo escuchó.
—¿Quieres algo de comer?—pregunta cambiando el tema. Niego con suavidad y me separo de él para sentarme en la cama aun cubierta por la sábana.
—¿Cuánto durará esto que tenemos?—cuestiono—¿Cuándo te canses de mí?—él lame sus labios cuando la sábana cae recordándole la desnudez de mi cuerpo.
—¿Crees que eso suceda en mucho tiempo?—él niega—solo sé que mientras más te pruebo, más adictiva te vuelves—con un dedo acaricia la cima de mis pechos.
—Pensé que sería yo quien podría volver esto una adicción Inuyasha—él sonríe antes de abalanzarse sobre mi cuerpo dejando que mi espalda quede contra la suavidad de la cama. Una sonrisa lenta brota de mis labios cuando él reparte besos desde mis pechos bajando por mi vientre y luego en mis costillas. Él se detiene en mis costillas cuando mi risa es fuerte.
—Así que costillas—comenta incorporándose y sentándose de manera superficial sobre mis piernas antes de que me dé cuenta de sus intenciones, él está haciéndome cosquillas que me hacen carcajearme tanto mientras trato de detenerlo en vano porque no puedo.
—Inu...no...bas...ta—jadeo riendo, pero él no tiene piedad porque continúa haciéndome cosquillas hasta que mi estómago duele.
—Di que soy el mejor—dice y niego no queriendo darle la victoria.
—No...para—digo riendo y él niega sin detenerse de hacerme cosquillas mientras lucho por alejarlo.
—¡Eres el mejor!—me rindo cuando siento que ya no puedo más. Él se detiene dejándome respirar, lo veo tener una sonrisa de victoria en los labios que me hace rodar los ojos.
—¿Soy el mejor?—cuestiona acercándose a mí y acariciando con sus labios los míos, él vuelve a la posición que tenía y abro mis piernas para que se acomode entre ellas.
—Cállate—él deja algunos besos en mi cuello y mi cuerpo reacciona.
—¿No es mejor que tú lo hagas?—pregunta separándose para mirarme.
—Está bien, ya lo hago—murmuro sin evitar sonreír ante la sonrisa de él, no puedo creer que de verdad Inuyasha haya mejorado con un día donde estaba algo decaída en sonrisas, gemidos y mucho deseo.