Miro al entrenador que hoy tiene ganas de fastidiar, el hombre me tiene de un lado a otro buscando cosas que ni está utilizando. Veo la cantidad de materiales que me ha hecho buscar uno por uno, solo porque al parecer vino modo cabrón con ganas de joderme los ovarios. Respiro hondo recordándome que la paga que me darán es buena y que la necesito, sino hace mucho lo hubiese mandado al demonio.
Le doy una sonrisa pasándole el silbato que "casualmente" dejó en el mostrador de la entrada al llegar. Él me mira cómo se supone miramos a las cucarachas, eso antes de que de manera molesta silbe haciendo que los chicos dentro de la piscina se detengan de nadar. Comienza a gritarles de manera horrible por lo que retrocedo mientras él parece que se desquita de algo con ellos. Mis pies duelen un poco por todo lo que me he movido.
—Son unas basuras que no lograran nada, ¿creen que nadando así lograran competir en las locales? No me jodan, están buscando ayuda aquí porque son una porquería que no sirven para algo, así que no me hagan perder mi tiempo y hagan algo mejor que simplemente mojarse en el agua—y el monologo de insultos continua por largos minutos en donde yo siento compasión por la mirada de los chicos.
Se supone que los lunes y martes estaré ayudando a un entrenador y jueves y viernes a otro. Pues, hoy es viernes y me toca joderme la vida con el mas insoportable de los dos. Casi pienso que él se cree alguna clase de diva que debe tener todo. Es una suerte que en veinte minutos acaba mi turno porque ya no lo aguanto y tengo hambre.
Cabrón de mierda
Ese pensamiento es el que me persigue mientras él continua con su tiranía, acomodo la camisa que tengo para trabajar mientras ruego que los minutos pasen rápidos. Eso antes de que los pasos de un cuerpo que comienzo a reconocer donde sea, se escuchen.
Inuyasha entra con un jeans, zapatos y una camiseta azul que le queda estupenda. Me veo babear mentalmente por él mientras sonríe acercándose hacia el entrenador, no sin antes darme una escaneada con la mirada que me hace lamer mis labios y hacer que las comisuras de sus labios de eleven en una tentadora sonrisa que me hace querer mandar todo al diablo e irme con él hacia su departamento para que me folle como viene haciéndolo toda la semana.
—Hola Ginkotsu, ¿Cómo van las clases?—cuando el entrenador se da cuenta de que Inuyasha se encuentra cerca es como si le cambiara toda el aura de hombre maldito a una de rosas y arcoíris. Él le sonríe a Inuyasha dándole un abrazo súper masculino mientras bajo la atenta mirada de sus diez estudiantes y la mía, vemos como ese hombre lame el suelo de Inuyasha.
—Señor Taisho, van excelentes, eso es porque usted es un excelente jefe que sabe buscar lo mejor, los chicos avanzan muy bien—dice con una sonrisa—¡chicos, saluden al señor Inuyasha!—grita y todos sus alumnos se yerguen mirando a Inuyasha con ojos soñadores.
—Señor Taisho, es un placer—dicen al mismo tiempo como si hubiese pasado semanas coordinándose a la perfección para hacer ese canto único.
—Me alegra ver que las cosas marchan a la perfección—dice con una sonrisa—el supervisor pasará en unas horas, espero que en su informe diga lo mismo—murmura dirigiendo sus ojos al hijo de perra que me ha estado esclavizando, quiero reírme de la cara de horror que tiene, creo que hasta está apretando el culo para no cagarse encima.
Estos pocos minutos me dan una satisfacción que me encanta. Estoy cruzada de brazos con la espalda contra la pared mirando todo desde mi lugar, sin molestar a nadie y disfrutando del espectáculo en directo.
El entrenador comienza a dar una serie de halagos que me hacen mirarlo.
Maldito lame botas
Inuyasha simplemente lo observa como si lo evaluara, eso antes de mirar todo como si estuviese curioso por el lugar, pero solo es una fachada para lanzarme una mirada que me hace arder la piel. Le regalo una pequeña sonrisa que él comprende a la perfección.
