Capítulo 6: Deuda millonaria

1247 Words
Angelo Elsa Farina, una mujer que aparentaba unos cincuenta años, fue traída hasta la habitación de hotel en la que me hospedaba. Todavía tenía puesto el uniforme de servicio de la casa Ferrara y parecía preocupada por la localización desconocida a la que la llevaron. –Señor –avisó Alonzo, quien optó por no tutearme para añadir un toque más frívolo o de temer a mi persona– la mujer que pidió está aquí. Se llama Elsa Farina, trabaja para los Ferrara desde hace siete años. Está dispuesta a contarle todo lo que sabe. –Que tome asiento –ordené sin inmutarme– sírvanle algo de cenar. Alonzo desapareció tras la salida, dejándonos a solas. La mujer se acomodó en la silla frente al lugar en el que busqué ubicarme en la mesa. –Así que trabajas desde hace siete años para los Ferrara. ¿Es la primera vez que vendes información sobre ellos? Cuestioné mirándola con interés. Su mirada cabizbaja y poco sostenida evidenció lo poco acostumbrada que estaba a reuniones como esa, quizá hasta era la primera vez. –Buenas noches… –titubeó con cierto miedo– No, yo… jamás hice algo así. Es que mi situación no es precisamente la mejor. Necesito dinero extra para mis hijos y… –Bien, no necesito saber las razones que te trajeron hasta aquí, te pagaré tanto como hables y está de sobra hacerte saber que no me agrada ser traicionado. Lo que te pido es una simple cosa, informar. No querrás que este trato sea del conocimiento de los Ferrara o Testa y ganarte un enemigo gratuito ¿Verdad? La mujer negó alicaída, como si no pudiese creer en lo que se estaba metiendo. Lamentablemente la situación la había traído hasta mí, así que si pretendía gozar del generoso monto que tenía preparado para ella también debía asumir los riesgos. –Empieza por decirme lo que sabes sobre Santino Testa y la relación con los Ferrara. Abrió los ojos de sorpresa, tragó saliva antes de empezar. –La señorita Emiliana y el Señor Testa se conocieron en la fiesta de cumpleaños del señor Ferrara. A esa fiesta acostumbran llegar muchas personas importantes. Los presentaron y al parecer el señor Santino quedó encantado con ella. –¿Antes de la fiesta tenías conocimiento de la cercanía entre Santino y el señor Ferrara? –negó de inmediato– –Nunca lo vi en casa antes, aunque, no parece ser muy del agrado de la señorita Emiliana. Cada vez que llega a buscarla finge estar mal o quedarse dormida, ayer se cortó el cabello de repente. Se suponía que el peinado para la boda ya estaba decidido, con ese corte tendrán que replantear todo… Lo último resultaba de lo más interesante. No me sorprendió que un hombre como Santino recurriera a medidas tan patéticas como obligar a casarse a la novia. –¿Sabes si Santino y el señor Ferrara tienen negocios pendientes? –El otro día los escuché hablando sobre un trato, el señor Ferrara le gritó que su hija no era parte del acuerdo, a lo que Testa respondió que ahora sí. No sé si se referían al compromiso, pero es evidente que existió otra conversación previa. –Cuéntame de Emiliana. ¿Cuál es su edad? –Veintitrés, cumple años en Septiembre. Es la hija única de los señores, pasa mucho tiempo con su abuelo, el señor Elías Ferrara. El hombre tiene un defecto en la pierna que le impide caminar bien o mantenerse de pie por mucho tiempo, sin embargo, suelen salir al parque a menudo. Tienen una buena relación, después de su padre, es ella quien quedará a cargo de los negocios de joyerías de la familia. La chica ha pasado toda su vida aprendiendo todo del negocio. –¿Alguna vez ha dicho abiertamente que no se quiere casar con Santino? No supe bien cuál era la finalidad de mi pregunta, aunque obtuvo una respuesta que me pareció muy interesante. –Emiliana nunca lo ha dicho pese a que es evidente que no lo desea. Ella es capaz de hacer cualquier cosa por complacer a su padre, lo adora hasta el punto de obedecer la orden del matrimonio sin chistar. Algunos creemos que el señor Testa ni siquiera es de su agrado. Santino era una persona tan patética que ni siquiera pudo lograr que su prometida lo viera como un hombre. –Bien, es suficiente. –Elsa se sorprendió, apenas dijo un par de cosas y ya le pedía parar– si quieres ganar más dinero tendrás que ser más observadora de ahora en adelante y contarme con detalle todo lo que pasa dentro de esa casa. No quiero información a medias ¿Entendido? Tras todo eso nada podía quitarme la paz, Santino tenía un punto en donde atacar y Elsa lo confirmó. Al escuchar mi orden solo asintió, no sin antes recoger un par de billetes que coloqué cerca de sus manos. –Una última cosa ¿La señorita Emiliana frecuenta algún lugar habitualmente? ¿Dónde podría encontrarla? –Por las tardes suele ir a la tienda de su padre, ahora que están en Nápoles empezó a ir a la sucursal de aquí. Asiste de lunes a viernes. Mis pensamientos empezaron a moverse rápidamente ante la respuesta, los planes que tenía se iban abriendo paso por sí solos. Al no obtener mayor respuesta, Elsa se puso de pie con indecisión abandonando el lugar. Alonzo ingresó dos minutos después. –Angelo, tenemos la información que pediste. –No hizo falta que le diera permiso para hablar– El padre de Emiliana, Marco Ferrara, es adicto a las drogas y Santino es su principal proveedor. Hace tres meses ofreció una fiesta en Milán que fue más bien una orgia llena de sustancias de todo tipo. El trato era pagarle luego de vender una de las piezas más costosas de su tienda, pero el comprador declinó a último momento así que el método de pago fue su hija. Desde luego, ni ella o su mujer conocen ese lado suyo, ambas creen que es por una simple alianza para mejorar la economía. “Jodido adicto, las personas como esas no merecen tener hijos” Pensé con molestia, pese a que su rostro no presentaba rastro alguno de gesticulación o misma indignación que la mía. –¿Para mejorar la economía? ¿Están en quiebra acaso? –Alonzo asintió suavemente– –La vida de excesos del señor Ferrara los llevó a quedarse con las cuentas vacías en menos tiempo del que se puede contar. No solo le debe a Santino, también tiene cuentas sin pagar en Sicilia y Calabria. La venta de joyas va bien, pero el tipo gasta más dinero del que gana. –Entonces ese hombre tiene las horas contadas. –continuó dándome la razón– –Santino parece tener algún tipo de apego por Emiliana Ferrara, en lo que va del año gastó una gran fortuna para cortejarla. La boda le está costando varios millones, creo que no piensa en sus bolsillos cuando se trata ella. –Si no escatima en gastos entonces de verdad le gusta esa mujer. –Al parecer sí, le perdonó una deuda millonaria a Marco tan solo para casarse con ella. El asunto estaba tan claro que me llevó a sentir la adrenalina en las venas. –Alístate, iremos a la tienda Ferrara a visitar a Emiliana. Y una cosa más, necesito a Sofía aquí, tan pronto como sea posible.
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