Angelo Ahora si que estaba ofuscado. Santino interrumpió el primer encuentro en el que Emiliana me correspondía y se mostraba tan ávida como yo de nuestros besos. Su intromisión inoportuna, acompañada por una bala hacía la puerta me forzó a separarme de ella y escudarla tras mi espalda. –Entra al cubículo, –pedí con prisa al notar que la cabina de baño estaba hecha de metal– no hagas ruido y obedece en todo ¿Te queda claro? No me detuve a sacar el arma que tenía resguardada en el cinturón del pantalón pese que nunca escuché su conformidad. –¡Tiren esa maldita puerta! ¡Quiero a mi prometida de vuelta! Escuché ordenar a Santino fuera del servicio. Alisté mi arma para ser usada antes de que lanzaran un disparo al cerrojo de la puerta y la abrieran con violencia. Hugo Russo fue el pri