Angelo –¿Tiene que demorar tanto? Se supone que esto es rápido. –¡Ya! ¡Ya está listo! Suspiré rendido en la mecedora junto a la ventana, Sofía y Alonzo hicieron lo mismo desde sus respectivos asientos mientras Luigi Fioretti celebraba una pequeña especie de victoria al haber logrado encontrar la información secreta de los Testa. –¿Qué es lo que tienes? –consulté preparándome mentalmente para la avalancha de malas cosas que seguramente tenía– –Bien, aquí tenemos a Matteo Testa, siete años, cumple los ocho en verano del próximo año. –maldije, mi primo no tenía idea de lo que eso significaba. Ese niño había nacido el mismo año en el que mi padre tuvo la aventura con esa maldita mujer que tenía por madre– Exactamente en julio doce –hice el conteo rápido y sentí el peso en el estómago–