Emiliana Unas suaves caricias sobre la frente me causaron leves cosquillas, traté de moverme pero el fastidio no cesaba. Cuando abrí los ojos vislumbré poco a poco el rostro de mi reciente captor. Angelo Fioretti me miraba con atención, a la expectativa de mi despertar mientras se dedicaba a curar la herida que tenía en la cabeza con una gasa empapada de alcohol. Paseé los ojos por todo el lugar para reconocer el ambiente. Ya no nos encontrábamos en el Jet privado, ni siquiera recordaba subir a él, todo alrededor era cerrado y elegante. Nos encontrábamos en una bonita habitación de estilo clásico Romano mezclado con un aire rústico. Tendida sobre una cómoda cama me pregunté qué demonios le había hecho yo para merecer un castigo semejante. –Ya era hora de que despertaras –susurró b