—Entonces todo está perfecto señor Taisho—dice el entrenador. Es uno de esos hombres que exige mucho, pero tiene una enorme barriga de cervecero que demuestra que no hace lo que tanto exige. Su cabellera es rojiza y tiene el cuerpo bronceado. Si trabajara su cuerpo no se viera tan... ¿desagradable? Olviden eso, ese hombre abre la boca y me dan ganas de meterle diez disparos para que se calle.
Ya ven cuanto amor le tengo a ese hombre.
—¿Qué tal trabaja su ayudante?—pregunta Inuyasha mirándome, hace una seña y me acerco odiando hacerlo. Me posiciono al lado del entrenador que entrecierra sus ojos hacia mí con molestia.
No es mi culpa que su señora no lo contente señor, clame la raja
Regalo una bonita sonrisa que lo hace rodar los ojos. Inuyasha de manera disimulada me lanza esa mirada oscura llena de promesas perversas que me hace querer juntar las piernas. Porque sé que no son promesas vacías, ese hombre sabe muy bien cómo trabajar para hacerme enloquecer de deseo.
—Está trabajando ma...
—Espero que esté trabajando bien, es una amiga—lo interrumpe Inuyasha y me lanza una sonrisa que pretende ser dulce, pero yo la conozco bien y sé que es una irónica.
—Oh, eso iba a decir, es excelente señor, no hay quejas de ella, hace su trabajo excelente. Quiero agradecer por la ayuda que me brinda, es una joven muy eficiente—dice el lame botas con una sonrisa palmeando mi hombro como si fuésemos compañeros realmente y no él un tirano conmigo.
—Cierto, Kagome es muy eficiente—dice de manera casual este hombre, Dios mío, es que solo yo sé que habla en doble sentido y no sé por qué razón eso me prende un poco.
—Nos llevamos bien, ¿cierto Higurashi?—pregunta el entrenador dándome una mirada amenazante, ruedo los ojos y finjo una sonrisa.
—Es cierto señor Taisho—murmuro de manera educada, él sonríe y asiente.
—Me alegra, veo que ya termina su turno Higurashi, vamos, necesito que lleve algo—asiento diciéndole adiós con la mano al entrenador quien forma una fina línea con los labios.
Camino detrás de Inuyasha quien saluda a varios de los empleados mientras pasamos. Me distraigo varias veces viendo lo bien trabajado que está este lugar. Tomamos el ascensor con dos mujeres que se sonrojan furiosamente al ver a Inuyasha. Al llegar al tercer piso él baja y lo sigo. Saluda a un chico sentado frente a un computador que al verme sonríe y casi puedo asegurar que babea. Eso me hace caminar más rápido y entrar cerrando la puerta.
Inuyasha se gira a mirarme, el despacho en el que nos encontramos es espacioso y camino un poco siendo una curiosa, él me observa porque siento su ardiente mirada en mi mientras me deja hacer lo que quiero.
—¿Qué necesitas?—cuestiono mirando unos folletos que hay en una mesa.
Giro a mirarlo y lo encuentro contra la mesa de cristal mirándome con los brazos cruzados a la altura del pecho. Lamo mis labios ante la visión que tengo de él y me acerco hasta detenerme frente a su cuerpo. A veces siento que es como si un imán me guiara hacia él de esta manera. Inuyasha acerca su rostro al mío antes de sonreír y lamer mis labios colocando sus manos en mi cintura y haciéndome retroceder.
—Es una gran tentación saber que andas en mi territorio Kagome, me haces querer cometer muchas locuras, ¿lo sabes?—mis manos van a su cuello envolviéndose en esa área de su cuerpo.
—Me importa mierda, ahora solo quiero que me beses—él sonríe antes de darme lo que quiero, sus labios.
Me besa como siempre, enloqueciéndome con el roce de nuestros labios, la colisión de nuestras lenguas y sus jugueteos que hacemos al morder, lamer y chupar. Mis manos en su pelo lo alborotan sintiendo la suavidad de ellos contra mi palma. Las manos de Inuyasha bajan a mi culo y le dan un suave apretón. Sonrío en medio de beso separándome de él cuando su teléfono suena, me arreglo de inmediato, lo último que quiero es que sepan que andaba de besucona. Él maldice y se separa, para luego ir a su escritorio y tomar el teléfono.
