Emiliana
Lo primero que hicimos tras pisar Roma, fue ser trasladados en un lujoso auto gris hacía el salón de un extravagante hotel cinco estrellas.
Esa iba a ser mi primera presentación ante Santino como mujer de Angelo y por primera vez en tantos días me alegraba ostentar ese puesto. Pensar en ese hombre era sinónimo de la muerte de mi padre, así que no dudé en escoger por mí misma el vestido más elegante y atrevido que encontré entre todo el guardarropa que tenían para mí.
Los escotes nunca habían sido de mi agrado, sin embargo, al hallar un vestido n***o largo de terciopelo con la espalda descubierta, tan solo sujetado por finas pitas, no lo dudé ni un segundo.
Vi el descontento en la cara de mi ahora esposo cuando me presenté frente a él luciendo aquella prenda arrebatadora. No
