Capítulo 7

1081 Words
La cena había concluido, pero las miradas inquisitivas seguían pesando sobre mí mientras nos despedíamos en la puerta. La señora Demet me dio un abrazo breve y calculado, lo suficiente para ser cordial, pero no lo bastante como para transmitir calidez. —Confío en que cuidarás bien de Azad y de Dimitri —dijo, su tono más un recordatorio que un deseo. Asentí, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Dimitri tomó mi mano con un gesto protector, y mientras descendíamos las escaleras de piedra hacia el auto, el silencio entre nosotros era denso, como si el peso de la mentira compartida estuviera a punto de aplastarnos. Azad dormía profundamente en el asiento trasero, ajeno al tumulto que nos rodeaba. Al llegar a casa, Dimitri se ofreció a llevar a Azad a su cama. Yo me quedé en la sala, mirando la luz tenue que provenía de una lámpara de mesa. Mis pensamientos se arremolinaron como una tormenta. ¿Habría sido convincente? ¿La familia sospecharía algo? ¿Podría realmente mantener esta farsa por el tiempo que fuera necesario? —Gracias por hoy —murmuró mientras tomaba asiento frente a mí—. Sé que no fue fácil. Levanté la vista, observándolo por unos segundos. Parecía tan seguro durante la cena, pero ahora su rostro reflejaba algo diferente: una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver. —¿Qué pasa si descubren la verdad? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio. Él suspiró, apoyando los codos en sus rodillas y frotándose las manos como si intentara encontrar la respuesta adecuada. —No lo harán. Nadie puede saberlo, Kate. Ni siquiera Aurora. Todo depende de que parezca real, de que actuemos como una pareja... como una familia. —Eso significa más cenas como esta, ¿verdad? —intenté bromear, pero mi voz tembló. Él esbozó una sonrisa cansada, pero no respondió. Su mirada estaba fija en algún punto más allá de la sala, y me pregunté si también dudaba, si también sentía que este plan era demasiado frágil. —¿Crees que funcionará? —insistí, necesitaba escucharlo de él, aunque fuera una mentira. Dimitri se enderezó, su semblante volviendo a adoptar esa máscara de determinación. —Tiene que funcionar. No tenemos otra opción. Asentí, aunque mi pecho se sentía pesado. Me levanté, indicando que iba a mi habitación. Antes de que pudiera irme, su voz me detuvo. —Kate... —dijo en un tono bajo tomándose por el brazo delicadamente —. No voy a permitir que pierdas más de lo que ya has dado por Azad. Esto es temporal. Te lo prometo. No respondí, seguí caminado hasta subir las escaleras y llegar a mi habitación asignada. ¿Temporal? Quizás lo era para él, pero para mí, cada día que pasaba me ataba más a ese niño, a esa casa, a esta vida que ni siquiera me pertenecía. (***) Dimitri había salido muy temprano hacia su oficina atender asuntos de negocios. Azad se encontraba jugando con sus pequeños camiones en la sala. De repente el timbre sonó. Me apresuré a abrir la puerta. Del otro lado estaba Adelia, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos y un aire de superioridad que me hizo sentir inmediatamente incómoda. —Hola, Kate. ¿Podemos hablar? —preguntó con un tono que no dejaba espacio a negativas. Sin esperar una respuesta de mi parte, entró y cada fibra de mi ser me decía que aquello no terminaría bien. Tomo asiento en el sofá, observando la sala como si buscara algo en específico. —Es un niño encantador, ¿no? —comentó, mirando a Azad, quien ni siquiera notó su presencia. —Lo es —respondí, manteniendo mi tono neutral. Ella cruzó las piernas y me miró fijamente. —Debe ser... un desafío para ti. Adaptarte a esta nueva vida, digo. Después de todo, no muchas mujeres aceptarían casarse con alguien como Dimitri solo por la custodia de un niño. Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Sabía algo? ¿Era solo una provocación? —¿Y quién ha dicho que es por la custodia de Azad? Dimitri y yo nos amamos —mentí, tratando de mantener la calma—. Y Azad es parte de eso. Adelia sonrió, pero era una sonrisa fría, calculadora. —Claro, claro. Solo que... es curioso. Conozco a Dimitri y nunca mencionó que estaba en una relación hasta ahora. ¿Cómo fue que se conocieron? La pregunta me tomó por sorpresa, pero recordé lo que Dimitri había dicho: actuar. —Dimitri no es un hombre de estar ventilando su vida privada, si lo conoces deberías saberlo —improvisé, intentando sonar natural—. Nuestra relación la mantuvimos discretamente por motivos laborales, pero eso no es algo que deba importarte. Adelia inclinó la cabeza, como si estuviera evaluando cada palabra. —Si tú lo dices querida—murmuró, pero sus ojos decían otra cosa —. Haré como si te creo esta vez. Antes de irse, se detuvo y se giró con una gran sonrisa maliciosa en su rostro. —Oh, casi lo olvido. Mauro y yo tenemos una reunión con el juez la próxima semana para discutir la custodia de Azad. Estoy segura de que tú y Dimitri tendrán muchas cosas que decir. Hasta entonces, cuida de ese niño. Y con eso, salió dejándome con el corazón latiendo a mil y completamente asustada. Pensé entre llamar a Dimitri o buscarle para contarle lo sucedido pero finalmente decidí que era mejor esperar que regresara a casa. Luego de algunas horas escuchó la puerta de la casa abrirse y me acercó rápidamente. —Necesitamos hablar —Apresure a decir —. ¿Podemos ir a tu despacho? Asiente, caminamos y al entrar cierra la puerta detrás con evidente curiosidad. —¿Qué pasa Kate? Empiezo a contarle todo lo sucedido y rápidamente su semblante cambia. —No se detendrán —murmuró mientras caminaba de un lado a otro de la sala—. Harán todo lo posible por quitarnos a Azad. —Entonces, ¿qué hacemos? —pregunté, sintiendo la desesperación crecer en mi pecho. Él se detuvo y me miró. —Lo que hemos planeado desde el principio. Seguimos adelante con el matrimonio. Pero... —hizo una pausa, como si lo que fuera a decir le costara—. Vamos a tener que vivir como una verdadera pareja. No solo para convencer a mi familia, sino también a los jueces. Mi corazón se detuvo. Esto estaba yendo más lejos de lo que imaginé...
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