Justo entonces la puerta se abre y la enorme sonrisa de Kikyo aparece. Trago en seco mientras ella frunce el ceño al verme y le regalo una sonrisa que ella me devuelve más débil. Se acerca y besa mi mejilla antes de ir por Inuyasha y besarlo como siempre hace. Giro el rostro en otra dirección ignorando la pequeña molestia que comienza a extenderse por mi cuerpo.
La vista que tiene Inuyasha en este lugar es buena, es por eso que ignoro el besuqueo de la pareja para observar todo, ya saben, es mejor ignorar el golpe que sentirlo.
—¿Qué haces aquí cariño?—pregunta Inuyasha y eso me hace saber que el momento de besuqueo entre ellos ya terminó. Kikyo sonríe mostrando lo que trae en manos: un almuerzo.
—Sé que muchas a veces te saltas el almuerzo por estar ocupado, por eso lo traje para ti—comenta y me sonríe—traje suficiente, puedes quedarte Kag—niego con suavidad.
—Tengo que ir a casa, hay un baño esperándome para irme a trabajar—ella hace un puchero que le queda estupendo porque se ve una mujer sexy.
—No estás pasando mucho tiempo conmigo Kag, ¿Qué tal el sábado pasarla juntas?—pregunta acercándose a mí. Hago una mueca que tiene que ser la respuesta.
—Comida en casa de mis padres—ella frunce el ceño.
—Mándalos al diablo, esa gente no merece pasar un agradable momento contigo—una temblorosa sonrisa se extiende en mis labios y niego.
—Tengo que hablar con ellos—sé que quiere seguir indagando y niego para que se detenga, ella suspira resignada.
—El domingo no puedo, el sábado en la noche volaré a Perú, asuntos con un tío lejano que debo resolver para que mamá no enloquezcas—ella rueda los ojos—pero de eso luego te cuento, trata de comer algo antes de irte a trabajar Kag, no me gustaría saber que descuidas tu salud, ¿bien?—asiento y la abrazo porque Kikyo es mi mejor amiga y traicionarla tiene un sabor amargo en mí.
Inuyasha está estático mirándonos interactuar, sus ojos se cruzan con los míos y el muy maldito sonríe. Ruedo los ojos y me separo de Kikyo dándole un beso en la mejilla. Me acerco a Inuyasha pasándole la mano y él la estrecha. Siento algo contra mi palma por lo que lo tomo disimuladamente.
—Disfruten su comida, me tengo que retirar—murmuro con una pequeña sonrisa en los labios. Kikyo sonríe y lo mira.
—No solo la comida voy a disfrutar—comenta moviendo y bajando sus cejas de manera chistosa, pero lamentablemente no encuentro chistoso lo que acaba de decir, por lo que simplemente sonrío.
—Luego te sigo explicando cómo se abre esa puerta, siempre ha tenido problemas—habla Inuyasha y asiento viendo cuan buen actor es el muy maldito.
Me alejo y necesito salir de aquí rápido. Cuando salgo el mismo chico me guiña un ojo y eso me hace caminar rápido a la espera de que abra el ascensor. Cuando abre sus puertas entro y respiro hondo al darme cuenta de que ya no me encuentro respirando el mismo oxigeno que Inuyasha y Kikyo al mismo tiempo.
—Eres una maldita traidora Kagome—murmuro bajo viendo como las puertas se abren. Camino a firmar mi salida y luego prácticamente corro al auto viendo que voy algo tarde. Tendré que bañarme y olvidarme de comer. Hago una mueca porque quería comer algo antes de ser una esclava del modelaje.
Dos empleos que odio, que buena vida tienes Kagome. Aunque al menos tengo dos empleos, algunos no tienen esa dicha, ¿cierto?
Ya en el auto recuerdo lo que me pasó Inuyasha. Abro mi puño y veo que es un pequeño papel perfectamente doblado para que quede en tamaño súper pequeño. Comienzo a desdoblar y abro encontrándome con una nota.
Tu culo hoy se ve genial, ¿quieres estar conmigo el sábado en la noche y el domingo? Porque me gustaría que mi encanto esté esos días conmigo.
Echo la cabeza hacia atrás. Mi encanto.
¿Por qué me gusta cómo suena eso?
Estás loca Kagome.